Médicos sin Fronteras inaugura la muestra 'Sin ellas no hay futuro'
Martes, 5 de noviembre 2019, 13:42
Yvonne, de rosa en el centro de la foto, tiene 48 años y hace 22 que sufre una fístula obstétrica. Hoy acude junto con otras mujeres en su misma situación al centro Urumuri de MSF en Gitega, donde van a ser operadas
Kate Geraghty
Evelyne, de 23 años, será intervenida hoy. Desarrolló la fístula durante su segundo parto: dio a luz en la cuneta de una carretera, cuando intentaba llegar al hospital
Kate Geraghty
Una enfermera acompaña a Evelyne al quirófano. Una semana después de la cirugía, tendrá que empezar unos ejercicios diarios de rehabilitación, para recuperar el control muscular. La curación completa requiere un régimen muy estricto de cuidados posoperatorios, que pueden durar hasta seis meses.
Kate Geraghty
Tras recuperarse, Yvonne baila con otras pacientes
Kate Geraghty
Una alumna de un colegio femenino de Puerto Príncipe pasa delante de un mural que denuncia la opresión de la mujer haitiana; este es uno de los 140 países donde el aborto está restringido por ley
Patrick Farrel / Puerto Príncipe (Haití)
En el centro de Puerto Príncipe, una niña juega junto a una de las típicas farmacias en las que se vende ilegalmente un medicamento utilizado para inducir abortos: el misoprostol. Al comprarlo, la mujer no recibe ningún tipo de información sobre la dosis que debe tomar o sobre sus efectos, y por supuesto tampoco tendrá un seguimiento médico
Patrick Farrel / Puerto Príncipe (Haití)
Esta joven de 20 años llegó al hospital de urgencias obstétricas de MSF en Puerto Príncipe en estado grave: se había sometido a un aborto no seguro a manos de un sanitario sin licencia, un chalatan según la palabra criolla con la que se conoce popularmente en Haití a los curanderos. La chica tenía el útero perforado y sufría hemorragia y deshidratación severas. Sobrevivió, pero muchas otras no lo consiguen
Patrick Farrel / Puerto Príncipe (Haití)
Esta joven de 17 años, que vive en un pueblo en zona rural, está embarazada por segunda vez: un familiar de su marido la ha violado en repetidas ocasiones. Pero la familia no la cree. El año pasado, interrumpió su primer embarazo con misoprostol comprado en la calle; sus opciones ahora vuelven a ser igual de malas
Patrick Farrel / Puerto Príncipe (Haití)
Edna vive en Thyolo y es VIH-positiva: “Cuando me lo dijeron, me asusté mucho. Había ido a la clínica para saber si estaba embarazada y no para que me dijeran algo así. Pensé: ‘¿Cómo voy a decírselo a mi marido? ¿Y si me dice que nuestro matrimonio se ha acabado?”.
Sydelle Willow Smith | Thyolo, Malaui
Edna viste a su hija. Su marido la dejó, aunque al poco tiempo regresó. Con su apoyo, Edna consiguió que la niña naciera sin VIH.
Sydelle Willow Smith | Thyolo, Malaui
Estar en tratamiento durante el resto de tu vida... A Edna le llevó un tiempo enfrentarse a esta realidad y aceptarla. “Sabía que eso era un hecho, pero tenía muchas preguntas. ¿De verdad voy a tomarme esto el resto de mi vida? ¿Y cuánto tiempo es ‘el resto de mi vida’? ¿Qué pasará con mis hijos? ¿Podré estar sana y cuidarlos? ¿Qué pasa si interrumpo el tratamiento? ¿Qué pasa si se me acaba? Fui a las madres de apoyo con todas esas preguntas. Ellas me ayudaron a ser fuerte”
Sydelle Willow Smith | Thyolo, Malaui
Edna barre mientras su hija observa. Cuando la pequeña cumplió 2 años, se le realizó la última prueba de VIH: la niña estaba sana. “Me dijeron: “Tu hija es negativa, es definitivo. Gracias por tu gran trabajo y por haber cuidado de esta bebé’. Me hizo muy feliz que me lo dijeran”.
Sydelle Willow Smith | Thyolo, Malaui
El asesoramiento individual y los grupos de apoyo comunitarios han ayudado mucho a Edna y a otras mujeres en su misma situación.
Sydelle Willow Smith | Thyolo, Malaui
En el hospital público de Kabezi, una enfermera de MSF examina a Chantal; la joven, de 20 años, está embarazada y sufre fuertes dolores. El personal del centro había avisado a MSF tras constatar que la paciente necesitaba una atención quirúrgica de urgencia que allí no podían proporcionarle.
Martina Bacigalupo | Kabezi, Burundi
Tras estabilizarla, la enfermera acompaña a Chantal en una ambulancia de MSF al hospital de la organización.
Martina Bacigalupo | Kabezi, Burundi
El bebé es prematuro y viene de nalgas, y además Chantal está en riesgo de sufrir una ruptura uterina. El equipo de MSF le practica una cesárea de urgencia
Martina Bacigalupo | Kabezi, Burundi
Una matrona de MSF administra oxígeno al bebé; se quedará en observación durante una semana en la unidad neonatal.
Martina Bacigalupo | Kabezi, Burundi
Chantal se une a otras mujeres en la sala de cuidado canguro: los recién nacidos y sus madres están en contacto directo, piel con piel, de modo que el calor materno regula la temperatura del pequeño, se refuerza el vínculo afectivo entre ambos y se estimula la subida de la leche
Martina Bacigalupo | Kabezi, Burundi
Marilyn llegó al centro de apoyo familiar de MSF en Tari con heridas en la cara y la cabeza: su marido y su nueva esposa la habían golpeado. Muchas de las pacientes de este centro han sido agredidas por sus maridos, las coesposas u otros familiares
Varias mujeres rezan y cantan en la iglesia. “Para detener la violencia, intentamos que los chicos vengan a la parroquia”, explica una paciente de MSF. “Tengo un hijo. Me gustaría que fuera médico. Voy a hablar con él para decirle que no pegue a las mujeres, que no mate a nadie y que no robe”
Kate Geraghty | Tari, Papúa Nueva Guinea
Varias víctimas de agresiones esperan fuera de la sala de cirugía menor. Tratar las lesiones físicas suele ser la parte fácil: las pacientes se enfrentan a problemas mucho más graves que las heridas y fracturas. Por eso, la atención que MSF les ofrece incluye apoyo psicológico
Kate Geraghty | Tari, Papúa Nueva Guinea
En el centro médico, un recorte de periódico informa del asesinato de una mujer. “La prensa publica historias, y el Parlamento ha debatido el endurecimiento de las penas para violadores y agresores dentro de las familias”, explica Leonie, asesora en salud mental del personal papú de MSF. “Pero aún no se ha hecho nada”.
Kate Geraghty | Tari, Papúa Nueva Guinea
Yvonne ha vuelto a casa. Quiere ayudar a que se corra la voz: que las mujeres sepan que la fístula puede operarse. “Muchas ocultan el problema y mueren, cuando podrían salvarse”, dice
Kate Geraghty