Electricidad Mier apaga su escaparate

Jubilación. ·
Teresa Oria se despide de su tienda en la calle Isabel II tras casi 50 años de trabajo «incansable» al servicio de sus clientes

Candela Gordovil

Santander

Jueves, 29 de febrero 2024, 01:00

Teresa Oria tenía 14 años cuando entró a trabajar en Electricidad Mier, una tienda-taller especializada en iluminación que se encuentra en el número 19 ... de la calle Isabel II, en Santander. «Me acuerdo perfectamente del primer día. Fue el 5 de agosto de 1974. Había acabado el colegio hacía un mes y mi madre sabía que buscaban gente para trabajar. Así empecé», relata. Desde aquello han pasado casi cincuenta años y lo único que ha hecho ha sido «trabajar, trabajar y trabajar». Eso, a pesar de que le gustaría haber continuado estudiando. «Las circunstancias personales no me lo permitieron, pero era muy buena en clase», expone. A un día de jubilarse -mañana se despide para siempre del negocio-, reconoce que lo ha pasado «muy bien», pero que los últimos años le han «quemado mucho». «Las sucesivas crisis, la subida del precio del alquiler, las compras por internet... He pensado que lo mejor era dejarlo aquí», explica.

Justo antes de subir por las inclinadas escaleras de la tienda, hay un cartel blanco en el que se puede leer: «1 de marzo, cerrado por jubilación». «No sabes la cantidad de gente que lo ha visto y me ha dicho que a ver qué hacen ellos ahora, que a quién llaman si necesitan arreglar algo, que les da mucha pena...». Incluso gran parte de esa clientela fiel se ha acercado en los últimos días simplemente para decirle adiós. «Claro que me da pena cerrar, han sido muchos años», expresa emocionada.

Aun así, Oria no quería que su hijo heredara el negocio. «Hubo un tiempo en el que yo no podía trabajar porque se me rompió el tendón de Aquiles y estuvo al frente del negocio mi hijo. Le conocía todo el mundo». Pero, teniendo en cuenta la situación «tan complicada» que vive el comercio local, prefiere cerrar definitivamente este capítulo. «Lo que no quiero para mí, no lo quiero para mi hijo», reconoce.

Teresa comenzó a trabajar muy joven, cuando el negocio ya tendría «unos quince años» y pertenecía a Raimundo Mier. Sus primeros cuatro años fueron de «aprendizaje». Después fue «ayudante de dependienta» durante doce años y los siguiente diez ya ejerció como dependienta. Hasta que en el año 2000 se hizo cargo del negocio. «Al principio teníamos un taller y oficinas además de la tienda. Hacíamos obras importantes, instalaciones completas, avisos en casas...», rememora. Una mujer joven que, lejos de hacerse pequeña en «un mundo de hombres», encontró su hueco. Tanto, que se quedó al frente de la tienda ella sola. «He arreglado lámparas hasta de cinco brazos, cableándolas enteras, he aprendido de todo. Y ha sido por trabajar y trabajar. No hay más truco», añade.

Huye del elogio y entiende que el gran éxito que ha cosechado su negocio se debe a su ubicación, «muy céntrica» y cerca de la Estación de Autobuses. «Venía muchísima gente en autobús de los pueblos a comprar. Entonces antendíamos hasta a tres personas a la vez, llegaban riadas de personas. Teníamos colas hasta la calle», expresa. Aunque a esa lista de motivos también hay que sumar el «excelente trato» que ha tenido con sus clientes. Lo dicen ellos mismos. Pero con ellos no es suficiente para mantener el negocio: «Lamentándolo mucho, no vivimos de los clientes que llevan viniendo siempre. La subida del precio del alquiler del local nos hizo daño, como a todos los comercios locales. También las sucesivas crisis, y ya el covid nos mató».

¿Y a partir de ahora? «Nada de descansar, ahora a cuidar a mi madre, que me necesita a tiempo completo», concluye Teresa.