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Manzanos de sidra. Marta Tormos
¿Qué hay de cena papi?

La sidra también es de Cantabria

La próxima vez que te sientes a comer, fíjate bien en la carta y si hay sidra de Cantabria, dale una oportunidad

Ricardo Ezcurdia

Santander

Domingo, 31 de agosto 2025, 07:53

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Cuando hablamos de sidra en España, la asociación automática nos lleva al Principado de Asturias. Sin embargo, la historia nos recuerda que Cantabria también tuvo una relación muy estrecha con esta bebida, hasta el punto de que existen escritos antiguos que ya citaba a cántabros, astures y vascos como pueblos que bebían sidra.

Pero hoy no voy a daros lecciones de historia, vengo a contaros cómo la sidra ha vuelto a abrirse paso en la gastronomía local, con productores que no se conforman con repetir viejas fórmulas. La sidra de Cantabria hoy es un producto que apuesta por la calidad y la modernización, algunos pequeños elaboradores trabajan con manzanas autóctonas, cuidando cada detalle del proceso y buscando un sabor limpio y refrescante que se aleja de la imagen industrial que muchos aún tienen.

El interés por la sidra no se limita al productor, cada vez son más los restaurantes que la incluyen en sus cartas, conscientes de que una buena sidra no solo refresca, sino que también cuenta una historia.

Pero no todas son iguales; hay sidra natural, con ese ligero gas que provoca cosquilleo en la lengua; gasificada, más estable y fácil de servir; y las brut o extra brut, que ofrecen intensidad y un toque más seco, ideales para maridajes exigente. Cada tipo tiene su momento y su público, y jugar con ellos en la cocina es un auténtico placer.

Aunque hay que tener en cuenta que, al final, la sidra no es solo para brindar, lo podemos utilizar como un ingrediente con el que jugar, tanto en platos salados como en postres. Imaginaos una merluza a la sidra, donde el líquido perfuma el pescado y potencia su sabor sin enmascararlo; un pollo al horno con manzana y un chorrito de sidra, donde la bebida se convierte en la protagonista silenciosa del plato, aportando acidez, dulzor y aroma; o mi favorita, esa hogaza de pan rellena de una chistorra que ha estado cociéndose poco a poco en sidra y que le aporta un sabor y una textura especiales. Incluso en repostería funciona con manzanas caramelizadas o en bizcochos con un toque de sidra, ahí también aporta su presencia.

No podemos olvidarnos de sus maridajes clásicos con quesos suaves, carnes blancas y pescados se llevan de maravilla con un culín de sidra fresca, la bebida limpia el paladar y potencia los sabores de cada ingrediente, convirtiendo cualquier comida en una experiencia más redonda.

No es casualidad que la tradición de compartir la botella en grupo siga viva el ritual de pasar el vaso, el culín que cae en la copa y ese instante de conversación pausada hacen que la sidra sea mucho más que un simple líquido dorado.

Recuperar la sidra cántabra no es solo un gesto nostálgico, es reivindicar un producto local que combina tradición, territorio y creatividad culinaria. Algunos proyectos buscan rescatar variedades de manzana autóctonas, otros perfeccionan la fermentación, y los restaurantes se animan a incluirla tanto como bebida como ingrediente; un ejemplo de reintegración en toda regla que da lugar a un panorama prometedor, donde la sidra puede volver a brillar en la mesa cántabra como lo hizo hace siglos, con el aroma fresco de manzanas y el sabor que solo la tierra puede dar.

Así que la próxima vez que te sientes a comer, fíjate bien en la carta y si hay sidra de Cantabria, dale una oportunidad. Ya sea en un culín para compartir, en un plato de pescado o en un postre caramelizado, cada sorbo es un pequeño homenaje a nuestra historia y a la creatividad de quienes hoy apuestan por recuperarla.

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