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¿España necesita más árboles?

Los expertos recalcan que en nuestro país hay más bosque que nunca y que el monte puede recuperarse solo, incluso después de un incendio: «Urge más gestionar que reforestar»

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Jueves, 20 de febrero 2020, 00:07

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¿Recuerda la famosa ardilla que recorría España de norte a sur sin bajarse de los árboles? Pues es un mito, pero de llevarse a cabo este hipotético viaje saltarín, hoy en día sería más posible que nunca, pues la superficie arbolada de nuestro país no ha dejado de crecer desde hace siglo y medio. Un estudio de la revista 'Nature' calcula que España tiene unos 7.000 millones de árboles y, según los informes del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, los ecosistemas forestales actuales superan los 26 millones de hectáreas, de las cuales casi quince millones (29%) están arboladas y unas doce desarboladas (23%). Además, nuestros bosques desempeñan un importante papel en la purificación del aire y la mitigación del cambio climático. Cada año absorben más del 24% del total de emisiones de España, como indica la Sociedad Española de Ciencias Forestales.

Como se puede apreciar, los datos son positivos, pero en distintos puntos del mapa se siguen llevando a cabo iniciativas de diversa índole para reforestar parte del territorio. Es el caso de 'Plant for the Planet', un movimiento global fundado en 2007 por Félix Finkbeiner que ayuda a las empresas a reducir sus emisiones de carbono y realiza talleres de educación ambiental para jóvenes y niños; 'La Gran Bellotada Ibérica', una asociación que nació en 2015 en la región extremeña de la Sierra de Gata con el fin de repoblar las 8.000 hectáreas del paisaje de la comarca que ardieron en un incendio; o 'One Oak', una marca de moda sostenible que busca generar una tendencia de consumo respetuosa con el medio ambiente.

«La naturaleza puede regenerarse por sí sola, el problema es que no paramos de destruirla y para dejar de hacerlo primero tiene que haber una sensibilidad hacia lo vivo, que es lo que nos falta», expresa Bongui R. Ibarrondo, propulsor de 'La Gran Bellotada Ibérica'. «Nuestro objetivo es que a través de la plantación de bellotas la gente se sensibilice con el paisaje y así poder frenar la destrucción», añade.

A esta misma filosofía se une Guillermo Íñiguez, cofundador de One Oak. Cada vez que vende un artículo, la marca planta un árbol en uno de los cinco proyectos de reforestación que tiene repartidos por España: «La idea surgió con nuestro primer producto, relojes de madera sostenible. Queríamos devolver al planeta más madera de la que utilizábamos y así cambiar el paradigma del consumo». «La industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo, y aunque somos conscientes de que los árboles que plantamos tienen un impacto limitado, nuestro mayor propósito es inspirar a la gente a actuar y empoderarla a cambiar hacia hábitos de vida más respetuosos con el medio ambiente».

Arriba: Uno de los talleres de las Academias de niños de Plant for the Planet. Izquierda: Niños plantando un árbol en el marco de la iniciativa 'La Gran Bellotada'. Derecha: Uno de los árboles plantados por One Oak con el nombre de Gonzalo.
Imagen principal - Arriba: Uno de los talleres de las Academias de niños de Plant for the Planet. Izquierda: Niños plantando un árbol en el marco de la iniciativa 'La Gran Bellotada'. Derecha: Uno de los árboles plantados por One Oak con el nombre de Gonzalo.
Imagen secundaria 1 - Arriba: Uno de los talleres de las Academias de niños de Plant for the Planet. Izquierda: Niños plantando un árbol en el marco de la iniciativa 'La Gran Bellotada'. Derecha: Uno de los árboles plantados por One Oak con el nombre de Gonzalo.
Imagen secundaria 2 - Arriba: Uno de los talleres de las Academias de niños de Plant for the Planet. Izquierda: Niños plantando un árbol en el marco de la iniciativa 'La Gran Bellotada'. Derecha: Uno de los árboles plantados por One Oak con el nombre de Gonzalo.

