Los abuelos, mucho más que unos cómplices de vida
la foto que me hizo recordar que… ·
Los padres están deseando que sus hijos crezcan y puedan vivir muchas de las batallas infantiles con las que crecimos en el ayerEn unos días llega el verano, concretamente este lunes día 21, y con esta fecha, también las olas de calor, el bocata en la playa, los pantalones cortos, la piscina, juntarse en pandilla, el cantar de los grillos, las vacaciones de verano y un clásico: los niños compartiendo días junto a sus abuelos.
Todos hemos crecido visitando al abuelo/a en el pueblo, pasando largas jornadas y compartiendo el día a día... ¡Qué tiempos! Seguro que tienes mil anécdotas y recuerdos bonitos de los veranos. ¿Quién no aprendió a andar en bici junto a su abuelo o abuela? Pasar la tarde-noche «al fresco» mientras sonaban los grillos de telón de fondo en el pueblo de niñez de nuestro padre o madre. Sin duda, una época que te marca de por vida y con ellos y sus arrugas como testigo de tantas historias.
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Quizás el distanciamiento producido por el Covid19 nos ha despertado el lado más humano y cercano, muchos hemos aprendido el nombre de nuestros vecinos, compartido anécdotas, y parece que ese distanciamiento forzado nos ha hecho abrir el cajón de los momentos de niñez y este año muchos niños (y no tanto) volverán a disfrutar del pueblo donde crecieron (crecimos), de la libertad del campo y, cómo no, de las batallas y aprendizajes que sólo unos abuelos pueden transmitir.
Esto no es algo que diga yo, sino que es algo que en los últimos días escucho a muchos de mis amigos. Los padres están deseando que sus hijos crezcan y puedan vivir muchas de las batallas infantiles con las que crecimos.
El papel que juegan los abuelísimos en la educación de nuestros hijos, primero por generar un vínculo emocional; y segundo por el amor que desprenden. Será muy bonito el poder ver a los más pequeños de la casa jugando en los parques, aprendiendo a montar en bici, jugando a la pelota y lo mejor de todo... sonriendo a carcajada limpia en un gesto de complicidad absoluta.
Olvidando por unos días la tecnología, las pantallas de videoconsolas y móviles por correr y compartir momentos de vida, porque a una persona de 80 años, un niño puede darle un gran inyección de vida, al igual que a un niño o niña de 7 la risa loca y emoción de resultarle todo nuevo junto a sus abuelos... Es todo un regalo. Y es que debemos quedarnos con la frase que dice, «lo importante no es el tiempo, sino lo que haces con él».¿Verdad, abuelo/a?
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