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Airosa, una tudanca que vale 2.000 euros
Un centenar de ganaderos acudió a la subasta celebrada en Cóbreces por un lote de vacas de razas autóctonas criadas en las fincas del Gobierno regional
«Esto es como los coches: los Mercedes valen más que los Seat, ¿no?». A ojo de un profano que, como mucho, sabe distinguir una ... tudanca de las vacas de otra raza, es difícil determinar cómo se calcula el precio de un animal y cómo se puede estar tan seguro de su valor. El concepto que explica Abelardo Pérez, técnico de una de las fincas donde la Consejería de Desarrollo Rural y Ganadería cría ejemplares de razas autóctonas (tudancas, monchinas y pasiegas), por vago, tampoco ayuda mucho: «Se mira lo guapas que son».
«La guapa-guapa yo creo que es guapa para todos; luego hay unas intermedias que a unos les gustan mucho y a otro no le gustan. Se mira mucho de qué madre vienen: si hay una vaca que está aquí, saben quién es su madre, quién es su abuela y de qué toro viene».
«El objetivo de las fincas que tenemos es poner a disposición de los ganaderos las razas puras de nuestra tierra»
María Jesús Susinos
Consejera de Ganadería
«El interés de la tudanca es que se trata de una raza rústica, capaz de adaptarse a medios inhóspitos»
Alfredo Álvarez
Director general de Ganadería
Ese baremo que sólo entienden quienes se dedican a ello es la razón de que Airosa, con 2.000 euros, fuese la mejor pagada en la subasta celebrada este jueves en la Finca Aranda, en Cóbreces. Cerca de un centenar de ganaderos acudieron a la puja –otros sólo a fisgar o a encontrarse con los colegas–, por 42 tudancas y nueve monchinas, con precios de salida que oscilaban entre los 400 y los mil euros y que iban subiendo de veinte en veinte. Santiago Sañudo, de Coo de Buelna fue quien se llevó esta tudanca de exposición, y Laura Lavín, de Somahoz de Buelna, se quedó, por 1.340 euros, con la monchina más cara.
«Son vacas que el Gobierno de Cantabria tiene en sus –cuatro– fincas, son razas puras que están inscritas en el libro genealógico y los excedentes se subastan una vez al año porque nuestras fincas tienen una capacidad. El objetivo de las fincas que tenemos es, precisamente, poner a disposición de los ganaderos las razas puras de nuestra tierra, las razas autóctonas», indicaba la consejera, María Jesús Susinos.
Y aquí vuelve otra vez el que no tiene ni idea: sabe que hay vacas de leche y vacas de carne, pero no sabe en qué grupo meter a éstas. Claro que son bonitas con sus cuernos de lira, sus antifaces blancos y el pelo salpimentado, pero ve unas ubres mínimas y unas nalgas huesudas, y se imagina que lo que estas vacas dan es... subvención.
«Todo lo que se subvenciona es porque su rentabilidad no permite su subsistencia –admite Alfredo Álvarez, director general de Ganadería–, pero el interés de la tudanca es que se trata de una raza rústica, capaz de adaptarse a medios inhóspitos». Dice que hay, además, cierto componente de «romanticismo» en su cría. «La raza tudanca tiene el componente de raza autóctona y de raza rústica, y la tercera característica que está adquiriendo es que es una raza que identifica a nuestra comunidad autónoma; tiene un carácter identitario, social y cultural. Hay gente que adora la raza. Y ahora está pasando a ser una imagen de la comunidad autónoma».
Abelardo Pérez coincide con la opinión de su jefe. «Yo creo que la gente las tiene más por sentimiento que por dinero, porque tiene mucha más productividad una vaca limusina y, además, es mucho más duro el manejo de estas razas. Son vacas que se llevan mucho para zonas rurales de Cieza, de Reinosa, de alta montaña, donde otras no pueden estar».
Jorge Puebla de Cos se fue con cuatro tudancas a Bárcena Mayor, y por una de ellas subió la puja hasta los 1.300 euros. «Está bien porque ahora la carne vale. Es algo vieja, pero está con una jata y para parir otra más. Yo me fijo en los cuernos, el pelo, la forma del cuerpo... en que me gusten. Las tudancas son las que más me gustan, y su carne es mucho más rica que la de una roja, y más sabrosa».
De eso entiende Marta García, al frente de la ganadería Val del Mazo, que compró 17 tudancas. «Nos dedicamos a la comercialización de la carne de raza tudanca, y tenemos unos compromisos con el Gobierno de Cantabria y con la Unión Europea que tenemos que cubrir: cuando salen animales para la cadena de alimentación es obligatorio tener animales de sustitución». «Nos dedicamos a la raza tudanca porque es una raza autóctona en peligro de extinción, porque identifica nuestra tierra, porque se adapta perfectamente al territorio y porque el sabor inigualable de su carne es incomparable con otras razas».
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