El vertedero de Castañeda estará listo para recibir amianto la próxima primavera
La empresa Iacan está ejecutando obras de impermeabilización y la construcción de un segundo vaso de depósito
El vertedero de Carceña, en Castañeda, estará listo para el depósito de amianto la próxima primavera, una vez concluyan las obras correspondientes a la segunda ... fase del desarrollo de la instalación, previstas y autorizadas desde 2009, que comenzaron el pasado mes de junio y tienen una duración estimada de nueve meses. Los trabajos que se están ejecutando supondrán la impermeabilización del terreno hasta una cota más elevada y la construcción de un segundo vaso, destinado exclusivamente al depósito de amianto.
Como explicó Luis Antonio Roldán, gerente de Integraciones Ambientales de Cantabria (Iacan), propietaria de las instalaciones, estas obras ya estaban planificadas desde el origen del vertedero –destinado en principio a residuos no peligrosos de origen industrial–, que aún contempla que se acometan otras dos fases en el futuro, sin plazos todavía fijados. Roldán apuntó además que habilitar la instalación para la admisión de residuos de amianto no estaba entre los objetivos de Iacan, que solicitará la autorización correspondiente a instancias del Gobierno regional, al entender que la empresa presta «un servicio público» y cumple así «un deber social».
Las claves
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Autorización Carceña solicitará la habilitación para recibir amianto a instancias del Gobierno regional
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Amianto Es un residuo relativamente seguro: no sufre reacciones y tampoco se degrada ni da origen a lixiviados
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Procesado Los restos de amianto llegarán embalados, la mayor dificultad reside en su manipulación
La adecuación del vertedero de Castañeda para que se deposite amianto viene a coincidir con los planes de desmantelamiento de la antigua Residencia Cantabria. De hecho, fue el consejero de Salud, César Pascual, quien, el pasado mes de junio, ya adelantó que los materiales contaminantes retirados del edificio no tendrían que trasladarse fuera de la región, que para ese momento ya dispondría «de un vertedero que admita residuos de amianto en la Comunidad».
Sumada a la necesidad de encontrar destino al amianto que se retirará durante la demolición de la Residencia Cantabria –un material que hasta ahora se enviaba a vertederos situados fuera de la región–, se encuentra la obligación de cumplir los objetivos fijados por la Unión Europea para su progresiva retirada, según los que antes de 2028 todos los edificios públicos deben tener identificado y retirado todo el material de este tipo que contengan, un plazo que se amplía hasta 2032 para eliminarlo del resto de infraestructuras, tanto públicas como privadas, una operación que generará una gran cantidad de residuos.
La noticia de que Castañeda sería el emplazamiento elegido para el depósito del amianto, desvelada por El Diario Montañés hace un mes, ha causado cierto revuelo, al menos a nivel municipal, después de que el PSOElocal expresara su preocupación tras enterarse, exigiendo garantías de que esa actividad no entrañará ningún riesgo para los vecinos.
En realidad, el amianto, pese a tratarse de un residuo peligroso, es relativamente fácil de manejar. El riesgo que representa este material para la salud reside en que puede liberar fibras microscópicas que se expanden por el aire y que, al ser inhaladas, se introducen en los pulmones, llegando a originar distintas enfermedades. No obstante, y según exige la ley, los residuos de amianto deben llegar a su lugar de depósito envasados en plástico o convenientemente encapsulados para evitar precisamente esta emisión de fibras. Además, para asegurar que no se desprendan, la zona donde se deja el material ha de ser cubierta diariamente, y, una vez alcanzado el límite de capacidad del depósito, se colocará sobre él una cubierta final.
Residuos embalados
La operación más delicada de todo este proceso reside en la manipulación del amianto, que deberá realizarse de tal forma que no se rompa el embalaje que lo recubre, puesto que, una vez depositado, el amianto no sufre reacciones, ni se degrada, ni da origen a lixiviados, motivo por el que puede ser llevado a vertederos de residuos no peligrosos.
El gerente de Iacan señala que la planta, que empezó a operar en 2012, «fue diseñada cumpliendo los más altos estándares del momento», una circunstancia que le ha permitido seguir cumpliendo «holgadamente» los requisitos normativos cada vez más restrictivos para un vertedero de residuos no peligrosos, y que incluso satisface las exigencias para una instalación destinada a recibir residuos peligrosos.
Su origen hay que buscarlo en el agotamiento del preexistente vertedero de El Mazo, que, alrededor de 2005, llevó a buscar el emplazamiento para otro nuevo que diera soporte a las industrias de la Comunidad. La Universidad de Cantabria fue la encargada de realizar el estudio de posibles localizaciones, atendiendo no sólo a criterios ambientales, sino también a que proporcionase una solución a medio plazo y tuviera una ubicación cercana al eje industrial Torrelavega-Santander. Los terrenos del vertedero de Carceña abarcan un total de 65 hectáreas, de los que unos 120.000 metros cuadrados están ocupados con residuo. El volumen total que puede recibir es de 7,5 millones de metros cúbicos.
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