Nuevo ataque de lobo junto a la Fuentona de Ruente
El vecino Rubén González se ha encontrado este martes por la mañana a una de las dos ovejas que tenía muerta frente a la puerta de casa
Dice Rubén González, vecino de Ruente, que en el pueblo nunca ha habido tan pocas ovejas como en la actualidad. Que hace años había en ... torno a 120 «y ahora apenas quedan cincuenta». La pérdida, más que numérica, es emocional. También identitaria, porque la esencia de los pueblos era la ganadería antes de que el lobo matase una y otra vez y otra, al ganado. En esta ocasión le ha tocado a Rubén, que ayer tenía una oveja y una cordera y hoy solo tiene la cordera. Los lobos -asegura que fueron varios- mataron al animal en la puerta de su cuadra en la madrugada del lunes. Ahí se la encontró, abierta, ensangrentada y caliente, a las siete de la mañana de este martes. La dantesca escena le dio los buenos días. O los malos, porque fue un día malo.
Los lobos mataron a una de las dos ovejas que tenía Rubén a pesar de que el propietario las guarda todas las noches en una cuadra. No las cierra. Deja una piedra detrás de la puerta para que puedan salir a pacer a primera hora de la mañana, con la fresca. Pero resulta que a la oveja de Rubén la mató el lobo. No sabe si salió ella sola de la cabaña o el cánido la arrastró. Poco importa ya. La cuadra está cerca de la Fuentona de Ruente, «donde ese mismo día por la noche había un grupo de jóvenes tocando la guitarra». También tiene un perro Rubén, para proteger al ganado, «pero le tiene miedo al lobo». El gran depredador.
Desilusión
Hace tiempo que este vecino de Ruente lleva la desilusión en el rostro. «He decidido no reponer los animales que se me han ido muriendo, porque tal y como están las cosas ¿para qué?», se pregunta. Vendió las corderas que le quedaban hace un mes y medio. Todas menos dos. Ya solo tiene una. Está disgustado Rubén. Tanto que incluso pensó en sacrificar a la cordera que está sola, pero no se atrevió. «No tuve narices», dice.
«No sé qué vamos a hacer, porque yo me he pasado la vida luchando por tener algo y mira lo que pasa», se lamenta. «¿Y ahora qué haces? ¿lo vendes?» «Yo no quiero el dinero, eso no me arregla nada. Yo lo que quería era levantarme y ver a mi oveja todos los días».
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