Al hilo de estos proyectos, Jordi Vayreda, investigador de Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), especializado en los impactos de las perturbaciones y el cambio global sobre los bosques, recuerda que «en España no hay deforestación, sino todo lo contrario». El técnico detalla que la menor gestión forestal y el abandono rural de tierras de cultivo han permitido a las plantas crecer a su libre albedrío, aumentando así la cantidad de bosque. El problema de todo esto es que, al haber más cantidad de madera y de monte continuo no gestionado, aumentan las probabilidades de grandes incendios.

«Dentro de la comunidad científica estamos bastante de acuerdo en que este tipo de acciones no sirven de mucho. El monte puede recuperarse solo en poco tiempo sin necesidad de que haya una intervención humana», dice el experto. «Tampoco las plagas, las sequías o los incendios consiguen que la pérdida de bosque total no se compense anualmente con la que se está creando constantemente, y la construcción y la actividad industrial no han influido en este aspecto», agrega. Vayreda asegura que, aunque estas iniciativas planten árboles por una buena causa, en España hay suficiente superficie forestal arbolada y lo que urge no es aumentarla, sino gestionarla.

Plantar un billón de árboles

En contra de esta opinión se manifiesta Jordi Juanos, director de Plant for the Planet España: «Yo no soy forestal, pero no creo que sea tan sencillo como decir que en España, o en el mundo, sobran árboles. De nuestros estudios en 'The Crowther Lab', laboratorio de ecología que hemos ayudado a crear, se deduce que en el mundo hay capacidad para 6,5 billones de árboles. Actualmente hay unos 3,5 billones y, sin ocupar tierras de cultivo, cabrían un billón y medio más». De acuerdo con estos resultados, la organización puso en marcha la campaña One Trillion Trees, cuya meta es plantar un billón de árboles para 2050.

En cuanto a esta plantación masiva, Víctor Resco de Dios, investigador en Agrotecnio, en la Universitat de Lleida, publicó recientemente un artículo en 'The Conversation' donde se mostró en completo desacuerdo. «Plantar un billón de árboles es una barbaridad y contraproducente en la lucha contra el cambio climático por varias razones: el lento crecimiento de los árboles hasta que actúan como limpiadores de la atmósfera, la liberación de CO2 durante la plantación, el abandono de estas repoblaciones por los altos costes de su mantenimiento, o la creencia errónea de que plantando árboles se arregla el cambio climático y que se puede seguir emitiendo gases a la atmósfera como hasta ahora. Prueba de esto último es que un país con elevada forestación como España solo consigue capturar, a través de sus bosques, un cuarto de todas emisiones que realiza anualmente».

«El cambio climático requiere una respuesta inmediata que un árbol recién plantado tardará años en dar»

Víctor Resco de Dios

Esta teoría la avala el Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático, al afirmar que «plantar árboles como único remedio para contrarrestar las emisiones no mitigadas de la quema de combustibles fósiles no es una solución porque las concentraciones de CO2 en la atmósfera son tan altas que las plantaciones necesarias para absorberlas tendrían que ser tan grandes que eliminarían la mayoría de los ecosistemas naturales y una cuarta parte de las extensiones agrícolas».

Por todo esto, Vayreda, del CREAF, sostiene que ayudar al planeta pasa antes por reducir las emisiones por parte de los humanos que por plantar árboles. «Suerte tenemos de que los bosques y los océanos capturen el 50% del CO2 expulsado a la atmósfera cada año en todo el planeta, si no fuera por los sistemas naturales estaríamos condenados, pero el problema no desaparecerá plantando árboles». Aún así, las tres iniciativas defienden su labor argumentando que las plantaciones se realizan con el consentimiento previo de las autoridades locales, con el correspondiente asesoramiento forestal, y únicamente con especies autóctonas.

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