¿Tirarías a una persona de un telesilla para salvar a cinco de una muerte segura?
Dilemas morales que nos retratan según la neurociencia
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Lea el titular, reflexione y responda. Quien va a su lado en el telesilla es un desconocido que está malherido pero no sabemos si sobrevivirá. ... Tampoco conocemos a las 5 personas que morirán, con absoluta seguridad, si usted no tira a su acompañante. Caer desde el telesilla es una muerte segura pero evitará las otras cinco bajas con total certeza. No actuar significa decretar el final de la vida de cinco personas en lugar de una. ¿Qué haría usted? ¿Le empujaría?
«Una manera de analizar en laboratorio la corteza prefrontal vetromedial, que es fundamental en la toma de decisiones, es a través de escenarios ficticios», explica Diego Emilia Redolar, neurocientífico de la Universitat Oberta de Catalunya. Hay tres modelos. «Un escenario sin contenido moral, otro que lo tiene de forma impersonal y el último que tiene dilema moral y es personal, como el caso del telesilla», detalla. Unos ejemplos para ver más claros los dos primeros supuestos. «El primero: decidir si ponemos los cereales en el estante superior o inferior de la cocina. Los más pequeños de la casa llegarán peor, pero no hay una implicación moral. El segundo escenario, que sí lo tiene pero es impersonal: vemos a un grupo de esquiadores que baja una pista en dirección contraria y, si no retroceden, quedarán aislados y tendrán que ser rescatados. Cerca de nosotros, hay una moto de nieve, un vehículo que sabemos conducir, con las llaves puestas. Si la tomamos prestada, podremos avisarles. ¿Lo haríamos?», pregunta Redolar, que ahonda en estos supuestos en su libro 'La mujer ciega que podía ver con la lengua'.
La mayor parte de los estudios muestran que los tres grupos expuestos a los tres supuestos no tienen diferencias relevantes en los dos primeros casos pero sí en el tercero, el del telesilla. La razón tiene que ver con «el contenido emocional». En los primeros basta la racionalidad. «Si pongo los cereales arriba, los peques tendrán que coger una silla y si no aviso a los esquiadores, tendrá que venir un equipo de rescate, pero no existe una carga emocional», señala Redolar. «Cuando llegamos al tercero y la parte emocional es muy potente, las personas que tienen lesionada la corteza prefrontal ventromedial, tienen una tendencia muy acusada a tirar de la telesilla a la persona malherida. Es mejor que muera esa persona que cinco. Adelante». Se guían exclusivamente por el criterio de utilidad, incluso cuando ellos mismos tendrían que matar. Esta respuesta se da también en personas sin lesión en la corteza prefrontal, pero en ese colectivo se dispara. «No existe en ellos esa activación de la sensación desagradable que nos viene cuando hacemos algo que está mal», zanja Redolar. Hay casos extremos en que, tras hacer algo mal, en lugar de malestar, les provoca placer y ahí estaríamos ante perfiles psicopáticos.
«Esa reactividad a hacer algo mal hace que tomemos decisiones que ayudan más al prójimo. Y seguramente ha cimentado nuestra parte social en la evolución». Pero es que además, sea porque la corteza prefrontal está dañada o no, «estaremos tomando malas decisiones», explica el experto. «Una buena decisión siempre pivota en tres aspectos. El razonamiento, la emoción y el refuerzo, que es la recompensa, lo que logras con esa decisión. Cuando los tres factores están equilibrados, la decisión es correcta. Si no hay un buen razonamiento o falta la emoción, que es importante, o no se miran las consecuencias, la decisión será mala. Eso es lo que muestran estos dilemas morales».
«¡Le tiro fijo!»
EL CORREO ha hecho una pequeña encuesta en el entorno. «¡Le tiro fijo!», fue la respuesta de la primera encuestada. La mayoría insistió en que su decisión se basaba en no conocer a ninguno de los implicados -los expertos advierten que hay casos extremos en que les da igual conocer o no a la persona- . Un encuestado quiso saber «si tendría que ver morir a los cinco». Ahí, poniendo el foco en lo importante. Otra joven preguntó si alguien estaba llorando. Anoten eso. En caso de peligro de muerte, llorar puntúa.
Hay un alto porcentaje que recalcó que habría que vernos a cada uno en ese momento y que sólo entonces podríamos saber qué haríamos. Varios altruistas propusieron tirarse ellos mismos, pero no se contemplaba esa posibilidad. Lo más curioso es que casi nadie respondió de la forma considerada correcta por los expertos. Esa idea de «sé que habría que tirarlo pero yo no podría hacerlo» que conjuga razón, emoción y recompensa. Para hacérnoslo mirar. ¿Y usted qué haría?
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