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Con mascarilla y ropa cómoda: «Si yo me veo bien, todo irá mejor»

Con mascarilla y ropa cómoda: «Si yo me veo bien, todo irá mejor»

ABUELA A LA ÚLTIMA ·

Las enormes listas de espera con las que han comenzado las peluquerías o los centros de belleza demuestran que el cuidado de uno mismo no es nada insustancial

Maribel Cabo

Torrelavega

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Martes, 26 de mayo 2020

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«Ya se ve la luz al final del túnel». Esta es la frase que más escucho en los últimos días. Parece que empezamos a reconquistar pequeñas libertades que nos habían sido arrebatadas por un bicho que sólo se puede ver a través de un microscopio. Y como si de un túnel se tratase, lo atravesamos con la confianza de que nuestra vida mejorará o, al menos , cambiará para mejor.

Salir a correr o pasear se nos antoja una maravilla comparado con días atrapados entre la cama y el sofá, el salón o la cocina, o, los más afortunadas, en el jardín.

Todos hemos tenido que renunciar, pequeños y mayores, a nuestra libertad y modo de vida durante un tiempo que parece no tener fin.

La paciencia es una virtud infravalorada, que hemos redescubierto a golpe de decreto y boletines informativos.

Nos ha puesto a prueba, con resultado de notable, diría yo.

No está siendo nada fácil, pero nuestra salud y el bienestar común debe ser nuestra prioridad ahora.

Y así, entre aperitivos en zapatillas calentitas, repostería casera y ropa holgada hemos pasado a otra fase.

A la de visitar a los nuestros, con la distancia correspondiente, a sentarnos en una terraza a tomar un café (o lo que quieras, benditos bares) o a la apertura de pequeños negocios, como peluquerías o centros de estética, para deleite de quienes contábamos los días para una puesta a punto integral.

Porque, ¡cuánto hemos echado de menos esos cuidados durante el confinamiento!

Después de semanas sin apenas salir de nuestra casa, vistiendo de chándal o ropa cómoda a diario, sin maquillaje salvo para levantar el ánimo, por fin podemos acudir a nuestros centros de confianza a disfrutar de ese rato solo para nosotras.

Teñir esas canas que asoman, cortarnos el cabello que ha crecido como la maleza en primavera o disfrutar de un masaje relajante son, ahora mismo, pequeños placeres que teníamos agendados a la espera de tiempos diferentes.

Porque, ¿a quién no le levanta el ánimo, y en ocasiones la autoestima, el verse favorecida, guapa, después de semanas de leggins, pelo recogido y cara lavada?

Las enormes listas de espera con las que han comenzado las peluquerías o los centros de belleza demuestran que el cuidado de uno mismo no es nada insustancial y corrobora lo que ya sabíamos, que cuando te ves bien, hasta la mayor adversidad, se afronta mejor.

Ahora la realidad se impone. Y hemos adoptado la mascarilla como medida de protección, además del distanciamiento, y que algunos consideran un complemento más de nuestro look.

Tendencias

¿Como será nuestra relación a partir de ahora con la moda?

Creo que primará la comodidad ante todo, con prendas versátiles y muy ponibles, fáciles de lavar y/o cuidar, junto a calzado supercómodo y todoterreno, que resista días completos de multitareas y en mi caso, no perder de vista a mis nietos.

Los complementos puede que pierdan el protagonismo que tenían hasta ahora, por aquello de que cuanto más sobrio y minimalista sea nuestro atuendo, menos tendremos que lavar y desinfectar. Aunque a mí me va a costar prescindir de mis maxipendientes (con la mascarilla se enganchan) o renunciar a mis labiales preferidos, tendremos que esperar a que esta nueva normalidad no dure demasiado, no sea lo cotidiano y los expertos encuentren la vacuna para combatir la enfermedad o al menos, convivir con ella sin que sea un arma letal.

Entonces, y solo entonces, cualquiera que sea nuestra pasión: los viajes, la fotografía, el deporte, la moda… volverán a formar parte de nuestro 'yo' otra vez, sin miedo a besar, abrazar, disfrutar… a vivir.

«La paciencia no es simplemente la capacidad de esperar, es como nos comportamos mientras esperamos». Joice Meyer.

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