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Armas incautadas.
La última operación contra el tráfico de armas enciende las alertas antiterroristas

La última operación contra el tráfico de armas enciende las alertas antiterroristas

La Policía asegura que el grupo había conseguido recuperar subfusiles inutilizados que técnicamente eran imposibles de restaurar

melchor sáiz pardo

Domingo, 22 de enero 2017, 07:38

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La operación contra el tráfico de armas de los servicios antiterroristas de la Policía y de Europol del pasado 12 de enero en Vizcaya, Cantabria y Gerona ha encendido las alertas. No solo por la envergadura del arsenal que los detenidos almacenaban, ya que -y esto lo admiten los investigadores- buena parte de las 10.000 armas descubiertas no eran más que inservibles y vetustas piezas de coleccionistas, bien inutilizadas o bien tan antiguas que no tenían ningún interés para el crimen organizado o el terrorismo.

     La preocupación del Ministerio del Interior es distinta porque los cinco detenidos, afirman responsables de la Comisaría General de Información, habían conseguido algo que hasta ahora no se había visto en España: resucitar armas de guerras inutilizadas que en teoría eran «imposibles» de recuperar ya que habían sido sometidas a los procesos de inhabilitación más complejos que existen. Estas armas, sostiene Interior, estaban ya «listas para su venta en el mercado negro internacional, no solo a organizaciones terroristas y de delincuencia organizada», sino también a otras tramas de traficantes.

     El golpe policial contra esta «activa organización criminal» en palabras del Ministerio del Interior todavía tiene boquiabiertos a los coleccionistas de armas de todo el país, que todavía no dan crédito a que los cinco arrestados hayan sido imputados y tres de ellos enviados a prisión sin fianza. El centro de la trama desmantelada, según la Policía, era Cantábrico Militaria, en la localidad vizcaína de Getxo, una de las más reputadas y conocidas tiendas de coleccionismo militar y armas históricas de toda Europa, punto de encuentro para cualquier aficionado en busca de piezas para restaurar su colección y, sobre todo, una referencia nacional en la venta de armas inutilizadas legalmente.

     El septuagenario dueño del negocio y su hija, que figuran entre los cinco detenidos, son considerados en ese mundillo del coleccionismo de armas unas eminencias, hasta el punto de ofrecer tutoriales en internet sobre la joya de la corona de Cantábrico Militaria, el conocido Cetme español.

La empresa vizcaína, con licencia para comercializar estas armas de guerra inutilizadas, tenía un catálogo legal «impresionante» de este tipo de subfusil y no le faltaba ni uno solo de sus históricos modelos (A, A1, B, C, E, L, LC, LV o Ameli). Incluso contaba con prototipos de Cetme que nunca se han comercializado y piezas de este fusil de asalto muy difíciles de encontrar en cualquier otra tienda, según afirman los especialistas. El principal suministrador de Cantábrico Militaria, dicen fuentes de la investigación, habían sido las propias Fuerzas Armadas a través de sus subastas masivas de material desde que en 1999 decidió sustituir el Cetme como arma de dotación por el subfusil G-36E de la empresa Heckler & Koch. Pero no solo cetmes, Cantábrico Militaria ofrecía en sus catálogos legales otras armas de guerra, siempre inutilizadas, como ametralladoras Alfa 44 y 55 ó ZB 37, subfusiles Bergmann ó el archiconocido Kalashnikov AK-47, por 450 euros.

Pero el problema es que, según afirma la Comisaría General de Información de la Policía, el grupo desmantelado presuntamente habría ofrecido en el «mercado negro» algunas de esas armas de guerra «totalmente rehabilitadas», según habrían acreditado los agentes españoles y de Europol en la investigación sobre las tramas de tráfico de armamento desatada a raíz del atentado de un yihadista el 24 de mayo de 2014 en Bruselas contra el museo judío de la ciudad.

Nuevo reglamento

Recuperar esos fusiles de asalto era algo que hasta ahora «parecía imposible técnicamente» tras la nueva normativa sobre la inutilización que entró en vigor con el nuevo Reglamento de Armas de julio de 2011, en sustitución del texto de 1993, mucho más laxo. El grupo, insisten los investigadores, había logrado recuperar esas armas «técnicamente destruidas», sobre todo a base de comprar (en el extranjero y en el mercado nacional) las piezas mutiladas o de fabricarlas en su taller de Getxo.

El trabajo de los detenidos fue ingente y «muy minucioso», ya que el Real Decreto 976/2011, explican los expertos de la operación, establece una «gran mutilación» del arma destinada al coleccionismo. Una operación, en teoría, «irreversible»... hasta ahora.

El grupo desmantelado, sobre todo en diversos modelos de Cetme, fue capaz de rehacer, y de manera mecanizada en varias armas, todo el proceso destructivo, que incluye tres taladros en el cañón de diámetro no inferior al calibre del arma; perforar la recámara; atravesar el cañon y la carcasa con un pasador de acero inmovilizado por soldadura; destruir el cerrojo del arma taladrando la cubeta receptora del cartucho; eliminar el extractor y el extremo del percutor; rellenar algunos orificios con soldadura; y romper varias piezas del cargador.

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