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«Hombre claro que fue un héroe, claro sí, sí hombre, por supuesto, mucho ¿eh?». María Jesús Albajara y Ana Gutiérrez se pisaban las palabras para certificar quién era Pedro Velarde en la mañana de este viernes, en Muriedas, donde minutos más tarde iba a tener lugar el acto institucional del 2 de Mayo, el día grande de las fiestas con las que Camargo rinde homenaje a su ilustre capitán, muerto en combate en la Guerra de la Independencia de 1808, cuando España fue liberada del Imperio Napoleónico. Sentadas en primera fila, detrás de las cámaras y delante de todo el mundo, las dos iban ataviadas con la indumentaria de la época -toquilla, delantal con lazo, pañuelo en la cabeza- y esperaban que diese comienzo el protocolo a unos metros del Museo Etnográfico, la casona montañesa donde nació el ilustre capitán.
Era una pena, decían, «que se haya puesto a llover», mientras iba llegando la gente, con paraguas y sin él, porque el viento arreciaba a ratos también. «Yo llevo toda la vida participando y mi marido igual», decía Ana. ¿Quién es su marido? «El que está en la carpa de los militares, va de verde». El marido de Ana y otros tantos vecinos representaban al Ejército Español. De otro lado, el bando el francés. Todos ellos bajo la lluvia que empapó el principio del acto para terminar dando paso a un sol que fue muy bienvenido. El acto ha contado además con los Cadetes de la Academia Militar de Segovia.
En representación del Gobierno de Cantabria, ha acudido la presidenta, María José Sáenz de Buruaga, acompañada del consejero de Cultura, Luis Martínez Abad, así como de varios diputados. El alcalde, Diego Movellán, ha vuelto a hacer de maestro de ceremonias junto a la pedánea de Muriedas, Laura Ara, y concejales de la Corporación. Al acto ha asistido el descendiente Pedro Velarde González-Torre y el coronel delegado de Defensa, Emiliano Blanco Martín, entre otras autoridades civiles y militares.
Con el pueblo y la casa natal de Velarde engalanada, la rectitud impoluta de las tropas, los gorros rimbombantes de la escenografía militar y la admiración del pueblo llano, ha dado comienzo la misa a cargo del párroco de Camargo, don Fernando Tabernilla, que ha hablado de «fe valiente» en su homilía. Un término, la valentía, que ha estado presente en todos los discursos de este ilustre 2 de Mayo.
La presidenta del Gobierno ha definido al capitán muerto en la batalla como «un gran camargués ejemplo de patriotismo» y ha recordado a su vez al arquitecto Juan de Herrera, porque «ambos -ha dicho- tenían talento para las matemáticas y carrera militar». Además de sentir «un extraordinario orgullo por estos dos referentes», Buruaga ha recordado a otros héroes anónimos que levantan Cantabria cada día. «Pedro Velarde está grabado a fuego en la historia de España» y «debemos apostar por el talento y la fuerza del conocimiento».
En la misma línea se ha expresado el regidor popular, quien ha hablado de Velarde como un ejemplo y de la «ética del héroe contemporáneo, cuya bandera ha de ser la integridad, la responsabilidad y la empatía, se construye en los espacios cotidianos, donde se decide entre la indiferencia y el compromiso». Movellán ha citado al premio Cervantes, Álvaro Pombo, «porque necesitamos referentes, no mercachifles». El verdadero patriotismo, ha significado, «no se mide por a quién se odia, sino por la justicia de las causas que se defienden».
Unas palabras que seguro el héroe de Camargo estaría encantado de recibir. «Se sentiría muy orgulloso de este homenaje porque estamos siendo muy rigurosos históricamente y en la recreación», manifestaba Marcos Ruiz, un joven actor que tras el acto institucional, participó en la pequeña obra de teatro escenificada en los jardines del museo. Titulada 'Ante la duda, la más tetuda', bajo la dirección de Fernando Rebanal y la rigurosidad del profesor de historia José Antonio Abascal, la representación ha aligerado la solemnidad del acto y sacado varias carcajadas entre los asistentes.
Antes de finalizar, la presidenta del Gobierno de Cantabria ha realizado la ofrenda floral al monolito de Pedro Velarde ubicado en los jardines del museo, acompañada del alcalde y del descendiente del capitán de artillería, escoltados, todos, por los Cadetes de la Academia Militar de Segovia.
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