Borrar

La ausencia de los cocineros

Desde hace algunos años son bastantes los cocineros, especialmente los más mediáticos, que subidos a la ola de popularidad de la que goza su profesión han emprendido el camino de las asesorías o de la apertura de otros restaurantes por España y por el mundo

Carlos Maribona

Martes, 30 de mayo 2017, 15:46

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Desde hace algunos años son bastantes los cocineros, especialmente los más mediáticos, que subidos a la ola de popularidad de la que goza su profesión han emprendido el camino de las asesorías o de la apertura de otros restaurantes por España y por el mundo. Cocineros que también son protagonistas de campañas publicitarias, prestan su nombre a productos que se sirven en cadenas de comida rápida o se dedican a hacer programas de televisión. Hasta aquí, nada que objetar. Son profesionales y están en su perfecto derecho de obtener la máxima rentabilidad de una imagen que han logrado con mucho esfuerzo.

Sin embargo, este fenómeno lleva aparejado un peligro: que el cocinero dedique más tiempo a viajar para atender todos esos negocios paralelos, olvidando que su prestigio, su celebridad, los ha obtenido precisamente en su restaurante. Las ausencias del chef, sobre todo cuando son reiteradas, resultan muy molestas para los clientes. Por suerte o por desgracia nos hemos acostumbrado (ellos nos han acostumbrado) a ver por la sala a la gran mayoría de cocineros. En algunos casos, tomando directamente las comandas, en otros en una vuelta triunfal al final de las comidas o de las cenas. Por eso, cuando no aparecen, las sensaciones no son buenas. Aún es peor la repercusión que la mayor parte de las veces tienen esas ausencias en el nivel de la cocina.

El ojo del amo engorda al caballo, dice un dicho español. Y suele ser cierto casi siempre. Cuando se lo recordamos a algunos de los implicados, la justificación que dan suele ser la misma. Todos tienen detrás un gran equipo de que les arropa. Sin embargo, con contadas excepciones de cocineros que son verdaderos formadores de equipos, en la mayoría de los casos no se come igual cuando no está el titular. No sé a ustedes, pero a mí me ha ocurrido con frecuencia. No digo, aunque tampoco estaría mal, que lleguen al extremo de no faltar a ningún servicio (conozco algunos muy grandes que rarísimamente faltan; estoy pensando, por ejemplo en Hilario Arbelaitz, siempre en los fogones de su Zuberoa de Oiartzun).

Las ausencias ocasionales no son un problema, pero hay algunos que pasan más tiempo atendiendo a sus restantes negocios que al que les da fama y prestigio. A más de uno ya le ha pasado factura esa dispersión. Es el momento de pedirles que vuelvan a su fogones.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios