La residencia de mayores de Villacarriedo suma ya 29 positivos
El centro ha derivado a los residentes afectados a Suances y ha habilitado una planta entera para los nuevos contagios que puedan registrarse
Si algo ha demostrado el covid-19 a lo largo de estos meses es que no descansa. El bicho no concede ni una tregua y ... por eso bajar la guardia no es una opción. Lo saben bien en la residencia de mayores San José de Villacarriedo donde se habían mantenido libres de coronavirus durante toda la pandemia. Una situación que cambió hace apenas una semana cuando la enfermedad encontró un resquicio por el que colarse y cruzar la puerta del centro por primera vez. Entonces dos residentes y un trabajador dieron positivo en la prueba PCR. Pero a estas alturas (viernes 16 de octubre) el brote suma ya 29 contagios, de los cuales 23 corresponden a usuarios. En total, segun ha actualizado hoy la directora general de Salud Pública, Paloma Navas, hoy tiene 44 casos activos en todo el pueblo -33 en los últimos siete días-. Un brote «muy grande», en palabras de Navas, quien ha señalado que «es un fenómeno habitual que el aumento de incidencia que se da en la comunidad llegue a los sectores más vulnerables, como son las residencias».
Ha sido «inesperado» y, por supuesto, preocupa. Ahora el objetivo es sólo uno: conseguir poner freno a la expansión del virus y en el centro están «volcados en sacar esto adelante», explicaba ayer a El Diario Montañés la directora de la residencia, Elena López, que destacaba el incesante trabajo de sus compañeros. Aunque la preocupación es inevitable, por el momento respiran algo más tranquilos al saber que «la mayoría de los residentes son asintomáticos» y, quienes sí presentan algún síntoma, es «fiebre baja», pero no se ha complicado el «estado clínico».
Lo cierto es que durante la mañana del jueves, si uno esperaba a las puertas de la residencia, veía poco movimiento o más bien nada. El ruido lo pusieron la lluvia y el motor de un par de vehículos que se dejaron caer por los alrededores de la zona, pero las visitas fueron las justas. Concretamente un repartidor que a la salida reconocía que «había jaleo» porque dejó el pedido fuera. Y la llegada del farmacéutico con un encargo urgente que lo entregó por la ventana. Eso es lo que se observaba desde la calle, dentro la preocupación por el traslado de los residentes afectados por la enfermedad a la residencia de Suances -el lugar habilitado para pacientes covid en Cantabria-, mantuvo a los trabajadores sin un minuto libre.
Lo contó la directora cuando se acercó a la puerta para explicar la situación. «Estamos a tope». Y, más o menos, cuando el reloj marcaba las 11.30 horas de la mañana, se hizo el último traslado y abandonó San José uno de los pocos vehículos que interrumpieron el silencio, una ambulancia. No, aquel no era el último positivo de la residencia porque unas horas después a los 17 usuarios contagiados se sumaron otros dos. Pero a partir de ahora el protocolo será otro. Ya no se derivarán los afectados a Suances, sino que se quedarán en la misma residencia San José. «Ahora que tenemos más plazas libres, estamos habilitando una planta entera sólo para personas con covid» para el caso de registrar nuevos contagios, señalaba la directora. Esa fue la petición que les hicieron desde el Icass. Por supuesto que, de forma previa, todos los residentes contagiados ya estaban aislados en sus habitaciones y separados del resto del grupo, pero ahora tendrán un espacio específico dentro del centro.
«Queremos transmitir tranquilidad a las familias. Aquí hemos reforzado la limpieza y los contagiados continúan asintomáticos»
Elena López - Directora de la residencia
«Nadie se explica lo que ha pasado y vamos a esperar antes de tomar medidas. Estamos a disposición de Sanidad para ayudar»
Ángel Sainz - Alcalde
«La vida sigue, pero hay preocupación y la gente ha limitado sus salidas. Ya no se para tanto en el bar, vamos del trabajo a casa»
Yolanda Diego - Vecina
En la residencia la reacción no se hizo esperar y esta fue una de las primeras medidas que adoptaron. Mientras el resto de usuarios también estaba en sus habitaciones. La otra parte de la agenda de los profesionales se ha llenado con las labores de limpieza. Un servicio que se ha «reforzado» con la incorporación de una trabajadora más para garantizar la seguridad de quienes pasan por la residencia. «Hemos desinfectado las diferentes zonas y pulverizado todo el centro con la máquina de ozono», añadía López. Todo para intentar eliminar cualquier rastro del bicho.
