Un chequeo anual a 2.232 árboles para conocer la salud de los bosques cántabros
La Consejería impulsa un programa de control de daños para conocer la evolución de plagas y enfermedades, el primer paso antes de poner en marcha las medidas
En abril de 2021, el Idival puso en marcha el proyecto Cohorte Cantabria, un estudio de investigación clínica observacional «único y pionero» que busca ... la colaboración de 50.000 personas para que, a partir de estos casos concretos, los profesionales puedan conocer y comprender las causas y avanzar en diagnóstico y pronóstico de distintas enfermedades que afectan a la población de la comunidad. Algo similar hace la Consejería de Desarrollo Rural con los bosques de utilidad pública. Cada año, los técnicos analizan la situación de 2.232 árboles –siempre los mismos para poder analizar los cambios que se producen y comparar con una serie histórica fiable– con la intención de tener una foto fija de toda la masa forestal.
Con esta Red de Daños, en la que el Gobierno de Cantabria invertirá de aquí a 2029 casi medio millón de euros para reforzar su funcionamiento e introducir nuevos parámetros, se busca conocer las plagas y enfermedades que afectan a los bosques, pero también detectar nuevas amenazas. Por ejemplo, si existen problemas de falta de agua o humedad, si hay especies invasoras que supongan una amenaza... Y más allá de diseñar las medidas concretas para responder ante cualquier situación adversa, el mero proceso de recopilar información sirve para tener un catálogo detallado de especies, edad de los bosques, orientación o distribución según los tipos de suelo o altitud, entre otros aspectos relevantes para tener un mejor conocimiento de las masas forestales de Cantabria.
¿Por qué 2.232 árboles? El método de trabajo, que obedece a las normativas europeas, se basa en un sistema de cuadrículas. El territorio se ha dividido en 93 y en cada una de ellas, partiendo del epicentro, se eligen los 24 árboles más cercanos dentro del perímetro. Inicialmente, cuando este tipo de estudios solo los realizaba a nivel nacional el Ministerio de Medio Ambiente, Cantabria tenía solo nueve de los 620 puntos de muestreo que hay en España. Todos con masas frondosas. Aunque a escala nacional e internacional esa red suministra buena información, a escala regional era insuficiente para estudiar los problemas fitosanitarios. Por eso en 2006 el Gobierno autonómico comenzó su propio sistema de recopilación de datos –luego se envían también a la base nacional–, que desde entonces ha ido creciendo hasta las 93 cuadrículas, donde una vez al año, en el periodo vegetativo –entre junio y septiembre–, se desplazan los técnicos de la empresa pública Tragsa por encargo de la Consejería para tomar las muestras. Comprueban todos los parámetros, los introducen en el sistema y a partir de ahí se obtienen las conclusiones.
Las 93 cuadrículas no se dividen de forma homogénea. Hay más proporción en los espacios naturales protegidos –además de cuatro puntos específicos donde en el pasado se detectaron problemas como son los pinares de Liencres, el Alcornocal de Tolives, el Robledal del Monte Hijedo y un bosque de ribera en el Saja– y en las grandes masas de pino y eucalipto porque en estos bosques artificiales plantados para la producción de madera es donde hay mayores problemas.
El pino y el eucalipto
Plagas como las de la procesionaria, tan conocida y llamativa por los nidos que forman en los pinos. Es un buen ejemplo, pero no el que más preocupa. Ana Bella Díez, responsable de la Sección de Sanidad y Mejora Forestal de la Dirección General de Montes, explica que este animal lleva toda la vida en España y que, sin ser beneficiosa, tampoco es especialmente peligrosa: «Es una plaga tradicional y no es nuestro mayor problema. Es difícil de erradicar porque se entierra y sale en distintos momentos, pero si se trata, se mantiene a raya».
Sí que preocupan enfermedades como la banda del pino –afecta a esas espinas que tienen por hojas, impide que hagan la fotosíntesis y pueden matar al árbol– o el nematodo del pino, una especie de 'colesterol' que obstaculiza los conductos por los que circula la savia con el mismo resultado. Ambas están ya en Cantabria, no como el gorgojo del eucalipto, que es la próxima amenaza.
¿Y cómo se actúa? La mayoría de procedimientos, salvo los más específicos y que requieren un ataque específico, están recogidos en este mismo contrato. En ocasiones con trampas, en otras con control biológico, con tratamiento fitosanitarios o hasta con 'inyecciones' a los árboles.
Hoy, según Díez, la salud de los bosques de la región no es especialmente mala, pero las perspectivas son negativas. La globalización hace que las plagas y enfermedades –la mayoría asiáticas–, que antes tardaban mucho tiempo en recorrer el mundo, ahora «se mueven rápidamente en avión o barco». Y el cambio climático, con el aumento de la temperatura, hace que se adapten mejor a climas como el de Cantabria.
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