Adiós a Rafaela González, pionera en la lucha contra la droga desde AMAT
Fundadora de la Asociación Montañesa de Ayuda al Toxicómano en 1985, convirtió su dolor en esperanza para cientos de familias
Bertolt Brecht dejó escrita una máxima: «Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay ... quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles». Y mujeres. Ha muerto una de ellas, una mujer coraje asentada en un cuerpo frágil pero fuerte como pocos.
Rafaela González Martínez había nacido hace 87 años en el seno de una familia humilde de Puente Avíos. Tras cursar estudios universitarios en Madrid, gracias a que allí residía parte de su familia, ejerció la profesión de docente en Cuenca, desde donde se vino a vivir a Suances tras contraer matrimonio con Amado Cabo; abandonó su magisterio para dedicarse a su familia de ocho hijos. Su historia es también la de una generación entera, marcada por el sacrificio, el silencio y la fortaleza ante las dificultades cotidianas.
Su suerte cambio el día que descubrió que uno de ellos, Javier, el mayor, había caído en la terrible trampa de la heroína que se llevó a una parte de la que entonces se preparaba para ser una gran juventud. Fue entonces, en 1985, cuando, junto a un grupo de padres y madres afectados también por esa plaga, decidieron fundar en Torrelavega AMAT (Asociación Montañesa de Ayuda al Toxicómano), siendo la más veterana en armarse contra la desgracia de la droga.
Las claves
Entrega
Dejó el magisterio para volcarse en su familia y acabó liderando una lucha colectiva contra la heroína
Asistencia
Su labor abrió caminos de esperanza y salvó innumerables vidas en Torrelavega y Cantabria
Su labor preventiva y asistencial traspasó las fronteras de la ciudad, gracias a una labor ingente que, probablemente, ha salvado cientos de vidas. Fue una mujer fuerte y valiente, aunque el valor de mujeres como Rafaela no radica en no tener miedo, sino en seguir adelante a pesar de él. Son madres que, contra todo pronóstico, se convirtieron en faros de esperanza iluminando a otras familias en la misma tormenta.
Siempre decía que al descubrir que un hijo ha caído en la terrible enfermedad de la toxicomanía no puedes quedarte en casa lamentándote, y que lo primero que había que hacer era actuar. Por esta razón, bajo la coordinación de Rafaela, los padres se organizaron y fueron adquiriendo conocimientos, informándose sobre todas las formas de ayuda pero, sobre todo, apoyándose unos a otros. «La razón que nos impulsó a unirnos a pesar de todo nuestro problema fue, que, si podíamos ayudar a nuestros hijos, por qué no ayudar también a todos aquellos jóvenes que estaban en la misma situación», explicaba en una entrevista.
AMAT, como asociación constituida legalmente, comenzó en 1985, desde la que fundaron la tradicional marcha popular, también pionera en este ámbito.
Rafaela fue reconocida a los largo de su vida por su trabajo, que llevó a cabo hasta el final de su existencia. Su recuerdo permanecerá siempre vivo en quienes la conocieron y en las familias que hallaron consuelo gracias a su generosidad. Descanse en paz quien tanto bien hizo.
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