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Un rincón mágico por descubrir en San Vicente
El Ayuntamiento retoma el convenio con la propiedad del Convento de San Luis para poder visitar un espacio que llevaba cerrado seis años
Descubrir, conocer y disfrutar de uno de los lugares más bellos y sorprendentes de San Vicente de la Barquera es de nuevo posible. El ... Ayuntamiento y la propiedad de las ruinas góticas del Convento de San Luis han retomado el convenio para reabrir a las visitas este espacio monumental. Se trata de un Bien de Interés Cultural (BIC) que se había cerrado al público hace seis años, pero que ahora podrá mostrarse en todo su esplendor y con un guía especializado.
Un pequeño grupo de 25 niños barquereños del campamento de verano han sido los primeros en estrenar la nueva etapa del convento. Lo han hecho acompañados de la alcaldesa, Charo Urquiza, quien, junto a otros concejales de la Corporación y un guía, les fueron mostrando cada uno de los tesoros que alberga.
Ellos, como muchos vecinos de la villa, no conocían este lugar a pesar de su importancia patrimonial e histórica. Sacarlo de esa situación de olvido es la finalidad del nuevo convenio, que establece 48 días de visitas al año. Así, y según el acuerdo, el monumental conjunto y sus jardines podrán visitarse todos los martes y jueves, entre el 15 de septiembre y el 1 de noviembre. También se podrá acceder desde Semana Santa al 15 de julio. Además, cada jornada se podrán formar cuatro grupos de 25 personas que estarán acompañadas por un guía. Todos los interesados deberán inscribirse previamente en la oficina de turismo.
Traspasar los muros de la finca en la que se encuentra las ruinas del Convento de San Luis es adentrarse en un San Vicente totalmente desconocido para muchos, en el que el habitual bullicio de esta villa turística se transforma en un espacio de silencio, paz y armonía. Un ecosistema verde y patrimonial gracias a su exuberante vegetación formada por diferentes espacies de árboles, muchos de ellos centenarios y algunos incluidos en el catálogo de árboles singulares de Cantabria, como es el caso de un enorme alcanfor traído desde Australia «hace más de 150 años».
Pero la joya de la corona se encuentra justo en medio de esta masa arbórea. Allí se levantan orgullosas las ruinas góticas del antiguo edificio religioso, con su iglesia y los arcos de lo que un día fue un imponente claustro que acogió a una importante comunidad de franciscanos, que llegó a contar con 18 sacerdotes. También fue la residencia temporal del emperador Carlos I en su primer viaje a España, en el año 1517.
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