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¡Chef, sí chef! En los fogones del infierno

bocados de fotogramas ·

Guillermo Balbona

Santander

Martes, 1 de febrero 2022, 19:50

Sin duda algunos programas culinarios, entre la desbordante oferta, especialmente televisiva, han mostrado fogones que daban miedo, competiciones salvajes, chefs tragicómicos y auténticos magos del emplatado más minimalista. Lo excepcional es toparse con ficciones que tengan en la cocina el eje para su incursión en determinados géneros. Es verdad que el terror y el gore, cuando no el canibalismo, han utilizado metáforas culinarias. Pero resulta casi insólito un ejemplo como el de 'Boiling Point', ' Hierve', reciente proyecto británico que no solo arriesga con la fórmula del plano secuencia, sino que aborda una historia donde colisionan los tópicos con las situaciones límites.

Hierve. Director: Philip Barantini. 2021. 92 minutos. Intérpretes: Stephen Graham, Jason Flemyng, Ray Panthaki, Hannah Walters.
Imagen - Hierve. Director: Philip Barantini. 2021. 92 minutos. Intérpretes: Stephen Graham, Jason Flemyng, Ray Panthaki, Hannah Walters.

Un restaurante de moda, un chef perfeccionista, las exigencias de la clientela, la sombra de la inspección, el trabajo individual y en equipo, los egos revueltos... 'Hierve' desprende cierta presunción, pero mantiene su menú dramático, sus sorpresas y giros, no sin trampas, para lograr estirar el 'único plano'. Y, sobre todo, es uno de esos filmes con ingrediente básico, el actor Stephen Graham que hace de restaurador, sherpa y guía empático del que se sirve el cineasta Philip Barantini en su debut cuando decidió contar su experiencia como cocinero antes de ser actor.

Con el precedente de un cortometraje eficaz, se lanzó a la aventura a modo de experiencia inmersiva donde se cuecen muchos perfiles, decisiones y enfrentamientos. Bajo las mesas, entre platos y hornados, van aflorando anécdotas, azares y situaciones convulsas. Todo es incesante, asfixiante y cansino. Un descenso a los infiernos del cocinado, entre bambalinas, entre órdenes, sudores y caos. De las barricadas del adobar y sazonar a caramelizar la ficción. Del drama a la comedia, de la textura tensa al temblor. Se puede discutir el plano secuencia, pero no la capacidad para servir el crudo frenesí de cocineros y comensales azotándose entre sabores.

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