Cantabria recibió en 2018 la cifra más alta de nuevos vecinos de la última década
El cómputo de los padrones municipales registró un importante aumento de los llegados de otras comunidades y del extranjero, y también más traslados entre los ayuntamientos de la propia región
La estadística de variaciones residenciales se elabora a partir de las altas y las bajas en los padrones municipales motivadas por un cambio de residencia. ... Es importante entender este concepto para no confundir sus conclusiones con las de la emigración o el aumento genérico de las poblaciones (aquí no se tienen en cuenta datos como los nacimientos o las defunciones). Es, resumiendo, saber cuántos se han ido y cuántos han venido a vivir a un determinado municipio. Desde otro lugar de España (y aquí se incluyen los que se mudan de un ayuntamiento a otro de Cantabria) o desde el extranjero. Los datos están en un amplio informe del Instituto Cántabro de Estadística (Icane). La principal conclusión es que 2018 fue el año en el que los municipios cántabros -en conjunto, el total de sus padrones- recibieron más nuevos vecinos en toda la última década. El mejor saldo de entradas y salidas. Con dos matices importantes a la hora de hacer análisis. Fue el periodo con más llegadas desde el exterior, desde fuera de España, desde 2008. Y también marcó una plena recuperación de los movimientos internos. Los traslados sin salir de Cantabria. Frenados durante la crisis, esas variaciones resultan claves para un buen número de ayuntamientos de la región. Piélagos, Santa Cruz de Bezana, Santa María de Cayón... Su actividad (construcción, servicios...) o su recaudación (aspectos como los impuestos o el dato de la población -que determina muchas cuestiones-) están en juego con esta estadística.
La cifra genérica, el número total de movimientos sin especificar altas, bajas, destinos o procedencias, ya revela un aumento considerable respecto a 2017. Fueron más de 54.000, un 8,9% más. Eso describe un periodo 'movido', de notable cambio, de muchas variaciones residenciales. El perfil medio del protagonista de estas mudanzas es el de un español residente en Cantabria de entre 30 y 44 años. Claro, hay que tener en cuenta que de ese total de variaciones (la cifra superior a las 54.000), más de 30.000 fueron movimientos entre municipios de la propia comunidad autónoma. Mudanzas a pocos kilómetros, pero con visita para empadronarse.
LOS NÚMEROS DEL INFORME
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28.650 altas en el conjunto de los padrones municipales en 2018.
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25.453 bajas en el mismo periodo. El saldo (positivo) es de 3.197.
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Variación residencial interna Cambios de residencia con movimientos dentro de España (entre municipios de Cantabria o en el ir y venir en relación a otras comunidades). El saldo en 2018 en Cantabria fue de 307 (en positivo).
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Variación residencial externa Cambios de residencia desde un municipio de España al extranjero o a la inversa. Los padrones cántabros ganaron 2.890 nuevos vecinos en 2018 en este concepto.
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Saldo por variación residencial Es el resultado de las altas menos las bajas. De esa operación sale la cifra en positivo de 3.197.
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8.043 altas en los padrones desde otras comunidades.
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5.277 altas se registraron desde el extranjero.
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7.736 bajas en los padrones hacia otras comunidades.
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2.387 bajas registradas con destino a un punto del extranjero.
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Sin salir de Cantabria
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30.660 registros El grueso de los movimientos residenciales durante 2018 salió de las mudanzas de un municipio cántabro a otro (15.330 altas y otras tantas bajas). Sin salir de la región. El dato supone recuperar un volumen de movimiento que había quedado reducido desde los años de la crisis.
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En el origen País Vasco, Castilla y León y Madrid son las comunidades autónomas de las que vienen más personas. De fuera, los países de origen con más presencia son Colombia, Venezuela, Perú, Rumanía, Moldavia y Brasil.
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A dónde nos trasladamos Los españoles que dejaron Cantabria para irse a vivir al extranjero se fueron principalmente al Reino Unido, Francia, Estados Unidos, México y Alemania.
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La zona preferida La mayoría de movimientos (internos y externos) se centran en la zona costera de Cantabria. Hay una enorme brecha con las cifras de los valles interiores de la región.
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Por meses
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Los preferidos para mudarse Abril fue el mes en el que más altas hubo en Cantabria de personas procedentes de otras comunidades autónomas. En cuanto a los que vinieron de fuera, octubre fue el mes más importante (junio, por contra, fue en el que se registró mayor número de bajas).
Saldo interior y exterior
Lo siguiente es calcular el saldo. Hacer la resta. Altas en los padrones menos bajas. Si se ganan o se pierden vecinos en el ir y venir. Y Cantabria salió ganando en esta cuenta 3.197 nuevos empadronados el año pasado. De ellos, 307 (en positivo) salieron del intercambio con otras comunidades. País Vasco, Castilla y León o Madrid fueron los principales puntos de origen de los que se empadronaron en municipios de la región (también de destino para los que se trasladaron desde aquí). Los más cercanos (manda la provincia de Vizcaya) y la capital. Esto supone mantener la tendencia de saldos a favor desde 2016, el año que marcó un punto de inflexión tras cuatro balances consecutivos en negativo (entre 2012 y 2015).
