Cantabria con Talento pone a los jóvenes en el camino de la prensa y de la gastronomía
El periodista Íñigo Noriega y el cocinero Eduardo Quintana abren sus profesiones a las generaciones venideras
La prensa y la gastronomía se acercaron ayer hasta el Work Café Banco Santander para mostrarse, tal y como son, a los asistentes a la ... tercera sesión de Cantabria con Talento, un proyecto piloto dirigido a jóvenes de 16 y 17 años de edad destacados en algún campo a los que se pretende motivar y formar con lo que el director del programa, Alfonso Badolato, llama «charlas inspiradoras».
La de ayer lo fue, desde luego. De otro modo, los treinta chavales que acudieron al encuentro no se hubieran marchado de allí con la sensación generalizada de haber rentabilizado su tiempo aprendiendo lo más interesante de esos dos antiquísimos oficios, el de periodista y el de cocinero, de la mano de dos excelentes conversadores, el director de El Diario Montañés, Íñigo Noriega, y el dueño del restaurante La Bicicleta, Eduardo Quintana.
Se trataba de colocar a los chicos frente a dos de las profesiones que más interés despiertan entre ellos, de contarles qué significa ser un reportero o un chef, de transmitirles el enorme valor que tienen la credibilidad, la rigurosidad y la honestidad en el caso de un periodista, y el sacrificio, la pasión y la creatividad en el de un cocinero. Y sin que ello les supusiera apenas esfuerzo, Noriega y Quintana lo consiguieron a través de una charla amena, simpática, reveladora, concluyente y, sí, definitivamente, muy inspiradora.
Contó el periodista cómo fue su primer contacto con la profesión, cómo inició su formación, cuáles fueron los primeros sacrificios que le exigió su aprendizaje, entre ellos irse de su ciudad porque entonces no existía en Cantabria la carrera de Periodismo, y cómo la profesión le hizo un hueco en una revista de cine para, de ahí, lanzarle a una aventura que le ha llevado a ser el director del periódico cabecera de esta región.
Y contó el cocinero cómo se dejó arrastrar hasta la cocina, así casi un poco por causalidad, porque más que entre fogones él se veía ganándose la vida entre las olas del Pacífico, cómo levantó su restaurante, cómo hizo evolucionar una cocina de 35 metros cuadrados hasta los cerca de 450, en qué momento tan delicado le cayó del cielo una estrella Michelin, cuando en la cuenta corriente apenas tenía para llegar a finales de ese mes...
Absortos en la charla, los chicos, que participaron muy activamente del turno de preguntas, se fueron seguros de que el mundo profesional que les aguarda ahí afuera puede ser ilusionante, y fructífero, siempre que pongan de su parte, que se esfuercen, que peleen por lo que quieren y, sobre todo, que sepan levantarse con cada caída porque «todos nos caemos, dos, tres, cuatro veces, para volver a levantarnos». Palabra de chef.
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