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Viadero, pese a su aparente normalidad, se mostró pensativo en varios momentos de ayer. Héctor Díaz
Fútbol | Racing

La Albericia amanece anestesiada

El entrenamiento de ayer se desarrolló con una inquietante normalidad pese a la mala racha deportiva, la crispación del racinguismo y los rumores sobre la destitución del técnico Ángel Viadero

Marcos Menocal

Santander

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Jueves, 11 de enero 2018, 07:18

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Normalidad absoluta en La Albericia. Desde la banda del campo número 2 no parecía fingida, es más, hubo momentos en los que incluso más de un jugador trató de bromear con el de al lado. Como siempre. Rutina. Es probable que fuera una forma de descargar la presión que tiene el vestuario del Racing en general y su entrenador, en particular, después de sumar tan solo cinco puntos de los últimos quince.

El día de ayer se esperaba con expectación. De hecho hubo quien llegó a las instalaciones con la incertidumbre de ver si Viadero dirigiría la sesión. El que madrugó tan solo esperó unos minutos en la puerta para disipar sus dudas; a los diez minutos saltó al campo la plantilla al completo y al final de la comitiva, su entrenador. No hubo nada fuera de lo normal; el míster reunió a los jugadores y al cuerpo técnico en el centro del campo, repartió los petos y a funcionar. El equipo completó una jornada similar a la de otros miércoles, si cabe un poco más suave al tener cita por la tarde en el gimnasio. Lo realmente significativo es que para alguien que se hubiera estrenado en La Albericia, nada de lo que vio le hubiera recordado que Viadero vive sus horas más críticas desde que llegó a Santander. El entrenador dirigió la sesión desde una banda, no fue ayer un día de rectificaciones, gritos e intensidad. Viadero se mantuvo al margen mientras sus colaboradores daban forma al trabajo. Apenas una hora y veinte minutos y a la ducha. El míster salió acompañado de Javier Pinillos, entrenador de porteros, y junto a él enfiló el camino del vestuario. El público que se dio cita también parecía anestesiado; puestos a ser puntillosos lo único que se pudo observar distinto fue que las conversaciones entre los aficionados fueron en voz baja.

Y si desde fuera la sensación de normalidad llamaba la atención, Raúl Domínguez la confirmó en la sala de prensa. «¿Tema complicado? Eso es algo que se vive fuera del vestuario. Nosotros estamos aislados de lo que se dice: Del rún-rún, de los rumores... Todo eso es algo que no nos puede ayudar así que es mejor abstraerse». Lógicamente sus palabras sonaron a pose; a discurso preparado y estudiado para salir al paso de una situación verdaderamente delicada. «Esto es el fútbol», añadió.

La parte del Consejo, la relacionada con la comisión deportiva, apoya al técnico. El resto duda

El portero de Cayón es probablemente uno de los que mejor conoce al míster. La confianza es mutua entre ellos, por eso ayer sus palabras, pese a que sonaron convincentes, resultó realmente complicado creérselas del todo: «Viadero es un entrenador que cuando las cosas están más difíciles más tranquilo actúa; se enriquece y le hace crecer», explicó. Todo este baile de declaraciones y actitudes sirven a unos y a otros para sobrellevar la tensión. Hay quien se esconde y quien le trata de dar naturalidad.

Pese a ser un día 'aparentemente' normal, lo cierto es que el único que salió a dar la cara fue Raúl Domínguez, que por otro lado comunicó la buena nueva de que ya está disponible: «He recibido el alta y estoy bastante bien. Ahora, a sumar como el resto». No hubo una petición expresa para que algún capitán tomara la portavocía del vestuario y el club optó por la calle del medio.

Mantener a Viadero en el cargo es un arma de doble filo: una derrota también pasaría factura a la directiva

Con el vestuario quitándole hierro al escenario de tensa calma que se palpa en el racinguismo, las miradas se centran en Viadero. Domínguez sí admitió que se le ve «más responsabilizado que en otros equipos -compartieron taquilla en el Sestao River- porque es demasiado racinguista. Está ante la oportunidad de su vida de ascender al club de su tierra y eso se le nota, pero siempre sabe manejar esas situaciones». Las palabras del portero tienen reflejo en la actitud del técnico; a Viadero se le ve más receloso, más crispado aunque no trate de demostrarlo. El año pasado asimiló mejor las críticas, quizá porque no hubo tantas. A Domínguez le faltó tiempo para sentenciar que «las comparaciones perjudican y no aportan nada. La temporada pasada era otro año, otro equipo, otro grupo...». Sea lo que fuere, lo cierto es que Viadero vuelve a estar solo ante el peligro y su crispación es directamente proporcinal a la pérdida de confianza por distintos sectores.

Apuesta arriesgada

En el Consejo de Administración están más divididos que nunca en relación a su continuidad. La mitad, la parte que representa la comisión deportiva, mantiene un hilo de confianza en su despegue y al resto le invade las dudas. En la reunión del pasado lunes -ordinaria como cada quince días- la decisión de su supuesto despido no monopolizó el día, pero dejó claras las posturas. El mantener en el puesto a Viadero supone un tributo muy alto para todos; si el equipo gana, se repetirá lo ocurrido el pasado 1 de noviembre cuando ante el Burgos, en El Sardinero, el míster salvó el primer ultimatum de la temporada al ganar. Si por el contrario se pierde, el estadio puede convertirse en un clamor pidiendo no sólo la salida del entrenador sino las cuentas a todo el Consejo. Aún con todo, la zona noble del campo ha apostado por darle a Viadero el segundo comodín.

Hasta entonces, la premisa del vestuario es 'vender' una calma que en realidad no existe. Como siempre en el fútbol -como en la vida-, en los momentos malos hay alguien que sale beneficiado. En ese vestuario que aparentemente funciona con normalidad hay futbolistas que también tienen su continuidad en el aire y la salida o no del entrenador puede ser la llave o el candado.

puntos sumados de quince posibles. El Racing solo ha ganado un partido en las últimas cinco jornadas.

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