No a la lipofobia
Las grasas en sus diferentes estructuras son indispensables para nuestra salud
Muchas personas, en gran parte influidas por informaciones incorrectas, sienten un rechazo total al consumo de grasas, en cualquiera de sus formas. Es la lipofobia. ... Y este hábito nutricional no proporciona salud, sino todo lo contrario. Las grasas en sus diferentes estructuras son indispensables para nuestra salud. Por ejemplo, el cerebro está compuesto fundamentalmente de grasa y de agua. Sí, aproximadamente el 60% del cerebro es grasa, y una gran parte es colesterol y ácidos grasos esenciales, sobre todo omega 3 tipo EPA y DHA. Estas grasas forman la estructura de las neuronas y permiten que generen potenciales y se comuniquen entre sí. Nuestro cerebro no funcionaría sin estas grasas.
El colesterol también es un componente esencial de las estructuras del cerebro y de su función. El colesterol abunda, por ejemplo, en las vainas de mielina, que es una capa grasa que envuelve las fibras nerviosas, como las fundas de plástico de los cables de la luz, y permite que los impulsos eléctricos viajen rápida y eficazmente. El colesterol es clave para formar esta capa. Sin suficiente colesterol, el sistema de comunicación del cerebro se vuelve lento.
Las grasas, además, forman parte de todas las membranas celulares. Cada célula del cerebro (y del cuerpo) tiene una membrana hecha de lípidos. Estas membranas ayudan a que las células funcionen bien y se comuniquen entre sí. Además, colesterol y otras grasas sirven para fabricar importantes moléculas como las hormonas sexuales y el cortisol. Lo que es importante es consumir el tipo de grasa más saludable y en las proporciones adecuadas. Un ejemplo de ello nos lo proporciona un trabajo científico publicado hace ahora un año, en la revista «Journal of the American Medical Association» sobre el aceite de oliva.
El aceite de oliva de buena calidad, el oliva virgen extra (AOVE) es el principal elemento de esa forma tan saludable de alimentarse que es la Dieta Mediterránea. Numerosos compuestos beneficiosos presentes en el aceite de oliva, como vitamina E o polifenoles con acción antioxidante y antiinflamatoria, son los responsables de sus efectos beneficiosos. El estudio mencionado se ocupa precisamente de valorar el efecto del consumo habitual de AOVE sobre la salud mental. El estudio se realizó a lo largo de 28 años, sobre un total de 92. 383 participantes de los cuales 60. 582 eran mujeres; todos ciudadanos de Estados Unidos y con una edad media de 56 años. Aquellas personas que consumían diariamente, al menos la cantidad de una cucharada de aceite de oliva de buena calidad reducían en casi un 30 por ciento el riesgo de padecer demencia, en comparación con aquellos que nunca tomaban aceite de oliva. En los análisis de sustitución, cuando se reemplazaba la margarina o mayonesa por la cantidad equivalente de aceite de oliva se obtenía una reducción significativa en el riesgo de demencia, lo que no se lograba si la sustitución se realizaba con otros aceites vegetales o con mantequilla. Estos resultados ponían en evidencia el protagonismo indiscutible del aceite de oliva en los efectos sobre el cerebro.
Usemos AOVE en las tostadas del desayuno, en los aderezos de las ensaladas y en los guisos tradicionales.
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