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El mar ha arrastrado
El mar azota Cantabria y deja destrozos en paseos marítimos

El mar azota Cantabria y deja destrozos en paseos marítimos

Olas de 9 metros provocaron daños en el mobiliario urbano en municipios costeros. El 112 coordinó cinco incidencias por viento

Álvaro Machín

Martes, 28 de febrero 2017, 10:17

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A las cinco de la mañana, la calle Enrique Otí, en Suances, era la orilla del mar. Los operarios se pasaron un buen rato recogiendo la palucada esa mezcla de restos de ramaje y vegetación que les dejó allí un Cantábrico que volvió a plantarse más allá de donde acostumbra. A esa hora, de pleamar, el asfalto del aparcamiento del Camello o el paseo marítimo junto a la Segunda del Sardinero se llenaron de salitre. Con rabia. Con olas gigantes, con viento, con una marea de las que superan los cien de coeficiente... Hubo esa conjunción de factores que hace temblar a los que tienen negocios en la costa. Libraron, pero sólo a medias. No hubo los destrozos de reciente recuerdo, pero la alerta roja dejó un reguero de consecuencias la imagen del asfalto levantado en El Puntal de Laredo es posiblemente la más llamativa y de avisos. Porque el mar volvió a llegar muy lejos. Y van unas cuantas en poco tiempo.

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El AOM Aphrodite tenía que entrar a puerto a las seis de la mañana. Imposible para un barco de 230 metros de eslora que tenía que descargar 20.500 toneladas de harina de soja en los muelles de Santander. Ayer se pasó el día dando tumbos golpeado por unas olas que ni siquiera permitían verlo cerca de Mouro desde el Sardinero. La flota pesquera quedó amarrada. Según la boya Augusto González Linares, hasta 9,38 metros de ola que atrajeron la atención de muchos curiosos y que dieron trabajo a los operarios municipales de los municipios más afectados. En Santander, por ejemplo, el agua se coló en los contenedores soterrados de la avenida García Lago, donde el mar se llevó por delante algunas papeleras y levantó cincuenta losetas del paseo. La calle, cerrada al tráfico, fue la más castigada. El personal de Aqualia vigiló la cántara (el depósito inferior) para que el temporal no lo abarrotara de arena. Rompió allí y también en pasarelas y mobiliario urbano de Mataleñas (duchas y lavapiés), El Camello (seis metros de barandilla) o La Concha (cuatro tarimas y otro tramo de barandilla también de unos seis metros). Más visible, en todo caso, resultaron los efectos en La Magdalena y Los Peligros. El mordisco de arena junto al Balneario es tan evidente que el paseo la pasarela ya no tiene continuidad y le falta el primer trozo (el que está junto al restaurante, que ayer tenía la terraza con arena). Hubo daños en quince tarimas, que una grúa se ocupó de retirar durante la mañana. Un poco más allá, frente al Museo Marítimo, la playa que se forma a estas alturas del año con lo que viene del otro lado La fenómeno alcanza ya unas dimensiones considerables.

Lista de daños

Arena. Se movió mucha. En Somo, por ejemplo, la grúa trató de poner la que hay a modo de barrera en los accesos a las playas y en las cercanías de las urbanizaciones. El mar la metió para dentro. «La gente en estas situaciones está predispuesta, esperando. Porque si te viene...», comentaba el alcalde de Ribamontán, Francisco de Asón. En Castro Urdiales, por si acaso, cerraron los paseos marítimos y la zona portuaria. Aunque al final no pasara nada. Como en Suances, más allá de esa suciedad acumulada. «Hasta el muro del paseo llegaba el agua y los palos en La Ribera. Y en Los Locos no hubo destrozos, pero ha llegado hasta el chiringuito», comentaba un testigo a primera hora. Sí que hubo destrozos en El Puntal, en Laredo. Zona de riesgo en estos casos.Entró agua en la zona que hace de aparcamiento y el asfalto quedó levantado. Hecho añicos.

Olas y también viento. «Se han registrado unas señales de obra caídas en la A8, a la altura de Saltacaballo; un cable desprendido en la calzada en Torrelavega; una boya de señalización suelta en Laredo; y una farola dañada y un contenedor movidos en Santander», destacaban como incidencias en el 112. Recibieron, en total, trece llamadas.

La cosa, en todo caso, fue mejorando con el paso de las horas (hoy se espera una jornada mucho más tranquila). La pleamar de la tarde dejó, sobre todo, curiosidad. Porque el agua volvió a llegar lejos, pero con menos fuerza. La Agencia Estatal de Meteorología había marcado en rojo el mapa hasta las tres de la tarde y ese tope de la marea fue casi a las seis. De eso hablaban los expertos que salen hasta debajo de las piedras estos días y se acercan a la costa desobedeciendo, en ocasiones, las advertencias de los servicios de vigilancia y los agentes. Ayer volvieron, cámara en mano, y hasta con niños pequeños. Corriendo cuando venía la ola.

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