Otro verano de caos circulatorio en los accesos al bosque natural de las secuoyas de Cabezón de la Sal
En el último año, han visitado el monumento al menos 116.000 personas, cuyo impacto lleva años percibiéndose en los árboles y en el entorno del enclave
Doce del mediodía, trece de agosto, 22 grados, cielo gris y en torno al bosque natural de las secuoyas, en Cabezón de la Sal, ... coches en doble fila, peatones que cruzan en medio de la carretera en una especie de 'sálvese quien pueda', familias con niños, carritos, parejas, el camión de los helados, dos mesas y algunas sillas junto a una de esas furgonetas que venden comida rápida, visitantes que improvisan un picnic en la zona arbolada rodeados de vehículos, bocinas, descontrol, inseguridad y caos.
Una estampa indisociable del monumento natural de las secuoyas, que se cruza en medio de la carretera que une Comillas y Cabezón de la Sal –aunque se encuentra en éste término municipal– y que en el último año ha recibido, al menos, 116.000 visitantes –en torno a dos mil al día–. Y eso solo contando a las personas que han accedido al recinto por la entrada principal –no se contabiliza a los que entran por alguno de sus innumerables recovecos–. «Es incontrolable», afirma Severiano Arenal, jefe de la Comarca 13 de Montes, con un tono de derrota, porque de «la barbaridad» que se está produciendo, verano, tras verano, tras verano, en el complejo natural ya se ha hablado hasta la saciedad.
En agosto la acumulación de coches en los aledaños del recinto alcanza su cenit. Hay cola para entrar y para salir. Lo de aparcar es otro cantar. Arenal calcula que en total, haya unas doscientas plazas reguladas, es decir, pintadas sobre el asfalto. El resto de vehículos que acuden, que son muchos, aparcan donde pueden, haya o no plaza de estacionamiento.
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«Una posible solución sería habilitar un autobús lanzadera de corto recorrido para disminuir la presencia de coches»
Severiano Arenal, jefe de la Comarca 13 de Montes
Con este panorama, el merendero de Udías conocido como la Braña del Mozucu, que está a unos cuantos metros andando de las secuoyas, se convierte en una campa llena de coches. Igual que los arcenes, las fincas particulares y los terrenos libres de arbolado. Se aparca, sobre todo, mal. Las multas disuaden a algunos, pero hay quien está dispuesto a pagar ese precio por ver uno de los recursos turísticos estrella de Cantabria. Luego está la imprudencia de los viandantes, que allá cada cual, pero hay que tener cuidado porque es frecuente que las personas crucen en medio de la carretera sin paso de cebra, ni nada que les proteja del trasiego de vehículos.
Ante esta situación, «desde la Dirección General de Carreteras llevaron a cabo hace varios años la instalación de biondas de madera en torno a la senda que comunica el aparcamiento con la entrada al complejo natural –hay conductores que también dejan el coche ahí en doble fila–».
Según Arenal, «el plan inicial cuando comenzó a crecer exponencialmente la afluencia de visitantes era ampliar el área de estacionamiento ocupando parte de la zona arbolada», pero nunca se llevó a término tal y como se bocetó.
La falta de señalización es otro problema. El Ayuntamiento de Cabezón de la Sal y la Consejería de Obras Públicas ejecutaron hace dos legislaturas la construcción de un aparcamiento en la parte baja del complejo, la que colinda con los terrenos de la antigua Tejera, «pero por alguna razón, la gente lo desconoce». Y si la entrada principal al parque está «abarrotada», apenas hay vehículos a los pies de la ladera.
¿La solución? «No sé si habrá que ampliar las plazas para estacionar o establecer un límite sobre el número de personas que pueden acceder al parque al día», expresa el agente de montes. Para eso, «sería necesario perimetrar el complejo», ya que de otro modo resulta imposible controlar los accesos. Otra alternativa sería «habilitar autobuses lanzadera –de corto recorrido– para que no se concentren tantos vehículos». El Gobierno de Cantabria y el Ayuntamiento anunciaron hace meses la creación de una senda en torno a los árboles para evitar el contacto, pero de momento no se ha ejecutado, a pesar de que lleva tiempo siendo urgente.
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