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TRIBUNA LIBRE

Sanidad sin recortes, copagos y privatizaciones

ROCÍO CARDEÑOSO

Viernes, 27 de mayo 2011, 02:11

La Constitución señala que la protección de la salud es un derecho de la ciudadanía y hace 25 años que, con el impulso de Ernest Lluch, se aprobó la Ley General de Sanidad que sentó las bases para la creación del actual Sistema Nacional de Salud. Así, los españoles vimos reconocido los principios de equidad, universalidad, solidaridad y calidad que la Sanidad pública debe ofrecer. El cuidado de la salud es un fiel reflejo del desarrollo de un país y un componente generador de riqueza que genera 1.300.000 puestos de trabajo directos. Además, invertir en sanidad nos permite disfrutar de un sistema con una de las mejores relaciones calidad-precio, siendo el servicio público mejor valorado por los ciudadanos y modelo para muchos países de los llamados 'ricos'.

Durante estos cinco lustros todos los agentes implicados -pacientes, profesionales, gestores y políticos- han mantenido el estandarte de la mejora en la calidad asistencial como elemento primordial de sus demandas y ofrecimientos pues, para los ciudadanos, tener la seguridad y tranquilidad de que estarán atendidos cuando su salud demande atención 'no tiene precio' y, para los políticos, ofrecer mejoras sanitarias siempre supone garantizarse votos. Pero estas políticas si tienen precio y cuestan mucho dinero.

Ahora, cuando tenemos una mayor esperanza de vida, aumentan las enfermedades crónicas, los avances tecnológicos permiten un mejor y más temprano diagnóstico y los profesionales tienen una mayor cualificación, nos encontramos que no hay dinero para financiarlo. Por eso, los actores de esta obra por fin nos hemos puesto de acuerdo para lanzar la misma consigna: «es necesaria una reforma en profundidad para que no se desplome lo conseguido hasta ahora y nuestro sistema de salud perdure». Donde no hay acuerdo es en la forma de llevarla a cabo, pues enseguida han aparecido las propuestas populistas, los anuncios de copago, los recortes de servicios o la preocupante locura privatizadora que tienen algunos políticos.

Sin embargo, desde la Enfermería española consideramos que la sostenibilidad del sistema sanitario, tal y como lo conocemos, puede ser posible si los agentes implicados realizan un cambio en el concepto sobre su funcionamiento. Para ello, es primordial realizar una campaña informativa -al igual que se hace con el tráfico, el reciclaje o el medio ambiente- para concienciar a los ciudadanos de que en la sociedad actual el modelo de atención debe ser menos dependiente y debe incorporar la prevención y el autocuidado en sus hábitos cotidianos, al tiempo que se recomienda a los pacientes la racionalización de los servicios y del gasto en medicamentos.

También consideramos que los políticos deben asumir que la sanidad, al igual que la educación o las pensiones, no deben ser nunca moneda para la consecución de votos, realizando promesas u ofreciendo servicios que luego son imposibles de financiar, pero que crean falsas necesidades en el ciudadano. Por su parte, los gestores deben entender que los cambios demográficos obligan a plantearse la sanidad desde otro punto de vista, con la Atención Primaria como centro del sistema pero ajustando su cartera de servicios a las necesidades reales del ciudadano, introduciendo las tecnologías de la información, incluidas las consultas on-line, como herramienta básica de trabajo y usando toda la capacidad que los profesionales de enfermería pueden aportar.

La Ley General de Sanidad permitió que las enfermeras fuésemos autónomas en nuestro trabajo, sin estar supeditadas al médico, y provocó un cambio en nuestros estudios universitarios y un impulso profesional, definiendo nuestro papel dentro del marco sanitario como los encargados del cuidado de la salud de las personas, las familias y la comunidad.

En el plano académico, hemos alcanzado metas importantes con la formación de grado y las especialidades. Las últimas modificaciones legislativas van a dotarnos de mayores competencias y el reconocimiento de la Especialidad en Enfermería Familiar y Comunitaria nos permitirá encargarnos de la atención de las personas desde su nacimiento hasta su muerte, incluyendo todos los aspectos del proceso de la enfermedad y de la salud comunitaria.

Los avances han mejorado nuestra forma de trabajar, pero estas capacidades no están en consonancia con las atribuciones que se nos encomiendan. Es preciso fijar las funciones que debemos desarrollar y las responsabilidades que tenemos que asumir y que su aportación sea reconocida por los responsables sanitarios dando valía al cuidado profesional que prestamos.

Una encuesta destaca a las enfermeras como los profesionales sanitarios mejor valorados, pero la sociedad debe conocer que la prestación de cuidados generan calidad de vida y son proporcionados por profesionales cualificadas. Nuestro trabajo tiene consecuencias para los pacientes y, por eso, es necesaria la especialización profesional avalada por una formación reglada, para lo que hay que crear con prontitud las unidades docentes necesarias y las plazas de Enfermera Interna Residente (EIR) con el fin de desarrollar las especialidades en enfermería. Por último, creemos que es necesario realizar campañas de información sobre nuestra cartera de servicios para descargar la de los médicos, pues esa medida provocará un ahorro importante al potenciar la prevención y el autocuidado.

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