

Secciones
Servicios
Destacamos
J. L. Sardina
Viernes, 5 de octubre 2012, 14:32
«Estábamos en un cantamisas de un vecino Escolapio de aquí, de Arija. Durante la comida, oímos un ruido enorme y salimos todos de la casa a ver qué pasaba. Era el puente Noguerol. Cinco ojos de la parte central se habían venido abajo», recuerda Jesús Santiago Martínez, de 80 años, como si fuera ayer, aunque han pasado 60 años. Cuando tenía 15, este campuriano nacido en Corconte y residente en Arija entró de ayudante de mecánico para reparar camiones que se usaban en la construcción del gran puente que colapsó antes de inaugurarse.
Corrían los años cuarenta y los vecinos sabían que la carretera que unía el municipio de Campoo de Yuso con el de Arija iba a quedar inundada por el que iba a ser uno de los mayores pantanos de España, el del embalse del Ebro. Esa vía acortaba mucho la distancia a recorrer. Su amputación estrangularía la relación comercial y la vida social consolidada, desde tiempos inmemoriales, entre Arija y otros pueblos del norte de Burgos y los pobladores de Campoo de Yuso.
La preocupación se trasformó en alegría entre los vecinos cuando se anunció que, dentro del proyecto del pantano, estaba prevista la construcción de un puente para dar continuidad a las comunicaciones entre ambas provincias.
La construcción del puente entre Arija y La Población dejó dinero en los municipios de la zona. Los técnicos y obreros que vinieron de fuera a trabajar, con sus familiares, se convirtieron en nuevos vecinos que consumían en el lugar. Los comercios y los bares lo notaron en sus ventas. Muchos jóvenes de los pueblos de ambos lados se colcocaron en las obras y manejaban dinero, los comerciantes vendían como nunca, el puente iba a ser una realidad. Pero efímera.
Estuvo en servicio durante apenas cuatro meses. Jamás fue inaugurado oficialmente porque, mes y medio después de los actos por la apertura del pantano celebrados el 6 de agosto de 1952, los arcos centrales se hundieron. Era domingo, 28 de septiembre de 1952. Se cumplen 60 años de aquella fatídica fecha que ahogó las esperanzas de muchos vecinos y, tal vez también, el despegue de estos municipios.
Los habitantes de los pueblos limítrofes seguían, expectantes, la construcción de este viaducto carretero construido sobre el Ebro entre las localidades de Arija (Burgos) y La Población (Cantabria), el gran puente que iba a salvar el pantano y que debe su nombre a la empresa adjudicataria de las obras, Construcciones Noguerol, propiedad de cuatro hermanos que vinieron de Calatayud. Entre los curiosos había un muchacho que pasaba por allí en bicicleta de camino hacia la casa desus abuelos. Era Jesús. «Mi padre habló con el contratista y, con 15 años entré a trabajar en el taller de mecánica. Un año más tarde ya conducía uno de los camiones, transportando hasta el puente piedra de la cantera de Quintanamanil».
En 1952, las obras llegaron a su fin. La traza constaba de un tablero recto de 950 metros de longitud provisto de una calzada central y dos aceras laterales soportados por 39 arcos de medio punto rebajado, tal y como recoge la web de Arija. El derrumbe frustró muchas ilusiones.
En aquella época de régimen franquista, no se hicieron públicas las causas del desplome, pero se ha achacado al asiento irregular sobre el lecho arenoso de la cuenca y a la baja calidad de los materiales. Jesús Santiago, testigo directo, tiene su propia tesis: «Te voy a decir la verdad de por qué se cayó el puente, porque el cemento y la varilla brillaron por su ausencia. El cemento, y también la varilla, llegaba a Arija por FEVE. A la semana descargábamos unos tres vagones. La varilla, que no era de acero como ahora, se la llevaban a un taller de Bilbao para elaborar tornillos. El cemento se trasladaba a un barracón. Por la tarde aparecían unos camiones de un constructor de Santander y se lo llevaban. Tenían unos camiones Chevrolet... ¡jo, qué camiones! Los nuestros eran una porquería. El cemento se vendía al estraperlo y la ausencia de éste y, de la varilla, fue el motivo del derrumbamiento del puente. Los constructores se salvaron, dicen, porque el entonces arzobispo de Burgos era de su pueblo y les libró». «La Historia siempre se repite», tercia, Trini, su esposa.
Dinamitado
El enlace entre ambas poblaciones, que era uno de los compromisos adquiridos por los autores del proyecto del embalse, se mantuvo a cargo de pontoneros de un grupo de ingenieros del Ejército durante dos años y medio, pero finalmente se clausuró a finales de 1954. El puente se declaró en ruina sin posibilidad de ser rehabilitado y fue dinamitado casi por completo para evitar accidentes. En estos días en el que ha bajado el nivel de las aguas, emergen los arranques de las pilas que parten de ambas riberas.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Favoritos de los suscriptores
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.