El lobo mata a otras dos ovejas al lado de la iglesia de Ucieda
El ataque se produjo en una finca «a setenta metros» de la capilla, donde los animales estaban siendo vigilados por perros pastores
Cada vez más ganaderos de Cantabria conocen el protocolo a seguir cuando se produce un ataque de lobo y, al contarlo, se percibe en su ... voz cierta resignación. «Llamas al guarda, certifica que se trata de un lobo y ya está», relataba ayer Daniel Sánchez después de que un cánido matara a dos de sus ovejas en una finca de Ucieda (Ruente). «Es lo que tenemos día sí y día también, por lo que llega un momento en que lo normalizas». Como un trámite. Aunque a los afectados les sigue pesando. «Claro, como no te va a pesar -continúa-, sabes que hay lobos, pero esperas que no te pase a ti». Y eso que a este vecino de Cabezón de la Sal ya le ha ocurrido más veces. Dos concretamente: «La primera me mató a una ternera en el monte y la segunda, otra oveja en Santibáñez». Ahora el lobo se ensañó con dos de las diez ovejas que Daniel tenía en la finca de un amigo. Fue él (el amigo) quien le avisó a las nueve de la mañana de ayer del trágico suceso, que no por repetido resulta menos desagradable. Al contrario.
«Mi amigo llegó justo cuando el lobo se estaba comiendo una oveja y enseguida salió huyendo», describe. La finca está a unos «setenta metros» de la iglesia de Ucieda, en el pueblo. Los vecinos saben que hay una manada merodeando por la zona -el día anterior se produjo un ataque dentro del jardín de una casa de Barcenillas-, «pero como tampoco podemos hacer nada...». Se resignan. «Yo las tenía en un terreno cerrado con perros pastores, pero da igual», asegura Daniel. Las medidas disuasorias no persuaden a los lobos. Después del ataque, decidió «meterlas en la cuadra». Sabe «que los cánidos volverán, pero ya no encontrarán a mis ovejas». Le tocará a otro. Como la lotería, pero en sentido negativo. Y sí, «te las pagan, pero eso es lo de menos». Lo que le preocupa a este vecino es que «los lobos se han vuelto más descarados y no les importan las luces ni la gente».
¿Qué le diría a los que deciden si se trata de una especie protegida? «Que hablan mucho de la España vaciada y de la gente de los pueblos, pero se les olvida que en los ámbitos rurales, al menos aquí, en Cantabria, la mayoría vive de la ganadería y si atacan constantemente a tus animales, llega un punto en el que te preguntas qué estás haciendo aquí», contesta Daniel. Por eso, «la gente joven decide marcharse». Para él, argumenta, «el principal problema de la ganadería extensiva es el lobo, porque no duermes tranquilo ninguna noche y una persona no puede pasarse así la vida».
La eterna discusión sobre si el lobo debería continuar formando parte del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Especial Protección (Lespre) o no ha vuelto a ser noticia estos últimos días después de que la Comisión Europea reclamara flexibilizar la protección del lobo por la cantidad de ataques que se producen. La resolución de este conflicto, que mantiene enfrentados desde 2021 al Gobierno de España y al Ejecutivo cántabro, no llega nunca. Y mientras, los ganaderos se acostumbran a esta trágica realidad.
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