Ver 13 fotos
Ginés Marín triunfa en una entretenida tarde de toros en Santoña
El presidente no concede la segunda oreja Fandi pese a la gran petición del público y Roman es volteado en el final de la faena a su segundo toro
En un grupo de cinco personas, sería raro que dos pidiesen el café igual. Cortado este, con leche aquel, solo el otro y con leche ... de soja el de más allá. Porque en la variedad está el gusto. Dentro de una plaza de toros hay tantas tauromaquias como tipos de café en una barra. Al final, por lógica, la que impera en las plazas de tercera categoría es la festiva, esa que algunos desprecian y que provoca que el día del santo, o de la virgen como en este caso, miles de personas llenen los cosos. Este lunes en Santoña la conjunción del Fandi, Román y Ginés con los toros de Manuela Patón desembocó en una tarde entretenida, aunque deslucida por el mal tiempo en el tramo final. El triunfador fue Ginés Marín, que cortó dos orejas a sus oponentes.
Pese a la lluvia, los aficionados respondieron a un cartel variado que iba desde el bullicio explosivo del Fandi a la mano zurda de Ginés, pasando por el poder muletero de un Román que ya sabe lo que es triunfar en Cantabria. En chiqueros, preparados, seis animales de Manuela Patón, de origen Santiago Domecq y El Parralejo, con hechuras para moverse en las telas de los toreros si bien al conjunto le faltó fuerza y la emoción que da la casta en el último tercio.
Noticia relacionada
Entretenida tarde en Santoña
Abrió plaza El Fandi, que este año celebra sus bodas de plata de alternativa manteniendo el interés por ver un toreo de estilo particular que siempre ha gustado en los templos ocasionales. Y eso que el granadino no empezó con buen pie la tarde por culpa de un animal que se lesionó tras su paso por el picador y apenas le permitió colocar las banderillas. Cogida la tela roja la única solución era la espada.
Con el cuarto El Fandi fue más Fandi que nunca. Con un aguacero sobre la plaza clavó banderillas con acierto, muletero un toro escaso de emoción en las cercanías y se fue de rodillas para levantar a los aficionados. Tras doblar el toro la fuerte petición de la segunda oreja no fue atendida por el presidente que, ante el griterío del público, decidió recostarse en su asiento. Para ese momento el público ya había buscado refugio bajo el techo de los palcos ante la persistente lluvia, aunque no dudó en pedir con fuerza el premio para el torero andaluz.
-
Ganadería Seis toros de Manuela Patón. En general nobles, aunque les faltó fuerza y emoción en el último tercio.
-
El Fandi Silencio y oreja con fuerte petición de la segunda.
-
Román Oreja y silencio tras pasar a la enfermería al ser volteado en el final de la faena.
-
Ginés Marín Oreja y oreja.
Román hizo disfrutar al respetable en el primero de su lote, un toro mejor presentado que el que había abierto plaza y al que faltó poder y clase en el último tercio. El valenciano, siempre con la sonrisa en el rostro, cimentó el trasteo en la diestra para aprovechar el mejor pitón del toro. Sabedor de dónde estaba, en el tramo final se echó de rodillas, le pegó dos circulares invertidos y finalizó con unas manoletinas previas a media estocada caída. El resultado, una oreja.
En el quinto el valenciano vivió la cara amarga del toreo, una aparatosa cogida después de haber exprimido a un toro siempre incierto que le volteó y, después de caer el torero en mala posición, le levantó en dos ocasiones más tras lo que tuvo que pasar a la enfermería con una luxación de hombro, aunque sin cornada. El toro lo pasaportó El Fandi, lo que convirtió un triunfo en silencio y preocupación por el torero por parte del respetable.
Con la virtud de la nobleza y el defecto de la falta de fuerzas, el tercero permitió a Ginés Marín gustarse por ambos pitones en una faena de cadencia, de entender alturas y distancias y de llevar despacio la embestida del animal. Un pinchazo hondo y un descabello le dio una oreja. Las ganas de Ginés se salir a hombros de manifestaron en el sexto, otro toro de cara alta con el que insistió e insistió hasta lograr una faena de altibajos con pasajes de gusto y temple. El cañón que tienen en su brazo diestro para enterrar la espada le permitió redondear el trasteo para cortar otra oreja.
Más allá de pelear contra una tarde de tiempo adverso, la cita fue entretenida, con matices y con tres toreros que, cada uno con sus formas, entendieron lo que pedía el festivo público de Santoña, que cubrió el graderío en casi media entrada y que disfrutó de una corrida en la que los trofeos fueron menores a los merecidos por los tres componentes del cartel.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión