Torrelavega esculpe su memoria
La ciudad impulsa su identidad cultural con nuevos monumentos, como los bisontes del Plan Turístico, entre el recuerdo histórico y el arte contemporáneo
Torrelavega ha hecho del arte público una herramienta para dialogar con su historia. Un proceso de recuperación y resignificación que avanza a distintas velocidades, con ... proyectos ya culminados, otros aún sin adjudicar y piezas en pausa. Entre ellas, cinco bisontes de acero corten, esculturas que resumen la voluntad del municipio por recuperar su identidad más antigua. Obra del artista aragonés Carlos Otal, estas figuras son ya una realidad física, aunque todavía no han sido presentadas de forma oficial.
Las piezas, diseñadas como parte del Plan de Sostenibilidad Turística 'Torrelavega 4.0, hacia el 035', fueron adjudicadas el pasado año por un total de 44.889 euros con cargo a los fondos europeos Next Generation. Cada escultura mide 2,20 metros de largo y está construida en chapa corten, con una estructura interna que garantiza su estabilidad. Como ya adelantó este periódico, a pesar de estar ya almacenadas en una nave municipal, aún no se ha definido ni su ubicación ni quién las pintará. El Ayuntamiento baraja que su presencia sea itinerante, como elementos móviles que puedan rotar por distintos puntos del municipio.
El monumento dedicado a las corales espera su lugar en Pequeñeces, pero sigue sin adjudicarse
Este proyecto no es un caso aislado. El Plan de Sostenibilidad Turística (PST) contempla también la reproducción del desaparecido monumento a Adolfo Ruiz de Rebolledo. El Ayuntamiento busca devolver a la ciudad una figura que, tras décadas de traslados y desapariciones, acabó por perderse sin dejar rastro. El busto original fue encargado en 1907 por el entonces alcalde, Ramón Fernández-Hontoria, conde de Torreanaz, como homenaje al médico taniego que impulsó la primera traída de aguas a Torrelavega. El nuevo conjunto escultórico, que costará 45.980 euros, tiene un plazo de ejecución de cuatro meses una vez adjudicado. De momento, el proceso sigue en fase de licitación, sin fecha prevista para su ejecución ni emplazamiento definitivo, aunque se ha adelantado que será «en un lugar céntrico de la ciudad».
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Además de estas dos esculturas vinculadas al plan europeo, la capital del Besaya prevé una tercera intervención: un monumento en homenaje a los coros y corales de Torrelavega. Aunque no forma parte del PST, esta obra ha sido impulsada desde la Concejalía de Movilidad y Urbanismo como reconocimiento al valor cultural de agrupaciones como la Sociedad Coral –que este año celebra su centenario–, el Coro Santa María de Solvay y el Ronda Garcilaso, entre otras. El Ayuntamiento ha reservado hasta 48.400 euros para una escultura que se ubicará en la Plaza de José María González Trevilla (Pequeñeces). La licitación, iniciada por segunda vez en febrero, sigue aún sin adjudicatario.
La escultura en homenaje a Ruiz de Rebolledo busca autor para devolver un símbolo desaparecido
Tres esculturas, tres tiempos, tres etapas diferentes. Los bisontes están terminados, pero aún sin intervenir ni ubicar. El monumento a Ruiz de Rebolledo permanece a la espera de autor que le dé forma. Y la obra dedicada a las corales, sin avances desde marzo, sigue pendiente de adjudicación pese a ser una iniciativa largamente reivindicada.
La Lechera
Esta diversidad de ritmos no es nueva en el paisaje artístico de la ciudad. Desde 1996, con la creación de la Colección Norte por parte de la Consejería de Cultura, Torrelavega ha buscado consolidar una identidad vinculada al arte contemporáneo. La futura sede de esta colección en el edificio de La Lechera, actualmente en proceso de transformación, pretende hacer de la capital del Besaya «el epicentro de la cultura cántabra», tal y como se recoge en el documento estratégico del ya mencionado Plan de Sostenibilidad Turística. Las nuevas esculturas no solo dialogan entre sí, sino también con este futuro museo que marcará un antes y un después en la vida cultural del municipio.
El arte en la calle –como el que representan estas obras– actúa como testigo de la historia compartida. Y aunque el camino no esté exento de incertidumbres, la intención es clara: construir, a través del arte público, una Torrelavega que se reconozca en su pasado, se enorgullezca de su presente y se proyecte con ambición hacia el futuro. ¿Quiénes fuimos, quiénes somos, quiénes queremos ser?
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