Ensalada de bienvenida al verano
Una elaboración de aprovechamiento, con tomate, una nectarina y gazpacho, como principales ingredientes
No todos los días estoy con la mente tan fresca como para saber qué hacer de comer o de cenar. Muchas veces el día te ... va absorbiendo de tal manera que no eres casi capaz de pensar, llegas a casa, abres la nevera sin muchas expectativas, encuentras cuatro cosas que piden paso antes de pasarse y, sin darte cuenta, montas un plato que parece sacado de un chiringuito con reconocimiento en una guía.
Eso me ha pasado esta semana, con unos tomates que por fin saben a tomate, unas nectarinas que estaban al límite, briñones que aguantaban con dignidad, un resto de gazpacho y alguna que otra alegría más. De ahí salió la ensalada que hoy os traigo, una ensalada de aprovechamiento con nombre largo y resultado redondo.
La receta, si es que se le puede llamar así, empieza con un poco de mimo, pelando las nectarinas y los briñones y pasándolos por la plancha, sin más, hasta que cojan ese punto caramelizado que da calor y gloria. Luego, en un plato hondo o una fuente bonita, echo una base de gazpacho que quedaba del mediodía y, por encima, coloco los tomates pelados y cortados en trozos no muy grandes, repartidos sin mucho orden pero con cierta gracia.
Después vienen las frutas marcadas, que ya huelen a cocina buena, las dispongo sobre los tomates, intercalando texturas y colores. Cojo un puñado de cerezas que también habían sobrado, las deshueso y simplemente cortadas a la mitad, y las añado para que aporten ese punto dulce inesperado pero muy agradecido. Para rematar, unas lascas del queso que haya en la nevera y, por supuesto, unas anchoas buenas, que lo levantan todo.
Lo curioso de este plato es que, siendo completamente improvisado, funciona. Y lo hace por la mezcla de temperaturas, por ese cruce entre dulce, salado, ácido y umami, que parece pensado pero no lo estaba. Porque lo único que tenía claro era que no iba a tirar nada, y mira tú por dónde...
Esto no es una receta con cantidades, sino una idea, una sugerencia para estos días largos de verano en los que cocinar da pereza pero comer bien sigue apeteciendo, y encima vas descargando la nevera de cosas que se te van quedando en el fondo.
El gazpacho une; el tomate da base; las frutas aportan contraste; las cerezas, sorprenden; el queso, acaricia, y la anchoa pone el broche. Ya si tienes albahaca, pica un par de hojas. Si no, un chorro de buen aceite basta. Es fresca y veréis como esos contrastes de sabores os van a sorprender.
Porque al final, de eso va el verano, de dejarse llevar, de no complicarse la vida y de reencontrarse con los sabores frescos, los productos de temporada y la alegría de cocinar sin prisas.
Esta ensalada improvisada, colorida, jugosa, viva, es un homenaje a todo eso, a la cocina de aprovechamiento que no renuncia al placer, a la frescura que refresca de verdad y al tiempo, ese bien tan escaso el resto del año que, por fin, podemos saborear despacio.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión