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Cantabria presentará un nuevo protocolo para combatir los incendios forestales

Cantabria presentará un nuevo protocolo para combatir los incendios forestales

La mesa del fuego aumenta la participación y la responsabilidad de los propietarios de parcelas privadas de utilidad pública

José Carlos Rojo

Lunes, 12 de diciembre 2016, 19:10

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Según el cómputo medio de los últimos diez años, Cantabria sufre unos 538 incendios forestales anuales. No significa que la región tenga que sofocar más de un fuego al día. De hecho lo normal es encontrar el bosque tranquilo, pero existen periodos clave donde las circunstancias meteorológicas favorables dan rienda suelta a la mala práctica humana, en que el monte se convierte en un auténtico infierno. En la retina quedan las imágenes que en 2015 ofrecieron las llamas en su asedio a Bárcena Mayor. El incidente alcanzó tal envergadura que las patrullas encargadas de contener la quema pudieron sufrir alguna baja.

Lógico que la voluntad de todos los sectores implicados ganaderos, ecologistas, Gobierno, ayuntamientos, juntas vecinales, agricultores..., haya buscado el acuerdo recientemente en la mesa del fuego. El curso 2017 llegará con la presentación del Plan integral de prevención y lucha contra incendios, un documento que ya cuenta con un millón de euros de presupuesto para su primera fase, y que pretende conjugar los intereses de todos los colectivos para zanjar la problemática.

El nuevo plan de prevención, en sus puntos clave

  • Primero. El texto acordará un nuevo modelo de gestión del monte público. Se otorgará mayor participación a las entidades propietarias, en especial las juntas vecinales. La medida llevará pareja una exigencia de mayor responsabilidad frente a lo que pueda suceder en el bosque. Serán en mayor medida las propias juntas vecinales las que decidan qué uso prioritario debe tener cada espacio, sea agrícola, ganadero o de cualquier otra índole.

  • Segundo. La educación y sensibilización es fundamental en todo este proceso. El uso del fuego como herramienta para la gestión del monte está arraigado en la cultura cántabra; «pero existen otras maneras de lograr cosas que no implican necesariamente tener que quemar el bosque de manera ilegal», indica Antonio Lucio. Se desarrollarán programas de concienciación en los colegios sobre los daños ecológicos y económicos que trae consigo el fuego.

  • Tercero. Se pretenden mejorar sustancialmente los medios públicos para la prevención y extinción de incendios. Se mejorarán las plantillas de las cuadrillas y sus condiciones laborales. También se renovarán los medios técnicos.

  • Cuarto. Se redifinirán con claridad las prioridades en la restauración de las zonas incendiadas, intentando buscar los mejores protocolos técnicos. Para todo ello se contará con apoyo científico.

«En resumen, se trabajará el nuevo modelo de gestión de las parcelas privadas de utilidad pública, otorgando mayor participación a los propietarios pero también exigiéndoles mayor responsabilidad». «Se apostará por la educación y concienciación social contra estas prácticas irresponsables, empezando por los colegios. Se incrementarán de forma sustancial los medios públicos para la prevención y extinción de fuegos y se definirán claramente las prioridades en la restauración de las zonas afectadas». Los ejes del nuevo texto explicados por Antonio Lucio, director general de Medio Rural, sustentan un documento que el consejero Jesús Oria llevará al Parlamento a principios de 2017.

Imágenes para olvidar

La prioridad es que episodios como el de finales de 2015 se vean solo en las hemerotecas. «Si contamos con que el promedio anual de incendios en Cantabria es de 538, lo que equivale a 6.525 hectáreas, más o menos, podemos llevarnos las manos a la cabeza con lo que ocurrió en 2015», explica Antonio Lucio. «Se disparó la media con 770 incendios. Se quemaron 16.576 hectáreas. Mucho más del doble que lo habitual. Solo en diciembre de aquel año ardieron 10.476. ¡En tan solo 15 días!», recuerda.

No es el peor dato que se recuerda. En 1989 la mecha prendió en 1.226 ocasiones para arrasar 18.862 hectáreas. Otro ejercicio desastroso fue el de 2012, con 14.037 hectáreas arrasadas. La mayor parte de los grandes fuegos se concentran en los valles medios cántabros:la comarca del Nansa, Cabuérniga, Besaya, Pas Pisueña, Miera y Asón. Todas cuentas medias y altas. «La experiencia que tenemos en todo este tiempo de estudio, y ya son 30 años, es que el 80% de estos incidentes son intencionados. Por eso la educación es un componente clave de este nuevo plan».

La utilización del fuego como herramienta para la gestión del monte es una conducta muy arraigada en la cultura. «No estamos hablando solo de que haya ganaderos que quieren quemar bosque para habilitar nuevos terrenos de pasto, eso es llevar a la gente a equívocos. Este problema es mucho más complejo», señala la investigadora del Departamento de Geografía, Urbanismo y Organización del Territorio, Virginia Carrancedo, representante de la Universidad de Cantabria en la mesa del fuego. «Se quema el monte para dirimir conflictos entre vecinos, para abrir caminos, para regenerar pastos... Se prende fuego a los árboles como protesta por el modo de gestión de las parcelas particulares que son de utilidad pública, por la vaca tudanca, por el lobo, etc», concreta la experta, que es más optimista respecto a lo que pueda suceder este año.

«Estamos teniendo un diciembre muy caluroso, con viento sur, pero el otoño ha sido más húmedo que el pasado año, y además suele suceder que tras un ejercicio con grandes fuegos, el siguiente suele ser mucho más tranquilo porque el monte ya está con esas cicatrices que no pueden arder por segundo año consecutivo», avanza Carrancedo, consciente no obstante de que lo principal es convencer a los propietarios de las fincas.

Más del 90% del bosque quemado históricamente son montes públicos cuyo propietario no es el Gobierno cántabro. «Las juntas vecinales son las que sufren el daño en su patrimonio y por eso en esta mesa del fuego han sido uno de los interlocutores clave», señala Antonio Lucio. «Hemos intentado llegar a conclusiones que ayuden a que a medio plazo se produzca una conciliación de intereses que lleven a entender que no es necesario quemar el monte de manera ilegal. Que el fuego sin control produce desastres ecológicos, pérdidas de suelo, destrozo de zonas de regeneración de arbolado y múltiples pérdidas económicas. Sin olvidar lo que sucedió el pasado año en Bárcena Mayor. Una localidad que estuvo en peligro real en una intervención en la que además casi tenemos que padecer pérdidas humanas. Esperamos que esas imágenes que están tan recientes no se les olviden a aquellos que tienen la costumbre de quemar el monte», denuncia el director general de Medio Rural.

Más medios contra las llamas

Otra pieza clave de la batería de medidas que el Gobierno adoptará con el nuevo plan tiene que ver con la mayor dotación económica de las cuadrillas que combaten el fuego bosque adentro. Una reivindicación que llevaba viva desde hacía tiempo y que ayudará a restaurar la funcionalidad de las plantillas y a modernizar los recursos materiales. «Llevamos años en que hay épocas en que nos sentimos desbordados por los incendios simultáneos. En Cantabria nunca hemos tenido que padecer una víctima humana en las labores de extinción pero lamentablemente en 2015 estuvimos cerca de que sucediera», denuncia Chaory Campuzano, capataz forestal en Cabuérniga y delegada del Comité de Empresa de UGT.

«Me cansan todos esos bulos de quienes pretenden sugerir que somos nosotros, los miembros de las cuadrillas que nos jugamos la vida en los montes, quienes prendemos la mecha», critica. «Esto demuestra un desconocimiento generalizado. Nosotros somos personal laboral fijo del Gobierno de Cantabria y créanme, estamos mucho más tranquilos cuando no hay llamas», subraya Campuzano, una de las 178 personas que integran las cuadrillas de extinción de incendios que existen en Cantabria. Esas que accedenal monte incluso antes de que lo hagan los bomberos.

«Hubo un tiempo que fuimos 224 miembros y desde que comenzó la crisis se ha ido recortando en medios. Esto dificulta la actividad diaria y pone en peligro la funcionalidad de las cuadrillas cuando estallan los fuegos y además son simultáneos», asegura. De ahí que buena parte del presupuesto que contemple el plan de prevención que prepara el Gobierno regional vaya dirigido en concreto «a la contratación de personal y a la renovación del material de trabajo». Se refiere especialmente a autobombas para subir el agua allá donde la orografía convierte el paisaje en inaccesible.

«Tenemos ahora 14 vehículos todo terreno y hay comarcas que no tienen ninguno. Además, algunos de esos vehículos suman ya 20 años. Y no podemos arriesgarnos a que se averíen en mitad de un fuego, claro». «Lo que nos tranquiliza es que tras las conversaciones en la mesa de fuego el Gobierno ha dejado claro que esto es un servicio público y que va a apostar por nuestro trabajo». «Me parece que a medio plazo estamos dando grandes pasos para llegar a acuerdos entre todos los agentes implicados».

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