Extremar las precauciones
La limpieza es primordial, pero también los equipos de protección. Por eso los EPI han vuelto a formar parte del uniforme diario. Y, aunque nadie salió de la residencia, si fue posible ver a algún trabajador equipado con mascarilla, pantalla y bata mientras limpiaba las ventanas de las habitaciones. Dado que apenas había ruido, sólo cuando se acercaban al cristal podía intuirse movimiento en el centro. Cualquier precaución o medida sanitaria que sirva para mantener a raya al bicho es poca. La prioridad es parar los contagios y conseguir dejar atrás este brote.
Ante todo la directora de la residencia quiso lanzar un mensaje de «tranquilidad», sobre todo a los familiares. Y dejar claro que allí se han adoptado todas las medidas que se consideran necesarias. No sólo desde el punto de vista sanitario, también organizativo. Por ejemplo que los profesionales hagan turnos de doce horas e intenten trabajar más días seguidos para así limitar las entradas y salidas de la residencia. «Hemos sido transparentes durante toda la pandemia» y eso ahora no va a cambiar, resumió la directora. Por eso se están encargando de llamar a los familiares de todos los residentes y ponerles al corriente de la situación sanitaria.
Precisamente habilitar dos pisos donde los trabajadores puedan descansar y mantenerse aislados es una de las propuestas que el alcalde del municipio, Ángel Sainz, incluyó en una carta que envío a la Consejería de Sanidad. En la misiva hace referencia a la «disponibilidad que tenemos para ayudar». El regidor, que de momento se mantiene prudente, está en contacto también con los responsables de Salud Pública, pendientes de cómo avanza el brote para ver «qué medidas tomamos porque veo que la situación se puede complicar», reconocía. Un brote que «no me esperaba», añadía. Y es que «parecía que poco a poco iban saliendo de la cuarentena los contagiados de los otros focos y de pronto aparece lo de la residencia». Algo que, desde luego, «nadie se explica». El alcalde se reunió el miércoles por la tarde con los concejales del ayuntamiento para informarles de la situación mientras se mantienen a la espera de si el avance del covid requiere la aplicación de más medidas. No obstante, al menos de momento, no parece que vaya a adoptarse este camino.
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La preocupación del consistorio y la residencia se extiende también a los vecinos. La inquietud comenzó cuando Sanidad empezó a confirmar la escalada de contagios en el municipio. Un aumento que llevó a la Consejería a habilitar un punto de pruebas PCR para hacer test masivos a los vecinos. Saber que el covid sigue en la calle mantiene en vilo a una población en su mayoría de edad avanzada. Lo reconocía Yolanda Diego Pérez mientras esperaba en la cola de la farmacia. «Mantenemos la normalidad porque la vida sigue, pero hay preocupación», reconocía. Y esa intranquilidad se traduce en limitar las salidas y reducirlas a las imprescindibles. «Vamos de casa al trabajo y al revés, no hacemos otra cosa», explicaba la ganadera que, por suerte, no tiene que cruzarse con nadie cuando va a trabajar. «Ya no se para tanto en el bar y no hay grandes reuniones en la calle», resume.
Eso lo comenta ella, pero también es algo que puede verse si uno se da un paseo por allí. Pocos fueron los vecinos que se dejaron ver por el centro de Villacarriedo y los establecimientos que pudieron presumir de más cola fueron la farmacia y el registro de la propiedad. Si bien es cierto que ayer el tiempo tampoco invitaba a abandonar el calor de casa para bajar a tomar un café o darse una vuelta.
A pesar de la cola, también Eduardo Diego Abascal, farmacéutico en Villacarriedo, ha percibido que por la calle se ven menos paseantes. «Sí, ya no hay tanto movimiento de personas. Se nota que la gente se está quedando en casa». Y reafirma que hay «intranquilidad». Lo reconocía otro vecino, Francisco Arévalo. «Mi madre apenas sale a la calle porque es mayor» y tener un brote cerca de casa «genera más preocupación todavía». Sobre todo si, encima, «sales y ves a gente que no cumple las medidas sanitarias», añadía.
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