Borrar
Germán Castellano, en las instalaciones de El Diario Montañés. Vídeo: Pablo Bermúdez

Germán Castellano: «Mis gallinas viven mejor que yo»

En la mesa con... ·

De la jardinería a ser productor de huevos ecológicos hay un trecho que puede parecer largo, pero en el caso del responsable de Granja La Busta de Alfoz de Lloredo, fue más natural de lo que cabría imaginar

José Luis Pérez

Santander

Sábado, 4 de octubre 2025, 07:49

Comenta

De la jardinería a las gallinas ecológicas hay un trecho que puede parecer largo, pero en el caso de Germán Castellano, responsable de Granja La Busta (Alfoz de Lloredo), la transición fue más natural de lo que cabría imaginar. «Esto fue una casualidad», reconoce. «Siempre me gustaron las palomas mensajeras y cuando me instalé en La Busta pensé en hacerme un palomar. Pero al final decidimos poner unas gallinas para tener huevos de verdad. Y ahí empezó todo». Así comienza la entrevista con German Castellano que se suma a la sección 'En la mesa con...' que cada semana se emite en la web de El Diario Montañés.

Castellano lleva más de 35 años en el mundo de la jardinería y sigue al frente de su centro de producción de planta y venta al público. Pero hace algo más de una década decidió diversificar su finca con un pequeño gallinero que acabó convertido en una granja certificada en producción ecológica. Hoy cuida 315 gallinas que le proporcionan unos 280 huevos diarios, destinados casi en exclusiva a tiendas de Torrelavega y Santander.

Lo cuenta con humor y con la naturalidad de quien no ha perdido la perspectiva: «Mis amigos me dicen: ¿no te podía gustar otra cosa? ¿Otro hobby menos raro? Pues no. A mí me gustan las gallinas, sinceramente».

Producción artesana

En un sector marcado por la industrialización, Germán defiende una producción reducida y de proximidad. «A nivel de granja somos un grano de arena en la playa, pero no queremos crecer más. Nos basta con abastecer a nuestros clientes de siempre. Queremos mantener una producción artesana, muy familiar, donde las gallinas vivan estupendamente bien».

Esa filosofía se refleja en la rutina diaria. «Las gallinas me obligan a trabajar 365 días al año, incluido mi cumpleaños y Navidad. Estoy en el vivero todos los días. Los animales no entienden de vacaciones», explica. Y lo hace con cierto orgullo, como si esa dedicación fuera parte inseparable de la calidad final del producto.

Ecológicas desde el primer día

La granja está certificada en producción ecológica y esto significa que las pollitas llegan ya criadas con pienso ecológico desde el primer día y que la explotación cumple con estrictos requisitos de bienestar animal.

«Puede haber un máximo de seis gallinas por metro cuadrado de gallinero y un mínimo de cuatro metros cuadrados de parque exterior por animal. Nosotros tenemos el doble», asegura. «Además, están prohibidos los fitosanitarios de síntesis, pasamos al menos tres controles de salmonella al año y cumplimos una larga lista de requisitos. Todo eso repercute en la calidad del huevo».

Castellano insiste en que el factor decisivo es la alimentación: un cereal de producción ecológica que complementan con la hierba, insectos y pequeños hallazgos que picotean en el exterior. «La hierba apenas tiene proteína, así que el pienso es clave. Salir al campo no es tanto por nutrición, sino por su bienestar, por reproducir los comportamientos naturales: revolcarse en la arena, beber en los charcos, corretear. Son gallinas felices».

Huevos frescos y de calidad

La producción es pequeña, pero constante. Cada gallina pone de media algo menos de un huevo al día, que el propio Germán recoge, envasa y distribuye de inmediato sin dar pie a almacenar. «Los huevos que salen de aquí llegan a las tiendas con apenas uno o dos días. Tienen 28 días de consumo, pero nuestros clientes los reciben recién puestos. Esa es la diferencia con respecto al supermercado».

Los primeros huevos de las pollitas, más pequeños y de cáscara dura, son para Castellano los más sabrosos: «Pregúntale a cualquier cocinero que sepa, los de primera puesta son los mejores del mundo».

El productor confiesa que él mismo no es cocinillas, aunque disfruta de su producto de la manera más sencilla: «A mí me parece que unos huevos fritos con buen aceite y un buen pan son un manjar barato. Con un poco de jamón o de morcilla ya es lo mejor del mundo».

En definitiva, La Busta es la prueba de que detrás de cada docena de huevos hay mucho más que alimento: hay dedicación, respeto por los animales y amor por la tierra. «Si analizas la rentabilidad, cada huevo debería costar 10 euros. Pero no me importa. Me gustan las gallinas, y ya está».

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes Germán Castellano: «Mis gallinas viven mejor que yo»