Los vecinos de Julián Ceballos estudian medidas legales para detener el proyecto
El colectivo integrado por empresarios y residentes contrarios a la renovación ejecutada en esta arteria analiza el recorrido de su protesta en los tribunales
El enfrentamiento que mantienen algunos vecinos de la calle Julián Ceballos con el Ayuntamiento de Torrelavega a propósito de la remodelación que la Administración ... municipal está ejecutando en esta histórica arteria de la ciudad sigue reflejando un escenario irreconciliable. Irreconciliable y cada vez más tenso. La plataforma espontánea integrada por esta oposición vecinal, Julian Ceballos Se Mueve, está estudiando medidas legales para llevar su causa, la de detener el proyecto, hasta los tribunales de Justicia. Corroborado el «desinterés» de los responsables de la coalición (PRC-PSOE) por el descontento que ha generado esta rehabilitación, los residentes y comerciantes que nutren el colectivo han decidido dar un paso más y empezar a analizar el recorrido judicial de una protesta con la que se ha solidarizado toda la oposición (PP, ACPT, Cs y Torrelavega Sí) y sigue sumando semanas de concentraciones en la calle.
Claves
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Los viernes a las 20.15 horas La plataforma convoca una concentración todas las semanas para protestar contra esta «chapuza»
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Atada a los fondos europeos El Consistorio sostiene que la rehabilitación, valorada en 1,5 millones, no tiene vuelta atrás a estas alturas
Ya ha pasado más de un mes desde que la desconfianza hacia los primeros resultados de la obra pasó a ser un manifiesto contra el «abuso del asfalto», la «carencia de zonas verdes», el «carácter nocivo» de algunos materiales utilizados en la actuación y los «cambios sobre la marcha». Las concentraciones ya se han convertido en una cita fija para la plataforma y sus simpatizantes, convocados todos los viernes en la confluencia de la calle con su perpendicular Alonso Astúlez, a las 20.15 horas. «Esperemos que se den cuenta de que no vamos a parar y seguiremos luchando hasta donde haga falta», avanzaba en la última cita de estas características una de sus portavoces, Eva Stolper Falkenthal.
Hoy, esas palabras cobran mayor significado que nunca. Entre tanto, el Ayuntamiento -tanto el PRC como el PSOE- han dejado claro que la obra, valorada en 1,5 millones de euros y adjudicada a Rucecan, no tiene vuelta atrás porque su ejecución está supeditada a los fondos europeos. Tanto el alcalde, Javier López Estrada, que asocia una hipotética detención de las labores con la pérdida de 1,6 millones, como el concejal de Obras, José Manuel Cruz Viadero, que tilda dicha paralización de «irresponsabilidad», han cerrado filas respecto al asunto, una patata caliente para ambos a menos de tres semanas de las elecciones. «Así es la ley. No me la he inventado yo», zanjaba Cruz Viadero en el último Pleno.
En eso parece haber quedado convertida la renovación de la calle Julián Ceballos, una de las arterias que vienen distinguiendo a Torrelavega como un cruce de caminos histórico en Cantabria. No por nada su lavado de cara era una de las obras de la legislatura. La reforma llegó al programa de gobierno como una actuación ilusionante y de muchísimo interés para los vecinos y comerciantes de la vía -y eso que su posible peatonalización, después descartada, inquietó a muchos en su momento-, pero todo ha quedado empañado por esta polémica. Ahora mismo es un foco de desafección para cerca de un millar de ciudadanos, los mismos que, a tenor de la recogida de firmas organizada por los manifestantes, se suman a la crítica.
El equipo de gobierno dice estar atado de pies y manos; la oposición vecinal no entiende el «inmovilismo» y sigue convocando a decenas de personas a sus protestas. «Esta obra es una auténtica chapuza. Es todo asfalto negro, del malo, en una superficie extensísima. Nos han puesto unos árboles ridículos. Esta es una calle con muchísima gente mayor que no va a poder pasear ni sentarse como hacía hasta ahora», clamaba una de las vecinas, Ana Benito, en la última concentración, indignada con una actuación que, como lamentó, «se ha hecho mal desde el principio».
El colmo para manifestantes como ella son las plazas de aparcamiento diseñadas para los conductores que bajan desde La Llama, colocadas en diagonal y, como estos lamentan, «del revés». ¿La razón? Es casi imposible estacionar sin invadir el otro carril, separado por una línea continua.
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