La Nacional 623, sepultada bajo toneladas de barro en Borleña
Los operarios tienen previsto iniciar esta misma tarde las tareas de limpieza con el objetivo de abrir al menos un carril de la vía el domingo por la tarde o el lunes por la mañana
Álvaro Machín
Viernes, 11 de marzo 2016, 17:40
En San Martín de Toranzo hay un puente precioso. Puestos a comparar, se parece a uno de esos que Clint Eastwood fotografió en Madison mientras firmaba una historia de amor de película con Meryl Streep. El suelo es de traviesas de madera y está cubierto por piezas de hierro. Hay que cruzarlo con cautela y por allí suelen pasar los coches justos, pero estos días es difícil no atravesarlo sin tener que esperar un rato. Desvío. Hasta furgonetas bien cargadas lo pasaban este viernes. Es uno de los efectos colaterales de un argayo. El de Borleña es tan grande que ha cortado dos vías. Una sencilla, la que va a Villegar a media ladera. Trastorno, pero asumible. El problema es que toneladas de barro y ramas han seguido bajando hasta el Pas y, por el medio, han dejado la N-623 convertida en una parte más de la montaña . Sobre el asfalto hay una colina de lodo. «Nuestra capital de pueblos es Ontaneda, a la parte de arriba del desprendimiento. Médico, farmacia, industria, supermercado...». Germán Martínez, vecino de la zona, lo explica perfecto. «La idea es trabajar todo el fin de semana para intentar abrir un carril el domingo por la tarde o el lunes por la mañana». Eso lo explicó a pie de argayo uno de los expertos que inspeccionó la zona. Todo depende de la lluvia.
El quitamiedos está colgando. Bailando como una cuerda entre el barrizal. Un fideo largo. No se ve el asfalto. «Yo creo que debería quitarse de ahí porque esto todavía se mueve», le comentaban a un hombre que andaba con la motosierra recortando acacias para hacer estacas. Los trabajadores de Symtel, una suministradora de fibra, se esforzaban por llevar los cables por encima del argayo. «Ha bajado más durante la noche». Se notaba al pie de la montaña, en la Nacional. Los árboles que suelen estar en la pared se detuvieron en su caída justo al borde del río. Se apilaron allí. El piso es traicionero. Uno pone un pie en lo que parece solo un charco y la bota se vuelve marrón hasta el tobillo. Hay muchas toneladas de barro.
Otro problema
Y no fue el único argayo que tuvo en jaque a los responsables de la seguridad en las carreteras. El 112 recibió una llamada a primera hora. Una gran piedra sobre la carretera en Pesquera. Luego tierra, maleza... En el kilómetro 155 de la Nacional 611, lo que obligó a dejar abierto un solo carril con tráfico alterno. El derecho (dirección Torrelavega) quedó cerrado al tráfico.