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Las telefonistas de Astillero

Las telefonistas de Astillero

Desde las primeras llamadas hasta la automatización del servicio, la centralita telefónica fue esencial en el municipio

damián garcía

Martes, 23 de abril 2019, 06:58

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He decidido aparcar los reglamentos sanitarios por algo más saludable socialmente, para lo cual, qué mejor manera de sustitución que el mundo de las comunicaciones, enredándolo con la composición de las epístolas reales, por lo tanto me he atrevido a convocar un aquelarre de telefonistas de los años setenta en el bar Jardín, aunque este evento no habría sido posible sin la complicidad y colaboración de Yolanda, que al fin al cabo ha sido el alma mater del encuentro y documentos fotográficos.

El poder de convocatoria podríamos calificarlo de progreso inmejorable y cito el paisanaje respetable asistente: Marí Cruz, Isabel, Luisa, Marí Carmen, Yolanda, María Teresa, Conchi, y quien escribe, todas ellas telefonistas de postín, menos yo. (Habría sido sospechoso contravenir la incontestable severidad de realidad), pero como todo mejora en función de la comunicación y estaba ante expertas del arte y de la parte, todo fue rodado.

Yo tengo un recuerdo vivencial de cuando era muy niño, que íbamos mi hermana María Luz y yo con mi abuela Lucía, a poner una conferencia con Valladolid, pues allí vivía una sus hermanas de nombre Máxima (hay un ratón en casa) y uno de sus hijos llamado Antonio, y la oficina y locutorio estaban en el edificio de Aguilera en la primera planta de la calle San José, y en el cumulo de experiencias afirmaban en que las fechas fuesen entre los años 1969 y 1970 a partir de aquí, la cascada de recuerdos empieza a llenar páginas.

Los teléfonos que había en aquella época les recuerdan como si fuesen suyos desplegando memoria afirman, el numero 1 Azcarate, Talleres de Astillero el 6 y el 20, Guardia Civil el 26, de estos en función de las preferencias se activaban los pilotos rojos, verde o blancos, estos últimos eran para los demás abonados que llegaron a ser hasta la friolera de 449, en la calle San José y la plantilla eran tres operadoras, además para facilitarlas la vida a las telefonistas cuando se casaban se iban a la puta calle, reponiendo la perdida por solteras.

Pero claro los tiempos imponían velocidades no conocidas y en al año 1971 se muda la centralita de teléfonos a la calle Tomás Bretón enfrente del colegio nacional, también se amplía la plantilla hasta trece operadoras y las conexiones avanzan al tener una central de llamadas semiautomáticas, esto suponía un importante avance a los métodos tradicionales conocidos, pues de solicitar conferencia los abonados y dejarla en espera en tiempo indeterminado, a que ellos directamente pudiesen hacerlo. Un dato revelador de las comunicaciones es que se pasa de los 449 abonados a los 1.200 en el ámbito temporal de escasos seis años.

Pero miren ustedes no se hagan ilusiones nuestras queridas telefonistas, no trabajaban directamente para Telefónica, eran una subcontrata pura y dura, además me comentan que no estaban bien pagadas, incluso lo comparan en nuestros días con Unitono, tenían la figura de la vigilanta que era una especie 'comisario político' y por si fuese poco también estaba la 'jefa detrafico', parece ser que estos seres no iban con uniforme pero parecían monjas.

El servicio abarcaba territorialmente Astillero, Guarnizo, Villanueva, Pontejos, Pedreña, Somo, la fábrica de Nestle en la Penilla. En la oficina se pusieron tres cabinas semiautomáticas donde al cliente se le daba la línea y se le comunicaba «al habla tiene usted...», simultáneamente se ponía el cronometro en marcha, para después pasar por ventanilla y abonar el uso de la incontinencia verbal, que miren que tarifas más coquetas tenían: a Madrid 19,50 pesetas cada tres minutos; Bilbao 13 pesetas tres minutos; Barcelona 23 pesetas tres minutos; Astillero 3 pesetas tres minutos, todavía no entiendo la equivalencia de los tres minutos, pero cuando sacaban la cuenta el redondeo lo hacían al alza, para que la banca nunca pierda. A las diez de la noche se cerraban los locutorios y se hacia la 'confronta' que consistía en coincidir las cuentas, pues el descuadre de la caja lo tenían que asumir las trabajadoras, estas mujeres tenían nueve turnos, descansaban un día a la semana y trabajaban los domingos y festivos.

El mundo de los telegramas también era de su competencia, los recibidos los entregaban las chicas nuevas, que lo llevaban al domicilio del receptor. Los enviados les escribían ellas y por lo tanto eran secretos a voces, aunque los comunicados que se hacían a través de este medio eran noticias luctuosas, acontecimientos sobrevenidos, o avisos de conferencia entre empresas.

En cuanto al mundo de las anécdotas tienen un amplio recopilatorio, se acuerdan de las conferencias de los tripulantes de los barcos que estaban reparando en Talleres y los conectaron con medio mundo, eran griegos, italianos, ingleses, noruegos, vamos que no faltaba nadie, además de la barrera del idioma algunos venían con la barra del bar en la lengua, se hablaba en castellano y se les cobraba en dólares. También con un gallego que pidió conferencia con Canido de Vigo y entendió la telefonista que esperaba al amigo y claro ese hombre estuvo dos horas esperando al amigo, hasta que se le puso la conferencia aclarado el malentendido.

A finales del año 1978 cierra esta centralita por la automatización del sistema, cuando esto ocurre se las ofrece a muestras queridas telefonostas, indemnización o hacer un examen para ingresar en la empresa Telefónica. Cuando ustedes estén leyendo esta crónica es Domingo de Resurrección, por lo tanto recordamos, recuperamos, rescatamos o resucitamos el relato de los recuerdos.

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