«Santoña lo tengo apuntado como un sitio muy especial»
Este lunes en Santoña estoqueará junto a Román y Ginés Marín una corrida de Manuela Patón en un cartel que combina estilos diferentes en una misma terna
-Decía Gardel en su tango que 20 años no son nada. Usted este año cumple 25 años de alternativa. ¿No son nada o se hacen muy largos?
-Sí uno mira para atrás ahora mismo parece que pasa rápido, la verdad que han pasado muchas cosas, muchas cosas positivas. Estoy orgulloso de lo que creo que he construido y del legado que he dejado, creo que tiene cosas y metas muy importantes que creo que ni en mis mejores sueños hubiera imaginado.
-¿En qué ha cambiado usted como persona y como torero desde aquel 18 de junio del año 2000 ?
-Hemos cambiado un poquito de la mano, creo que por la madurez y el conocimiento y personalmente un poquito igual. Aún siendo ese niño tenía muchas ilusiones, muchos sueños y al final uno va creciendo y va creando su propia personalidad. Manteniendo, intentando por lo menos, mantener el carisma que siempre he tenido. Y a partir de ahí, pues bueno, lógicamente los años te van haciendo que la cabeza piense de forma diferente, que uno crezca como persona también.
-¿Y el miedo evoluciona en esos años o se mantiene intacto como hace 25 años?
-El miedo al toro siempre se tiene. Con el tiempo, cuando ya vas teniendo cornadas, el gorrazo ya sabes lo que duele y lógicamente eso está ahí. Pero al mismo tiempo creo que lo que más pesa es la responsabilidad, de saber lo que uno se juega, de querer estar bien, de querer renovar ilusiones tanto uno mismo como a la afición que te ve. Lo que más nos pesa es la responsabilidad de lo que uno se juega.
-Cuando era joven tuvo que elegir entre ser torero y ser esquiador. Está claro que le iban las emociones fuertes
-Siempre tuve claro que lo que quería era ser torero, lo que pasa es que por circunstancias de la vida me tocó vivir en Sierra Nevada, en plena estación de esquí. Y bueno, de pequeño no había mucho más entretenimiento que esquiar y lo disfruté mucho. Fue una época increíble, pero ya con 13, 14 años, que empezó la cosa a ponerse más en serio, siempre tuve claro que quería ser torero.
-Es curioso porque cuando los toreros siempre prefieren el toro que cualquier otro deporte que han practicado. ¿Tanto engancha que siendo tan peligroso atrae tanto?
-Yo siempre digo que siempre mueren más albañiles que toreros al cabo del año. Al final tiene su riesgo, como todo trabajo y toda profesión, pero tiene cosas que no se viven en otro mundo, la capacidad de crear algo, con un animal virgen, que no sabe embestir, al final conducirlo por donde tú quieres y al mismo tiempo conseguir crear algo que emocione a la gente se emocione. Esas son sensaciones muy difíciles de describir.
-Es usted un torero banderillero. ¿Se ha perdido un poco el romanticismo del cartel de toreros banderilleros que tuvo tanto auge en los años 90?
-Durante mucho tiempo nos hemos olvidado del espectador que no es aficionado al 100%, que le gusta y que va ciertos días a los toros de vez en cuando. Ese tipo de carteles creo que atrae mucho a ese tipo de gente y sobre todo a mucha gente joven y más hoy en día con la cantidad de gente que hay en el mundo del festejo popular. Pues bueno, creo que es un cartel muy llamativo, que durante muchos años funcionó. Donde se está cuidando y haciendo las cosas bien, la verdad es que está funcionando fenomenal.
-Cinco lustros de alternativa y 23 años de vínculo con Cantabria, ¿Cómo recuerda aquella corrida del 2002 en Santander?
-Muy especial. Mi presentación en Santander fue en el 2001, pero fue en el 2002 cuando tuve la suerte de coger una sustitución que me abrió muchísimas puertas. Le tengo un recuerdo muy especial a todo el norte en general. He recorrido Cantabria de punta a punta, ha habido plazas increíbles en las que me han tratado con una personalidad que quizás no era quizás la del Levante, la de la zona más sur nuestra, y al mismo tiempo me han hecho sentirme como en casa.
-Y plazas peculiares, como Polaciones o Pesaguero
Sí, Pesaguero tuve la oportunidad de conocerla el año pasado. Siempre que las cosas cuadren estoy encantado de conocer sitios nuevos. Fue una tarde un poquito fresca, aunque creo que lo pasamos muy bien.
-Y de la montaña a la plaza más cercana al mar que hay en España, que es la de Santoña.
-Es una plaza con mucho encanto, tiene mucho sabor y está muy bien cuidada, con mucha personalidad. Y la verdad que siempre que he toreado he tenido la suerte de pasarlo muy bien y de tener muy buena química con su afición. Desde que me enteré que iba este año, la tengo apuntada como uno de los sitios especiales de la temporada.
-¿Cómo valora hasta ahora la temporada?
-Estoy muy contento porque por fin he recuperado el ritmo que estaba buscando. Después de los dos años de atrás con la lesión de la espalda estuve muy limitado y sin recuperar el sitio que yo quería y este año por fin ya he recuperado tanto la movilidad como la fuerza.
-¿Cómo se mantiene la ilusión después de 25 años delante de los toros?
-La ilusión se renueva tratando de hacer cosas nuevas. Uno como torero también va evolucionando y buscando cosas. Que cada cierto tiempo una nueva ambición le llama la atención. Que uno sea capaz de ilusionarse y ponerse el traje de luces con ganas de seguir aprendiendo y de seguir creciendo y la gente siga queriendo verte al final es un vínculo único y especial.