Tagle, el pueblo cántabro que soñó con tener un Papa

Elena Delgado, que vive muy cerca de la iglesia de San Pedro, donde ofició misa el cardenal filipino cuando visitó la localidad, se llevaba las manos a la cabeza al sentirse reclamada. «De esta ruedo una película, si antes no ruedo yo», aseguraba entre bromas a modo de presentación. «Desde que salió la historia de Tagle en el periódico ha venido la tele y hasta la radio». Había bajado desde del balcón donde colgaba la colada de sus nietos. En una mano llevaba una ristra de fotos de la visita, una de ellas, en la que salía ella con él, enmarcada; en la otra, sostenía un manojo de llaves. «Acompañadme», dijo, antes de iniciar el pequeño recorrido desde su domicilio hasta la iglesia. Se podría decir que es templo coqueto. Tiene instalado un suelo a imitación del parqué y en una esquina un aspirador robotizado –de esos que dan vueltas hasta que lo dejan todo reluciente– permanecía inmóvil en su estación de carga.

Desde la visita el cardenal Tagle, se podría decir que el interior se ha convertido en un pequeño museo. «Es que se montó mucho revuelo. Para el pueblo fue todo un acontecimiento. Dos cardenales: él y Osoro (Carlos) y el obispo (por entonces, Manuel Sánchez Monge)», explicaba Ángel Roiz, que vive justo al lado de la ermita de Nuestra Señora de Guadalupe. «Todo el mundo, de una manera u otra, sea creyente o no, está pendiente porque se oye que puede salir elegido», apostillaba unas horas antes de conocerse el desenlace. Este pequeño templo fue el lugar al que llegó toda la comitiva del cardenal Tagle en octubre de 2017: en total, 21 personas; todas ellas de su familia–.

«A mí me encantaría que saliera elegido papa, la verdad. Pero lo he hablado con el cura (Baldomero Maza, párroco de Suances y Tagle), y eso sería una gran responsabilidad para él», afirmaba Elena, sin conocer aún el resultado, que ya había dispuesto sobre el altar todas las fotografías que conserva de la visita. «Es que es cercanísimo, una buenísima persona», añadía. «Mira si cogió cariño al pueblo que, cuando los vecinos de aquí viajaron a Filipinas para devolverle la visita, no pudo despedirse el último día de lo triste que estaba, se echaba a llorar. Se había encariñado», relataba Carmen Palomera, otra vecina. «En parte, me da pena porque si sale elegido ya nunca más volvería aquí. Mira Francisco, que fue al Cónclave con billete de ida y vuelta a Argentina, y ya nunca regresó a su país». A estas alturas de la mañana, el teléfono móvil de los informadores anunciaba que el humo que salía de la chimenea del Vaticano era negro. Había esperanza.

En el interior de la iglesia de San Pedro, justo a la entrada, hay una gran placa que recuerda la visita del filipino y de toda su familia. Camino del altar, en la nave principal, un fotografía enmarcada está ya amarilleando por culpa del sol que le da de lleno por los ventanales. En ella se le ve bendiciendo un moderno cuadro con una cruz, que está colgado justo enfrente, en la otra pared de la nave. Lo hizo una vecina, Pilar Guerra. A la sacristía se accede por una pequeña puerta, a un lado del altar. Allí cuelga un mosaico, regalo del cardenal Tagle. En él aparece la virgen de Filipinas. «Es preciosa», afirma Elena, que a estas alturas ya se ha convertido en toda una guía de museo. La vicaría está perfectamente ordenada. También ahí se siente la presencia de Luis Antonio Tagle. Varias fotos dan fe. Dos son de gran parte de su familia posando en octubre de 2017, todos muy sonrientes, entusiasmados. En una tercera, sólo él, muy grande, oficiando misa. La cuarta que hay en el local, situada por encima del resto, es un retrato, también fotográfico, del papa Francisco.

A medida que el mediodía se acercaba, el pueblo comenzaba a desperezarse. Junto a la ermita de Nuestra Señora de Guadalupe, César Laguillo abría el centro cultural que hay pegado al templo para vaciar de agua el deshumidificador. «La visita del Cardenal fue muy entrañable. Si sale elegido, nos pondría en el mapa», admitía. Él y su mujer estuvieron en la ceremonia. «Fue emocionante», admitía mientras hojeaba el último reportaje publicado en este periódico. «Mi mujer es sobrina de Luis Saiz Fernández. Él fue quien realmente inició la investigación, contactó con el cardenal Tagle y consiguió que viniera», afirma. Es otro de los puntos en el que inciden los vecinos. «Fue Luisín el que lo trajo hasta aquí, Baldomero se apuntó el tanto», afirma José, el marido de Carmen Palomera. «Nosotros de lo que estaríamos encantados es de que saliese un papa que ha visitado nuestro pueblo. Pero si el cardenal Tagle no lo consigue, que sea uno parecido al que se fue: a Francisco», concluye Carmen.

Por la tarde, a eso de las seis, los cardenales reunidos en la Capilla Sixtina arruinaron las esperanzas de los vecinos de Tagle con el nombramiento de León XIV. Sin embargo, esta noticia les abre la posibilidad de poder ver de nuevo a 'su' Papa por el pueblo.