Las monjas de Belorado y Orduña consuman su cisma con la Iglesia católica
Las religiosas dan este paso pocas horas antes de que termine el plazo para presentarse ante el tribunal eclesiástico
Julio César Rico| Juanma Mallo
Viernes, 21 de junio 2024, 15:51
Las diez monjas de Belorado y Orduña han consumado este viernes su cisma con la Iglesia católica a través de un burofax enviado al Arbobispado ... de Burgos. En el último día de plazo para presentarse ante el Tribunal Eclesiástico, también han publicado un comunicado en Instagram en el que aseguran que se separan «libre y voluntariamente» de la «iglesia conciliar», surgida del «Latrocinio Vaticano II». Lo dicen un documento firmado por las «diez hermanas citadas a comparecer ante un 'tribunal eclesiástico', de cuya jurisdicción nos hemos separado, no teniendo capacidad, dicho 'tribunal', de jurisdicción sobre nosotras, para imponer 'penas espirituales' como lo es la farsa de excomunión». De hecho, consideran «nula» esta posible sanción.
Según indican, «nos adherimos a la verdadera Fe Católica y nos separamos libre, voluntaria y decididamente de la 'iglesia conciliar', fruto de madura, meditada y consciente reflexión, fue refrendado por todas, y firmado por nuestra Madre Abadesa» el 13 de mayo.
Afirman que han considerado «la mano tendida» de Iceta, pero la Iglesia conciliar no es la suya. Y que el manifiesto, por el que se adhirieron a la fe de Pablo de Rojas, fue «refrendado por todas, y firmado por nuestra Madre Abadesa», sentencian.
Para las seguidoras de la religión de De Rojas, el obispo excomulgado, y José Ceacero, el presunto sacerdote, antes coctelero y barman, las penas que les imponga el Vaticano «no son ni válidas ni legítimas, carecen de efectividad y son nulas e írritas (según la RAE: inválido, nulo, sin fuerza ni obligación).
Las diez religiosas ya han incurrido en excomunión 'latae sententiae' y sólo queda que el arzobispo de Burgos, Mario Iceta, promulgue los decretos de excomunión, un proceso que aún se va a demorar en el tiempo unos días y que ha de ser unipersonal, a cada religiosa.
No se sabe qué puede pasar con las cinco que no han manifestado nada, bien por ocultación de las diez compañeras de convento que han podido hurtarles esa información o por incapacidad.
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