El Zoo de Santillana ya flota, pero sigue con el agua al cuello
Un listón de cuatro metros de altura recuerda a los visitantes el nivel donde llegó el arroyo hace seis meses. Las instalaciones siguen a la espera de la solución que evite los problemas de inundabilidad
«No se ha tocado nada, está exactamente igual», afirma el director y propietario del Zoo de Santillana, José Ignacio Pardo de Santayana, cuando se ... le pregunta por la tremenda inundación que asoló las instalaciones hace sólo seis meses, más ahora que arranca un verano crucial para ellos.
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Un listón de madera de cuatro metros de alto sirve ahora para que, nada más entrar por la puerta, los cientos de visitantes que acuden en temporada al zoo tengan idea de hasta dónde llegó el agua ese fatídico día. Se trata de un símbolo que se ha colocado también como agradecimiento a las «miles de personas que se volcaron» esa jornada y las semanas siguientes para ayudar a esta gran familia. Así lo reflejan en una placa donde se ensalza la labor de todos los que ayudaron «de corazón».
Delante de esa especie de tótem, hay nueve fotografías colocadas en un panel que muestran distintas escenas que se produjeron ese día en varios espacios del complejo, cuando algunas especies pudieron morir ahogadas. Entre ellas, la estrella de la instalación: los orangutanes.
De la información gráfica y el simbolismo de la tabla se sirve el director del zoo para apoyarse en su relato, que con la misma facilidad de palabra que tiene para explicar las características y hábitos de sus animales, cuenta a los que se interesan la historia trágica del 17 de enero. También a quien llama y pregunta si la instalación ha vuelto a abrir. Él, lo deja muy claro: «Abrimos a las 48 horas». Para ello, pese a lo aparatoso de la situación y del «susto gordísimo», no ocurrió «prácticamente nada». Lo más llamativo fue que se quedó todo lleno de barro y hubo que limpiarlo.
A la espera de una solución que garantice la seguridad del zoo, estos meses han sido medianamente «normales», dado que se resolvió lo principal bastante rápido. En cuanto a afluencia de público, Pardo de Santayana refleja que estamos en plena temporada alta y, ahora, por la época, está «animado», lo cual es decisivo para subsistencia de las instalaciones que se financian con las aportaciones de las entradas.
El Gobierno saliente se comprometió a poner en marcha una solución y se habló de un convenio con el Ayuntamiento de Santillana y el propio zoo, pero ante el cambio de signo político, al propietario solo le queda confiar en que los nuevos «se lo tomen en serio y, después de 46 años, se ocupen un poco de la seguridad del zoo», explica con respecto al problema de inundabilidad.
Hasta llegar a este punto, Pardo de Santayana se ha reunido con todos los gobiernos anteriores. Y es que la primera inundación que sufrieron se remonta al 13 de junio de 1977, el día que las instalaciones abrieron al público. «Ese día nos pilló por sorpresa, subió el agua y nos ahogó a bastantes animales», lamenta su director. Tras ello ha habido más episodios similares, pero prácticamente no hubo bajas, aunque esta última apunto estuvo de rozar la tragedia.
Por ello, cree que sería buena una reunión con los técnicos para explicarles, de primera mano, por donde podrían empezar a aportar soluciones, siempre desde la experiencia de quienes han vivido el suceso varias veces.
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