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El público del Marítimo, expectante durante la regata.
Ánimos desde el Marítimo hasta Río

Ánimos desde el Marítimo hasta Río

El club al que pertenecen Diego Botín y Berta Betanzos congregó a muchos aficionados para ver las regatas

marta ceballos

Viernes, 19 de agosto 2016, 07:20

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Retrasaron las regatas desde Río de Janeiro, pero ni tan siquiera eso impidió el ambiente festivo en el Real Club Marítimo de Santander. Lleno. Dos de sus regatistas, Diego Botín y Berta Betanzos, tenían prueba y sus paisanos no iban a dejarlos solos. Instalaron una pantalla para que desde allí se pudiese seguir la regata y para que los compañeros animasen a «sus campeones».

El primero en salir a la Medal Race era Botín, junto a Iago López, a las 19.30 horas. El chaval optaba como máximo a un octavo puesto y por tanto, diploma olímpico; pero no por eso el apoyo fue menor que a Betanzos, quien con Tamara a Echegoyen, podía ser campeona olímpica.

En el Marítimo se confiaba en los regatistas. No había duda. Creían en sus chicos y en las posibilidades. Para Dieguito, como el llaman allí, esperaban, antes del inicio de la Medal Race, un diploma olímpico del cántabro en sus primeros Juegos. Berta salía líder y para ella, por supuesto, querían el oro. Pero la confianza no bastaba. Los nervios se palpaban en el edificio que navega sobre el Cantábrico.

Cuidaron todo lujo de detalles. Las regatas fueron retransmitidas por megafonía a la vez que podían verse por televisión. Escuchar era complicado. La tensión de los aficionados aumentaba con cada soplido del viento. Aplausos y silbidos de ánimo cada vez que los cántabros salían en imagen servían para liberar nervios.

Sextos. En ese lugar terminaron Diego Botín y Iago López la Medal Race. Con la entrada a meta, en el Marítimo de Santander prosiguieron los aplausos y vítores a su regatista. Terminaron novenos en la general y se quedaron, por un puesto, fuera del diploma olímpico. Sin embargo, eso no hizo que se sintiesen menos orgullosos.

Su amigo Álvaro contaba la experiencia: «Hasta hace dos meses no estaba previsto que fuesen a los Juegos. Esto ahora es un golpe, con el nivel que han demostrado en todas las regatas; pero estoy seguro de que en un futuro Diego será medallista olímpico, porque puede hacerlo».

Sus conocidos y los integrantes del Marítimo se lamentaban por la posición, pero recobraron ánimo para apoyar a su otra regatista, Berta Betanzos. Salía con opción de medalla. Palabras mayores. Más nervios y más emoción para esta regata. Pero también confianza. Y aplausos. Y gritos. El Marítimo era una olla a presión.

A Javier López-Vázquez, se le sentía especialmente emocionado. Era el encargado de retransmitir la regata por megafonía. Las conoce bien y sabía lo que eran capaces de hacer. No perdía la esperanza y lo mostraba con repetidos ánimos para las españolas. Poder contar esa regata fue para él «especial» pese a que le «hubiese encantado retransmitir otro desenlace de los Juegos».

Sufrimiento. Con cada imagen de la dupla española. Confianza. Con cada puesto remontado. Inquietud. Los nervios no dejaban parar quietos a los miembros de la familia de Berta presentes en el Real Club Marítimo. Allí estaba su primo Borja Redondo para quien Berta ya es una «campeona». Para él fueron «los 20 minutos más largos de mi vida» y «aunque no han conseguido la medalla para nosotros es una campeona. Ahora nos parece injusto, porque ha dominado desde el principio de los Juegos, pero pensándolo en frío es un diploma olímpico y por supuesto estamos muy felices por ella», apuntó. También estuvo su abuela Carmen Rodríguez. Se mostraba «muy orgullosa» de Berta pese al cuarto puesto. «Aspiraba a más, pero no importa. El diploma olímpico está muy bien y todos nosotros estamos muy contentos de lo que ha hecho», contaba emocionada.

Ninguno de los presentes en el Marítimo para ver la regata dejó de vitorear a las regatistas con chillidos y aplausos durante toda la Medal Race. Era imposible tranquilizarse y menos a medida que avanzaba la regata. Nervios a flor de piel y pelos de punta. Pero la ocasión lo merecía.

No pudo ser. Las opciones con las que partían Betanzos y Echegoyen quedaron también en agua de borrajas. Entraron séptimas a la meta y eso las relegó al cuarto puesto en la general. No hubo medalla, pero sí diploma. No hubo podio, pero sí un orgullo infinito por las muchachas. En Río no se colgaron el metal, pero quien sabe si podrán hacerlo en Tokio. No volverán con medalla, pero eso es lo de menos. Para su club, Berta ya es de oro. Una campeona de los pies a la cabeza.

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