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El Museo Marítimo del Cantábrico acaba de ampliar su exposición incorporando medusas a su colección de ejemplares vivos. De momento, dos tanques de agua albergan decenas de individuos de un par de variedades, con la previsión de ir ampliando el número de estas gracias a la adquisición de otras nuevas y al trabajo del laboratorio de cría que se ha puesto en marcha.
En el tanque más grande, de forma cilíndrica y 2.000 litros, está la medusa común (Aurelia aurita), una variedad que se encuentra en el Cantábrico; en el otro expositor, rectangular y con casi 1.500 litros de capacidad, se han ubicado las medusas de puntos blancos (Phylloriza punctata), originales de Australia, y que los visitantes del Museo podrán contemplar hasta que sean reemplazadas por otras propias de la zona: la iluminación de color cambiante de los acuarios, y el elegante movimiento de las pequeñas medusas contribuye a crear un efecto casi hipnótico en el visitante. «Se van a tener especies típicas del Cantábrico y no vamos a generar captura en el mar para tener, sino que se van criando», explicó el director del centro, Gerardo García-Castrillo.
El Gobierno regional ha invertido cerca de 50.000 euros en esta instalación, cuya puesta en marcha coincide con el cuadragésimo aniversario del centro. Según destacó el vicepresidente y consejero de Universidades, Igualdad, Cultura y Deporte, Pablo Zuloaga, que se confesó «ilusionado» por la inauguración de este nuevo espacio, el Museo Marítimo «es el más visitado de Cantabria». «Un día como hoy está lleno de familias que visitan nuestra tierra, y que están educando a sus hijos e hijas en la preservación de los océanos. Es algo que ha hecho el Museo Marítimo en sus cuarenta años de historia, esa divulgación de la importancia del cuidado de los océanos».
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En este sentido, Gerardo García-Castrillo –con cuyo nombre ha sido bautizado el medusario–, destacó la importancia de las medusas en el medio marino, pues son indicadores certeros de la salud del ecosistema, y tanto su excesiva abundancia como una anormal escasez deben hacer saltar las alarmas.
En el laboratorio de cría, que el público puede observar a través de sus paredes de cristal, se encuentran ejemplares jóvenes y otros en reproducción. «En este momento tenemos ejemplares juveniles: nos ha cogido el problema del transporte y no han podido llegar los adultos, y la idea fundamental es que nos autoabastezcamos», dijo el director del Museo. Así, las primeras medusas se han obtenido de pólipos enviados de otros centros; continuando con su ciclo vital, las medusas crecen y, al llegar a la edad adulta, se fecundan entre ellas, dando origen a nuevos pólipos. «A nosotros nos han suministrado los pólipos, ya están naciendo las medusas pequeñas y esperamos que a final de año o antes empecemos a cerrar el ciclo».
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