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Quesos con diferentes cortezas. DM
Las cortezas también se comen

Las cortezas también se comen

Siempre que sean naturales, podrán ingerirse sin ningún problema, o utilizarse para hacer unos crujientes aperitivos

DIEGO RUIZ

Santander

Lunes, 25 de febrero 2019, 16:08

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La pregunta es frecuente: ¿Qué se puede hacer con la corteza de los quesos? Y la respuesta contundente: comerla. Eso sí, siempre que sea natural y que nos guste. Y, también, que aceptemos su textura, y su sabor, generalmente fuerte.

Existen dos tipos de corteza, una defensa para defender las virtudes del queso y evitar mohos y hongos. La natural es aquella en la que para su preparación se han utilizado productos como el aceite de oliva u otras grasas vegetales, pimentón, pimienta, plantas aromáticas, vino, sidra y humo aplicado directamente, entre otros. La artificial se elabora con ceras, materiales sintéticos y determinados plásticos y pinturas. Esto no significa que su consumo sea perjudicial para la salud, pero no es para nada recomendable.

Así que, según esta premisas, los quesos más conocidos cuya corteza se puede comer y hasta se recomienda su ingesta son el Brie, Camembert, Emmental, Cheddar, Parmesano, Idiazabal, Roquefort, Cabrales, Picón Bejes-Tesviso, Nata y Gorgonzola. Luego hay quesos, como los frescos (Burgos, Burrata, Mozzarella, Provolone...) que no tienen corteza.

Los quesos blandos con corteza blanda enmohecida (Brie, Camemberg, Rulo de Cabra...) tienen una corteza comestible, aunque con ellos hay que tomar las lógicas precauciones. Esto es, que se hayan envasado de una manera lo más higiénica posible y que no hayan estado expuestas al manoseo de las personas durante su exposición.

Duros

Los quesos de corteza dura enmohecida, tipo Manchego, tienen una corteza dura y seca y de un sabor demasiado fuerte. Como además se venden sin envasar, no es muy recomendable comerla.

Los de corteza dura sin moho, como el Parmesano, suelen llevar una capa de aceite para hacerlos más atractivos de cara al cliente. Estas cortezas son también duras y no suelen ser del gusto del consumidor, aunque se pueden comer.

Existen también los quesos de corteza lavada que son bañados durante su proceso de maduración con agua, cerveza, vino o salmuera. La corteza de estos es blanda, pero su sabor resulta fuerte.

No se deben consumir aquellas cortezas artificiales recubiertas con cera, parafina o pinturas (Manchego, Edam de Bola, Gouda...) Aunque sean materiales aptos para el consumo alimentario, es mejor abstenerse.

Estas cortezas naturales duras o con sabores fuertes tienen una función en cocina. Sirven para darle sabor a caldos, sopas, cremas, salsas, pastas o arroces (risottos).

Snacks

Con la corteza de quesos como el Parmesano se pueden preparar unos ricos snaks en forma de palomitas o de bastoncitos. Su preparación es muy sencilla y su resultado muy sorprendente. En primer lugar habrá que cortar la corteza del queso, que habremos limpiado bien anteriormente, dejando algo de la pasta pegada a cada porción. Cuando tengamos varias de ellas ya listas, tan sólo habrá que meterlas en el microondas, con la piel hacia arriba, y dejarlas a la máxima potencia durante tres o cuatro minutos.

Lo importante es dejar enfriar las 'palomitas' que después dejaremos en el frigorífico durante unas horas antes de su consumo. El bocado reúne el sabor del queso y el crujiente de la corteza.

Para redondear el aperitivo basta con añadirle un poquito de pimentón, tomillo, romero, orégano, jengibre en polvo o chile, si le gusta el picante. La corteza debe quedar tersa y con un atractivo color dorado.

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