Los novilleros cántabros triunfan en el coso de Cuatro Caminos
Por afluencia de aficionados, por lo entretenido del festejo y por las actuaciones de los novilleros cántabros, la clase práctica celebrada ayer en Cuatro Caminos ... fue un éxito.
Las reses a lidiar llegaban con el hierro de Vega de Algodor, propiedad de Dody Pérez Hernández, a la sazón uno de los ganaderos de Domingo Hernández. Con mezcla de encaste Vega-Villar y Santa Coloma vía Graciliano, los animales estuvieron bien presentados para una cita en la que, sobre la renovada arena de la plaza, había tres cántabros. Dos más veteranos, Eduardo Rodríguez y Hugo de Juana, y otro, Manuel García, que toreaba por primera vez un eral al completo. Una de las notas positivas del festejo de este domingo fue la gran afluencia de público, que llenó buena parte de la zona habilitada para los espectadores.
Tras el homenaje a Javier Gómez, uno de los grandes impulsores del festejo, Hugo de Juana abrió cartel con un primer novillo de origen Galache con el que lo mejor lo realizó por el pitón izquierdo. El santanderino, perteneciente a la Escuela Taurina de Badajoz, había saludado por verónica y colocado las banderillas con exposición antes de un último tercio en el que el burel no permitió fallo alguno, sobre todo por el derecho. Al final del trasteo saludó una fuerte ovación desde los medios.
Hugo de Juana y Eduardo Rodríguez fueron ovacionados y Manuel García dio una vuelta al ruedo
Con la alcaldesa de Santander, Gema Igual, ubicada en su lugar habitual durante la feria de Santiago, el encierro estuvo compuesto por cinco animales de origen Galache y uno de Santa Coloma, el que correspondió en quinto lugar a Manuel García. Nel, que le brindó el novillo a su padre, tuvo que pechar con un animal que siempre se defendió por manso y que fue el más complicado del festejo. El camargués porfió con la mano izquierda hasta trazar muletazos cadenciosos siempre buscando el pitón contrario, lo que le valió, tras tardar en pasaportar a la res, una vuelta al ruedo.
Antes, en el tercero, Eduardo Rodríguez había emborronado con la espada una labor paciente, con naturales de altura y que tomó vuelo con los circulares invertidos. El eral, como sus hermanos, tuvo el defecto de mansedumbre, aunque se desplazó con nobleza. Tras un quite por gaoneras el de Labarces dejó momentos de clase y gusto para saludar desde el tercio.
De entre los llegados de otros puntos de España, el segundo animal le correspondió a Jaime Padilla, aterrizado desde la Escuela Taurina de Málaga. Le tocó un añojo con movilidad, que se desplazó con nobleza en la tela y con el que nunca acabó de confiarse. El andaluz anunció sus intenciones con una ajustada portagayola, aunque su trasteo nunca levantó vuelo, lastrado más por las formas que por el fondo.
Martín Mendoza, de Camas, tuvo que perseguir por el ruedo a su oponente, un colorado lucero que siempre se fue suelto. Cuando logró encelar a la res, el sevillano trazó muletazos profundos, aunque a la faena le faltó continuidad por culpa de la condición del novillo. Cerró plaza Abel Rodríguez, de Castellón, que ya desde el inicio demostró su poso sobre la arena para cortar una oreja.
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