La catástrofe que conmocionó a Reocín
Efeméride ·
Hoy se cumplen 65 años de la tragedia de La Luciana, cuando se rompió y desbordó el dique de la mina, causando un torrente de lodo que acabó con la vida de 18 personas, nueve de ellos niños, y arrasó todo lo que encontró a su pasoEn el municipio de Reocín hay dos fechas que los vecinos tienen grabadas a fuego. La primera es el 17 de agosto de 1960, cuando ... reventó el dique de La Luciana, generando un estruendo que llegó a escucharse en Torrelavega y un apagón general en toda la comarca, dejando parte del pueblo enterrado bajo toneladas de lodo, provocando la muerte de 18 vecinos entre ellos varios niños. La segunda, es el 7 de enero de 1965, cuando se produjo el derrumbe de las galerías de la explotación minera asentada en la localidad, sin provocar daños personales -salvo una docena de heridos que salieron adelante-, pero sí graves desperfectos materiales. Quedaron destruidas completamente las 20 viviendas del barrio de Pomares, una treintena fueron declaradas en ruina y otras 53 casas resultaron con graves daños estructurales.
Pedro Arenal Bolado es uno de los vecinos que vivió ambas desgracias, aunque le tocó más de cerca la segunda, ya que perdió su casa. Apenas tenía 12 años, cuando ese 17 de agosto de hace 65 años un torrente de lodo segó la vida de 18 personas y arrasó todo lo que se le puso por delante. «Recuerdo que esto ocurrió por la noche, en medio de las fiestas de La Patrona de Torrelavega. Se escuchó un ruido horroroso, parecía que se hundía el pueblo. Se comentaba que podía ser el lago, pero al final el problema fue que se rompió y desbordó un dique de La Luciana, en concreto, del depósito para el lavado de minerales. Unos 500.000 metros cúbicos de agua, fango y arena se precipitaron sobre un grupo de viviendas».
El suceso se produjo de noche, durante la celebración de La Patrona de Torrelavega
500.000 metros cúbicos de agua, fango y arena se precipitaron sobre un grupo de viviendas
En el 50 aniversario, se instaló en La Viesca un monumento en memoria de las 18 víctimas
Pedro describe que la presa estaba situada en un lugar denominado 'El Mazo', del pueblo de Torres, donde el lodo se llevó «una gran cantidad de casas de piedra de calidad, y a varias familias». Mercedes Martínez García, Tinita Ramírez Martínez, Antonio Oliver Perdigón y María Estrella, Mercedes, Emilio y Jesús Oliver Ramírez; Eugenia Terán, Amelia Mantecón Pérez y Margarita y Felisa Arciniega Mantecón; Avelina Gutiérrez Peña y María Teresa y Manuel Echevarría Gutiérrez; Manuel Rodríguez Fernández, Dolores Abelló García, Nélida Rodríguez Abelló y Claudio López. Esas fueron las 18 personas que perdieron la vida ese fatídico día.
Este vecino recuerda también que en aquel entonces había un hospital, cuyo edificio aún existe, al que acudían los mineros. «Una de las enfermeras, que perdió la vida aquel día, salvó a varios vecinos. Aquello fue un caos». Al día siguiente del suceso, dice que se acercó a la zona devastada y pudo comprobar cómo la mina «estaba inundada». «En un lago que había junto a ella aparecieron truchas grandes y varios animales que fueron arrastrados por el lodo, que también se llevó por delante parte del hospital. Sin lugar a dudas, ha sido la mayor desgracia que hemos tenido en Reocín».
José Antonio Sánchez tenía 13 años cuando se produjeron los hechos. Aunque entonces vivía en Cartes con su madre viuda, recuerda que aquella noche su hermano mayor estaba con la novia en las fiestas de Torrelavega viendo una zarzuela. «Tenían que volver en la Vespa y dejarla a 500 metros de donde se produjo el derrumbe, porque ella vivía en la casa-cuartel. Pensamos que igual les había pillado, pero por suerte no fue así. Cinco minutos más tarde y...».
El susto fue «tremendo», según cuenta José Antonio, conocido en Cantabria por haber presidido durante años la Asociación de Jueces de Paz. «Se fue la luz en toda la comarca, la carretera de acceso quedó cortada toda la noche y había que dar una vuelta enorme para acceder al pueblo... Fue una tragedia».
En el año 2010, con motivo del 50 aniversario de esta desgracia, se instaló en La Viesca un monumento en memoria de las 18 víctimas. Ubicado en el lugar donde se produjo el alud, consta de 18 prismas de zinc que representan a las víctimas (tres hombres, seis mujeres y nueve niños) agrupados por familias, además de placas conmemorativas con sus nombres.
El hundimiento de la mina
Cinco años después de esta tragedia, los vecinos de Reocín sufrieron un segundo episodio que también marcaría la historia del municipio, como fue el hundimiento de la mina.
Fue a las 14.15 horas del 7 de enero de 1965, cuando los vecinos de la localidad tuvieron que salir de casa con lo puesto y, en pleno seísmo, huyeron en tropel hacia el monte para escapar de la amenaza subterránea. El hundimiento de cuatro de las galerías de la mina provocó un terremoto de 4,1 grados en la escala Richter, registrado por el Instituto Geográfico Nacional (IGN) como el segundo más fuerte habido en Cantabria, detrás del de Arredondo de 1938 (de 4,9).
Pedro Arenal recuerda muy bien que ese día estaba trabajando en una tienda de Torrelavega y, cuando se enteró de lo ocurrido, cogió su bicicleta y enfiló el camino hacia su casa, que ya era un montón de escombros. Cuando llegó al pueblo se topó con la Guardia Civil, que le impidió el paso. Y como pensó que su padre podría encontrarse en una de las casas afectadas, decidió darse la vuelta y acceder al lugar por un camino alternativo. «Me metí por los montes, porque todo aquello lo conocía bien, y allí me encontré con mi padre, con una vaca que tenía y una borrica».
Este vecino recuerda que su progenitor, dedicado a la minería al igual que su tío, ya había advertido días atrás de que algo extraño estaba pasando en la mina. «Decía que la mina rugía y que había problemas, pero no lo entendía. Las ratas se salían de la mina porque el rugir de la galería las ahuyentaba. Cuando una rata huye de algo así, se intuía que algo se movía por allí». Según su explicación, empezó a derrumbarse parte de la mina interior «porque empezaron a sacar mineral de las vías maestras y aquello se debilitó».
La razón por la que no se registraron víctimas, según cuenta este vecino, «fue porque no llegaron a entrar los del relevo de las 14.00 horas». «Si no, las hubiera habido», apunta, al tiempo que relata que en la mina podrían trabajar entonces «unas 1.500 personas».
Uno de esos trabajadores era José Antonio Sánchez, que entonces tenía 18 años y desempeñaba funciones de ayudante. «Llevábamos varios días escuchando estruendos que venían de las vigas. Tengo en la memoria el 'boom', 'boom'... pero nadie pensó que se podría hundir la mina. Echamos a correr todos. La carretera se iba agrietando y olía a gas... aquello parecía el fin del mundo».
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