El juez descarta el homicidio doloso en el caso del atropello mortal de la S-20

Cuando acordó su ingreso en prisión provisional el pasado 17 de enero, dos días después del trágico suceso, el instructor imputó al conductor –que había consumido marihuana y cocaína antes del atropello– un delito de conducción temeraria en concurso con un delito de homicidio por imprudencia grave, otro de abandono del lugar del accidente, un delito contra la seguridad vial por no contar con carné de conducir, allanamiento de morada y hurto de uso.

En ese momento, y con las pruebas que tenía sobre la mesa, el magistrado consideró que en la actuación del procesado no había dolo (intención de matar), ni siquiera un dolo eventual (cuando no tienes intención de matar pero eres consciente de que con tus actos puedes causar la muerte y aún así prosigues con la acción).

Esa tesis se ha visto respalda hace unos días tras conocer el informe de imputabilidad que han realizado recientemente las forenses del Instituto de Medicina Legal (IML) y que concluye que Mirones tiene una «afectación moderada» de sus facultades cognitivas y volitivas por su adicción a las drogas. Es decir, que en el momento de los hechos no era plenamente consciente de lo que hacía. Tanto es así, que, según ha podido saber este periódico, el día anterior a los hechos sufrió un «brote psicótico» por su adicción a las drogas. Una situación que arrastró hasta el día siguiente, cuando cometió los hechos.

Esta es una de las razones por las que el instructor descarta que haya dolo en la actitud del procesado, cuyo juicio de culpabilidad se ve influido por esa «afectación moderada», aunque «no le exime de la imputabilidad».

Tal era la afectación por las drogas que tenía este hombre el día de los hechos, que, cuando se produjo el atropello, se acercó a la víctima y «se puso a llorar y a dar gritos», según ha revelado el testigo principal del caso.

Aunque una de las acusaciones particulares ha recurrido el rechazo a la imputación por homicidio doloso, el juez ha dado un plazo de tres días a las partes para que pidan más diligencias antes de cerrar la instrucción. Y es que el magistrado ya tiene claro lo que ocurrió. Como se recordará, el investigado sustrajo sobre las 15.40 horas, del 15 de enero, una furgoneta de una empresa de seguridad en la calle Ruiz de Alda y condujo con ella por la ciudad durante una hora tras haber consumido cocaína y marihuana, «que le afectaba gravemente a la conducción».

Como consecuencia de ello, «realizó una conducción gravemente irregular y a gran velocidad, colisionando con dos turismos que ocupaban la S-20». A las 16.30 horas, la Policía Local recibió una llamada informando que en la rotonda de la Avenida de la Constitución confluencia con la calle Justo Colongues, una furgoneta (la que había sustraído el detenido) había colisionado con otra y el conductor se había dado a la fuga sin aportar datos (y sin causar heridos). Cinco minutos más tarde, otra llamada comunicó que se había producido un grave accidente un poco más adelante, en la glorieta de la Avenida de la Constitución confluencia con la calle Repuente.

Mirones circulaba a gran velocidad y atravesó la rotonda por su zona ajardinada, siguiendo una trayectoria rectilínea, saliendo a los carriles de circulación, donde colisionó con un turismo (resultando herida leve una pasajera menor de edad) y prosiguiendo la marcha subiéndose a la acera, circulando por ella 35 metros, impactando con una farola del alumbrado público y atropellando a la mujer de 72 años, que estaba esperando para cruzar por el paso de peatones regulado por semáforos. El impacto le causó a la mujer «un traumatismo craneocervical que le provocó la muerte inmediata».

Tras cometer el hecho, «huyó del lugar del accidente y accedió a un chalé, sin permiso, donde fue detenido por la Policía».