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Las olímpicas del ganchillo se ven las caras en Llanos
La granja Alpacas de la Tierruca, ubicada en Penagos, acogió una competición en la que participaron 160 mujeres
En un entorno verde, rodeado de alpacas pastando y con 160 mujeres sentadas dándole ritmo a agujas y ganchillos, poco o nada tenía que ver este sábado Llanos con una villa olímpica. Y, sin embargo, en eso precisamente se convirtió el bonito pueblo de Penagos, porque, bajo el título de 'Crocheolimpiadas', se juntaron las mejores tejedoras de Cantabria y de otras provincias cercanas. El objetivo era demostrar que eran las más diestras en un arte al que muchas de ellas entraron por herencia familiar, para poder echar una mano en las labores, mientras otras (sobre todo las nuevas generaciones) han encontrado en esta actividad una vía de entretenimiento.
Ahí estaban, por ejemplo, las primas Lorena y Mila, que llevaban «más de 20 años sin tejer» y que este sábado tuvieron que rebuscar en su memoria como si fuera un cajón de sastre para rescatar las enseñanzas de sus madres. «No se olvida, es como ir en bici», aseguraba Lorena, mientras daba forma a una bufanda y reconocía que «no voy a poder terminarla en tiempo». Dos horas de trabajo tenían para completar la labor y presentar la pieza. Pero, a su lado, la prima le quitaba hierro: «Con venir ya hemos ganado».
Aunque una tercera en la mesa, Pilar, sí que con cierta sorna y humor mostraba una postura más competitiva. «Yo sí que he venido a ganar». De hecho, esta mujer, que es de las que todas las noches practican, porque «no concibo estar viendo la tele sin una labor en la mano», reconocía que había dado vueltas durante días a qué prenda tejer en la competición y, finalmente, optó por unos mitones. «Creo que es más diferente», explicaba Pilar sin intención de desanimar a la compañera que daba forma a la bufanda.
Y es que, aunque todas eran mujeres, este sábado en la finca de alpacas de Llanos –ni un solo hombre se apuntó– poco tenían que ver las unas con las otras más allá de su habilidad. Mientras unas, como Pilar, llevan mucho tejido y es una actividad que forma parte de su vida y de quienes son, otras, como Lorena y Mila, lo aprendieron casi por tradición y ahí se quedó. También hay otras, como Alicia, que es monitora de autobús escolar y que aprendió hace poco yendo a clases. Ahora aprovecha los ratos en los que los niños están tranquilos para darle al ganchillo, «porque me relaja». Y había más jóvenes, como Elsa, que con 13 años tiene más destreza con las agujas que con los cubiertos y hacía vueltas de ganchillo con una rapidez pasmosa. «Empecé hace seis años y voy a clase una vez a la semana», explicaba sin dar tregua a las manos.
La jornada, organizada por La Trece 14, un proyecto de dos artesanas con sede en Sarón, se dividió por niveles. Y aunque era una olimpiada, no se repartió un oro, sino dos por categoría. Las principiantes debían hacer un bolso y los mejores fueron los de María Fernández y Míriam de Francisco. En chal (nivel intermedio), subieron al podio Mónica García y Jone Malbadi. El reto del poncho lo superaron Bea Campo y Maite Fernández, mientras que en categoría 'dos agujas', modalidad libre, ganaron Pilar Pereda y Esther López. A igual tiempo y con el mismo patrón de partida, ellas fueron las campeonas.