Con todo, los datos de 2018 fueron más discretos en este parámetro que los que se registraron el pasado año. Vinieron más de otras comunidades que los que se fueron desde Cantabria, pero el margen positivo no fue tan grande como en 2017. Porque en un año -ya se ha dicho- de mucha movilidad residencial crecieron las altas, pero también de forma muy significativa las bajas en los padrones de los ayuntamientos de la región.

Por eso, el grueso del saldo positivo vino del intercambio con el extranjero. Una de las claves del informe. Los otros 2.890 (hasta los 3.197) salen de la estadística de variaciones residenciales externas. Hay que matizar. Que vengan del extranjero no significa que todos sean extranjeros. Sí la mayoría, pero no todos. De hecho, el Icane -que se basa en datos del Instituto Nacional de Estadística (INE)- calcula que del total que vino a Cantabria, casi un 16% corresponde a españoles que vivían fuera. Aquí aparece el fenómeno de los retornados, pero no sólo. También españoles de segunda o tercera generación que se trasladan al hogar de sus antepasados o extranjeros que, en su día, vinieron a España, consiguieron la nacionalidad y luego regresaron un tiempo a su país de origen. En todo caso, desde fuera se registraron en los padrones cántabros 5.277 altas. Es la cifra más alta de la década y casi un 26% más que el año anterior. Un crecimiento significativo. Y si a ese número se le suman las bajas (2.387) también sale el saldo más grande en positivo para la región en los últimos diez años.
Colombia, Venezuela, Perú, Rumanía, Moldavia y Brasil fueron los seis principales países de procedencia. Si uno dibuja un perfil del recién llegado, en este caso, sería una mujer (50,7% del total) que antes residía en América Latina o el Caribe y ligeramente menor de treinta años (es el grupo más numeroso en la distribución por edades).
Los que se marchan fuera
También es interesante saber quiénes se fueron a vivir al extranjero el año pasado. Sobre todo, para cuantificar el concepto repetido de la pérdida de talento o la idea de que los jóvenes se van al extranjero porque aquí ya no disponen de oportunidades. El 75% de los que dejaron Cantabria correspondió a extranjeros. Las bajas de españoles fueron, en concreto, 698, un 7,1% menos que el año pasado, y con una edad media de 34,8 años. ¿Dónde se fueron? Los españoles optaron, sobre todo, por trasladarse desde Cantabria al Reino Unido, Francia, Estados Unidos, México y Alemania.
Santander y Torrelavega: Balance positivo, pero sólo a medias
Si uno mira los saldos finales (la resta entre las altas y las bajas en el padrón), Santander (1.222), Piélagos (263), Torrelavega (203), Santa María de Cayón (136) y Castro (124) son los municipios que más nuevos vecinos ganaron en 2018. Pero el caso de los dos grandes núcleos de población de la comunidad es curioso. Ambos encabezan el balance negativo en cuanto a la variación interna (los cambios de residencia dentro de España). Torrelavega perdió 125 empadronados y Santander 105. De hecho, la capital es el único municipio de la zona de costa en que se pierden vecinos en el intercambio con otros ayuntamientos de la región de forma constante en los últimos años (con la excepción del 2015). Salieron más que entraron casi siempre. Es la llegada de personas desde fuera de España la que compensa los resultados. En el balance externo a Santander le sale un resultado positivo de 1.327 y a Torrelavega, de 328. Por eso la cuenta les sale favorable.
En un año en general de ganancias, los que peor saldo general obtuvieron fueron Los Corrales (-56), Cartes (-51), Val de San Vicente (-31), Laredo (-26) y San Felices de Buelna (-22). Poca pérdida si la población es grande, pero significativa si es pequeña.
Costa e interior, nada que ver
Más allá de la visión general en el balance con el cómputo de todos los padrones de los municipios de la comunidad, el informe también es interesante para determinar las consecuencias por zonas y hasta por ayuntamientos. La primera distinción en este sentido es entre los territorios de costa -en sentido amplio- y los valles interiores. Y el contraste es muy llamativo. La Cantabria costera lo aglutina prácticamente todo. Los datos lo demuestran. De las 23.373 altas por variaciones interiores, casi 20.500 fueron con destino a municipios costeros (o próximos al mar). Tanto es así, que el saldo entre los que van y vienen en relación a otras comunidades autónomas salió positivo en 2018 por el 'tirón' del área de influencia urbana de Santander -que incluye todos los municipios del entorno de la capital (sin incluir la propia capital)- y la comarca costera oriental (con Castro tirando).
La sombra de la despoblación y la Cantabria vaciada asoma también por estas cifras. El resultado positivo del intercambio con otras provincias sale del saldo de 401 vecinos en la costa (en positivo) y de 94 (en negativo) de los valles interiores. En este toma y daca salieron perdiendo en el Alto Asón, Campoo, Liébana, el Valle alto y medio del Besaya o el del Saja. O sea, que la Cantabria más profunda, la que a duras penas mantiene a sus vecinos, perdió algunos más en 2018.
Sí que llegaron personas desde el extranjero para compensar esta pérdida. Pero otra vez con una enorme brecha entre las dos zonas. Por cada uno que eligió trasladarse a un municipio de los valles interiores de la región desde otro país, más de 16 se fueron a las zonas de costa (y todas sus áreas de influencia). Sirva un ejemplo concreto. El balance del Valle alto y medio del Besaya en la tabla titulada 'Saldo por variación residencial exterior por áreas y zonas demográficas' se traduce en una ganancia de cuatro vecinos. El de Santander, en 1.327.
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