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La Jarradilla, tres generaciones con ilusión y la mente abierta

Premio a la trayectoria ·

Lo que nació como una ganadería familiar ha evolucionado apostando por la diversificación y la innovación, promoviendo nuevos proyectos que aporten valor añadido a su línea principal de producción

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Miércoles, 30 de septiembre 2020, 21:05

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Los momentos duros han han ido marcando los grandes hitos de La Jarradilla, un negocio familiar que nació en plena posguerra y lleva en activo casi ochenta años y tres generaciones, cada una de las cuales ha llevado a la empresa hacia un escalón más alto.

De hecho, la suya es una historia que sigue el patrón clásico de las empresas familiares, unos inicios en los que más que negocio se busca la subsistencia, después una segunda generación que construye la base de la empresa con todo su esfuerzo y sacrificio, y una tercera que «lo apuntala, agradecida por el tenaz trabajo de las anteriores, e implementa nuevas prácticas y tecnologías». Dos miembros de esta última generación, Álvaro Carral y María Eugenia Martínez, hablan de la trayectoria que ha vivido la empresa.

Una decena de vacas fue la que inició la actividad de La Jarradilla, que debe su nombre a la finca en la que la familia Diego se estableció junto a sus diez hijos. Esas vacas daban sustento a la familia y eran la principal fuente de ingresos familiar a través de la venta de leche por el entorno. En los años 70 dos hijos del matrimonio, Manuel y Candelas, al que se une Felipe, el marido de ésta, deciden apostar por la granja, ampliando las instalaciones e incorporando una ordeñadora. Sin embargo, en 1987 la caída de los precios de la leche hizo tambalear el futuro de la empresa, inviable en esas condiciones para sostener a la familia.

«En los Valles Pasiegos se ha desarrollado una cultura gastronómica interesantísima alrededor de la leche»

«Por suerte, en los Valles Pasiegos llevamos un milenio vinculados a la actividad ganadera y se ha desarrollado una cultura gastronómica interesantísima alrededor de la leche». Y aprovechando esta tradición, la familia decidió invertir en una quesería para empezar a comercializar los quesos que, hasta ese momento, elaboraban para consumo propio. Una diversificación de su mercado que terminó por imponerse ocupando el destino del 100% de la leche obtenida de su ganadería.

Un giro que salvó el negocio y una filosofía que refleja que no tienen miedo a los cambios. «Queremos seguir diversificando, no pensamos en crecer ni dar saltos a nuevos mercados, nos gusta nuestro tamaño pero eso no significa quedarnos parados». Ejemplo de ello es que en el último año han desarrollado una nueva faceta en la empresa a través de un espacio de artesanía y desarrollo sostenible que se dirige a escolares, familias y visitantes en general y que tiene como objetivo «reforzar la educación medioambiental y poner en valor la figura del artesano y del medio rural».

Ocho décadas

Después de casi ocho décadas, La Jarradilla tiene aún mucho que decir, han desarrollado recetas propias que han traído premios, distinción y reconocimientos, también se han equivocado, «de lo que hemos aprendido más que de los éxitos». El camino ha sido gratificante y duro al mismo tiempo, «no es fácil, sobre todo a efectos administrativos, también cuesta desconectarse, somos como las vacas, que no saben cuando es domingo», pero al final son tres generaciones de ganaderos que nunca han «perdido la ilusión y siempre hemos afrontado las situaciones con la mente abierta».

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