Un McDonald's en Puertochico: un visto bueno con matices de los comerciantes
La mayoría ve la llegada de la cadena de comida rápida al mercado como «una oportunidad de negocio», mientras a otros no les hace «gracia» la incorporación
Una pared blanca separa todavía lo que inicialmente se dijo que iba a ser un espacio para «locales de pinchos», al estilo de otros mercados ... europeos, del resto de negocios de la plaza. Hoy, poco antes de cumplirse un año de la reapertura del Mercado de Puertochico, ese muro sigue en pie y tras él, lo que se esconde lo ocupará a partir de ahora un McDonald's. El primero en instalarse dentro de un mercado municipal de Santander. La confirmación, hecha pública a finales de agosto por el Ayuntamiento, ha reavivado el debate en torno a la identidad de este espacio.
Entre quienes se muestran más positivos por la llegada de la cadena de comida rápida al mercado está Beatriz Chocarro, empleada de Frutas Isabel, que reconoce que la remodelación ha supuesto un salto de calidad para todos los puestos. «Hemos pasado de estar en la cueva de Altamira a estar en el Centro Botín», señala de forma expresiva, subrayando que «cualquier negocio que abra ayudará a atraer clientela». Una opinión similar comparte Mila Sáez, de la Carnicería del Castillo, para quien lo importante es que el local cerrado comience a funcionar. «Es mejor que esté abierto a que siga vacío. Cuanta más gente haya por aquí, mejor para todos», afirma.
La noticia ha sido recibida con ilusión por algunos comerciantes, que consideran que la presencia de una marca de referencia internacional puede atraer a un público más amplio y diverso. Carmen Peña, de la Pescadería Los Tesoros de Samuel, cree que esa afluencia puede beneficiarles directamente. «Si entran los hijos, los padres se quedarán a comprar», razona, convencida de que «cualquier incremento en el tránsito de personas se traducirá en más ventas para los puestos tradicionales».
Pero no todos comparten este entusiasmo. Juan Manuel Bordás, de la Frutería Angelines, cuarta generación de una familia que lleva en el Mercado de Puertochico desde 1981, admite que la idea le resulta extraña. «No me entusiasma mucho meter un McDonald's en un mercado de barrio. No me hace gracia» confiesa, recordando que lo que se anunció al principio era «un proyecto con bares de pinchos y una oferta gastronómica más vinculada a la tradición local».
Entre las dudas que genera la llegada de la franquicia, varios comerciantes mencionan la limpieza como la máxima preocupación. Temen que la presencia de un local de comida rápida pueda multiplicar los residuos y obligar a reforzar el mantenimiento del mercado. «Lo único malo es la sociedad que pueda crear. Si entran veinte niños y lo dejan todo tirado, al final repercute en nosotros y en cómo van a percibir los compradores el espacio», comenta una de las vendedoras, quien teme que la convivencia diaria pueda verse alterada si no se controla adecuadamente el uso de las zonas comunes.
Más allá de las valoraciones personales, la mayoría de los vendedores coincide en que lo que más desean es que las obras comiencen «cuanto antes». Según los plazos que manejaban, la reforma del espacio debía arrancar en septiembre y la apertura podría llegar en primavera de 2026. A Mila Sáez la llegaron a decir que pretendían tener la reforma terminada para diciembre, con intención de «usarlo durante las vacaciones navideñas». Sin embargo, de momento lo único visible sigue siendo el muro que divide el mercado desde el día de la reapertura en octubre del año pasado y sin rastro de obra por ningún lado.
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