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En octubre de 2019, con la exhumación de los restos de Eloy Campillo en La Topinoria, un terreno riscoso y de acceso complicado en Cillorigo ... de Liébana, lograba cerrarse una historia que llevaba 74 años abierta, como una herida. Ayer, con la presentación del monográfico 'La recuperación e identificación de los restos de Eloy Campillo', un libro dedicado a la investigación e implicación colectiva que condujo a ese hallazgo, la historia del guarda de Picos y alcalde pedáneo de Sotres forma ya parte de la memoria colectiva.
«Este libro habla de Mercedes Campillo, una hija que buscó a su padre. Ha sido su empeño el que nos ha llevado hasta aquí», dijo en el Palacio de Festivales Fernando Serrulla, antropólogo forense de la Sociedad Aranzadi y coordinador de esta publicación coral. Mercedes no pudo asistir ayer al acto, pero la familia estuvo representada por los nietos de Eloy, José Rodríguez y José Manuel Fernández Campillo, emocionados como muchos de los presentes.
La constancia de Mercedes alentó un proceso en el que han participado espeleólogos, médicos y antropólogos forenses, técnicos, abogados, la Guardia Civil de Potes... Serrulla no olvidó las aportaciones clave de Antonio Brevers y Darío Rodríguez, «motores de esta historia».
Y esta historia es la de Eloy Campillo, durante años confusa, una nebulosa, pero ya completamente reconstruida. Desapareció en 1945 después de que los maquis se lo llevaran al monte. Le acusaban de haberles delatado en una emboscada de la Guardia Civil... Después, décadas de silencios y cábalas, hasta que en 2018 un grupo de espeleólogos accedió a la torca de La Topinoria y la historia de Eloy comenzó a escribir un final.
Todo el proceso queda recogido en el monográfico presentado ayer, un «gesto de reparación y reconocimiento», lo definió el director general de Memoria Democrática, Diego Blázquez, presente en el acto. «Dignificar a los demás nos dignifica», añadió.
Blázquez celebró que los «esfuerzos de los poderes públicos atiendan a la necesidades y expectativas de las familias», como el caso Campillo, que desembocan después de mucho esfuerzo en un libro que sólo habla «de derechos humanos» y «dignidad».
Pablo Zuloaga coincidió en que las políticas públicas alientan hallazgos y actos de dignificación como este. El vicepresidente del Gobierno autonómico confía en que la Ley de Memoria Histórica de Cantabria se apruebe antes de que acabe el año y esté «plenamente vigente» en 2022 con partidas concretas en los Presupuestos. «El objetivo de la ley no es reescribir la historia, sino volver a poner en la historia nombres que fueron borrados, como los de Eloy y otros tantos y tantas silenciados», reivindicó.
Zuloaga asistió en octubre de 2019 a la recuperación de los restos de Eloy Campillo. Ayer rememoró lo ocurrido aquel caluroso día, cómo el detector de metales vibró al toparse con el casquillo de bala y cómo entonces se hizo el silencio. Igual de emocionada que Zuloaga se mostró Zoraida Hijosa, directora de Patrimonio y Memoria Histórica, también presente ese día.
«Y esto no sólo importa a las familias sino a todos», incidió Francisco Etxeberria, antropólogo forense, ahora en la Secretaría de Memoria Democrática. Hacer «actos de dignificación» como el de ayer «es una obligación» que sirve «para ensanchar el discurso de los derechos humanos».
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