Historia local en el pregón del Día de Cantabria
Ante su público, encumbrado en la carpa del parque Conde San Diego que seguramente atraviesa con frecuencia; con el alcalde, Víctor Manuel Reinoso, sentado a ... su derecha, y la presidenta del Parlamento de Cantabria, María José González Revuelta, a su izquierda, ofreció ayer el pregón de las fiestas del Día de Cantabria en Cabezón de la Sal el escritor, periodista, presidente del Grupo de Danzas Virgen del Campo, impulsor y divulgador de las tradiciones cántabras, Andrés Alonso.
Apenas le quedaron personajes –y personas– por nombrar o acontecimientos que recordar. Vació la despensa de sus memorias y ofreció un discurso cercano. Nada impostado (quizá sí tocado por la emoción de estar sobre el escenario que durante años ha mirado desde abajo) y arraigado –eso sobre todo– a la tierra que le ha construido y enorgullecido siempre. El pregonero de las fiestas del Día de Cantabria, también expolítico, promotor turístico y, por encima de todo, vecino de Cabezón, Andrés Alonso, ascendió al 'púlpito' con actitud ceremoniosa, dando la espalda a un público al que luego entregaría su corazón. Si no entero, si al menos una parte, porque emocionó a los presentes recordando su hazaña quizá más virtuosa en el ámbito de la política. «Aquel 30 de abril de 1979, cuando el Ayuntamiento de Cabezón de la Sal fue el primer municipio en aprobar un acuerdo para solicitar la autonomía de Cantabria». Una gesta que le pertenece un poco a Alonso, «porque yo mismo tuve el honor de ser concejal en aquella Corporación municipal, que dio un paso con ilusión y valentía», apuntó.
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Fue, dijo, «el inicio de un camino que nos permitió defender nuestra identidad, gestionar nuestros recursos y proyectarnos al futuro con voz propia». Y sabe muy bien Andrés Alonso que no se puede hablar de identidad en Cabezón sin mencionar las explotaciones salinas, «cuya historia se pierde en la noche de los tiempos». Fue, dijo, «la actividad minera la que hizo cabeza de jurisdicción a la villa cabezonense». Y mencionó el pregonero en un tono amonestado que «hoy solo quedan como testigos de esta historia salinera dos barracones derruidos en la zona de Tresano, que bien pudieran servir para levantar un centro informativo sobre la historia de la sal en Cabezón, pero que, lamentablemente, ante la indiferencia de las Administraciones, terminarán por desaparecer».
A continuación nombró a Román Barona, como la antítesis de lo anterior, gran «conocedor de la historia y poseedor de una extraordinaria colección de aparatos de radio antiguos». De Román, el discurso de Andrés Alonso recayó en su padre, Miguel Alonso, «casado con Anita, que ejerció durante cuarenta años como director de las Escuelas Graduadas de la villa». Fue además, apuntó, «fundador de la Biblioteca Municipal Conde San Diego, una de las primeras de la región». En lo personal, pasó también por su «adorada esposa Flora y sus tres hijos». Y luego, continuó honrando la memoria de presentes y ausentes, de los y las que le han precedido en el escenario del Día de Cantabria (desde Pedro Crespo de Lara hasta Peridis, pasando por María Oruña, Juan Parés y Nacho Vigalondo, entre otros muchos). Trajo al presente a Concha Espina, a Matilde la Torre, a la Coral Voces Cántabras y el Grupo de Danzas Virgen del Campo, que «están de centenario», como bien recordó también el alcalde.
De él, del propio Alonso, dijo la presidenta del Parlamento de Cantabria, María José González Revuelta, que es «un profesional destacado con gran capacidad de trabajo». Y luego, la actuación de la Coral y del Grupo de Danzas pusieron el elevado broche final al acto.
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